Literalmente Laura Ramírez García es una artista que maneja a su gusto los hilos de su obra. Es que ella no pinta sus cuadros. Los borda. Y aunque las puntadas de colores o en blanco y negro muchas veces parezcan pinceladas, en realidad están hechas con hebras plasmadas con diferentes agujas. Con hilos logra volúmenes, sombras y luces. Hace puntos, los deshilacha y los retuerce, logrando trabajos que cosechan admiradores y consultas a lo largo del mundo, desde México a Rusia, pasando por Japón y distintos puntos de Latinoamérica y Europa, sin parecer exagerado. Esas técnicas ancestrales y que, como si fuera poco, resguardan un mandato femenino que ha ido evolucionando de generación en generación pueden verse por estos días en las paredes de Artify, la galería de arte que alberga su primera colección y sus ganas de querer compartir sus saberes con otros. De hecho, el próximo sábado, dará un taller gratuito, sobre cuadros bordados (ver Puntadas con sentido). 


Esta artista de 34 años confiesa que, siendo muy chiquita, aprendió los secretos de las costuras mirando a su mamá, una gran modista, que no sólo cosía y diseñaba prendas de las más variadas para terceros, sino que a ella, la llenó de vestidos coquetos y puntillosos. Como uno estampado con girasoles y la falda con tablitas que todavía atesora. De su mano, la costura -metié para el que considera que le faltan habilidades- y el bordado -su gran pasión- se volvieron indispensables.


Quizás esto sea así porque Rosa, la mamá, encontró en las labores un cable a tierra y, fundamentalmente, un sustento para apoyar a sus cuatro hijos. Es que ella, que toda la vida se había dedicado a ser policía -fuerza pública en la que también supo hacerse un lugar porque según le contaron a Laura fue la primera mujer que tomó un curso para perfeccionarse en dactiloscopía- optó por el retiro para dedicarse a la crianza de sus niños. Fue entonces que se hizo modista y cosechó una gran clientela.


"En mi propia historia y la de mi mamá, la costura y el bordado nos han servido de herramientas para seguir adelante, para tener nuestro propio ingreso", dice con orgullo, el mismo que le genera contar que su madre tenía tanto trabajo como costurera que no le alcanzaban los días para llegar a tiempo con los pedidos, entonces ella era quien la ayudaba.

Con el paso de los años y siempre con la motivación y el aliento materno, de algún modo, Laura repitió la historia familiar: luego del nacimiento de su segundo hijo -Máximo, más el primogénito Joaquín- tomó la decisión de hacer una pausa en su exigente rutina. En ese entonces ella era estudiante de Artes Visuales, además era profesora de danzas españolas, era ama de casa y mamá por supuesto y en los ratos libres, pintaba en acrílicos y si le sobraba un tiempito cosía o bordaba.


"Mis días eran agotadores, entonces acordamos con mi marido que para descansar un poco, me iba a quedar en mi casa. En ese tiempo, por suerte pude dedicarme de lleno a mis hijos pero también desplegar todos lo que había aprendido en la facultad. Y fue de una riqueza impresionante", reconoce. 


En ese interín se animó a pintar cuadros con acrílicos y diseñó y comercializó una línea de mantones flamencos hechos con sus manos que encontraron eco en sus alumnas y colegas docentes. Sin embargo, ese trabajo la acercaba a las danzas españolas y la ligaba con el arte, no era lo que ella quería. Algunos años más tarde, pudo develar el porqué: bordar a máquina no es lo mismo que hacerlo a mano, para ella es una limitación. De hecho, en ese camino marcado por la maternidad y por el autodescubrimiento, revivió las clases que había cursado con una profesora de la carrera, Cecilia Rabbi Baldi, la titular de Textilería.


"Con Cecilia, que es muy generosa y siempre me inspiró seguridad y confianza, se me abrió una puerta enorme a la creación: la posibilidad, inexistente hasta ese momento para mí, de utilizar la costura, el tejido y otras técnicas, herramientas y materiales textiles para hacer una obra de arte. Me encantó y me permití disfrutarlo. Lo primero que hice fue un tocado para la Fiesta del Sol para el personaje de la Pachamama, en la edición 2014. Utilicé tela de tapicería con la que hice hojas que fue desflecando y deshilachando hasta convertir en plumas. Después de eso me animé a bordar mis primeros cuadros, aplicando los puntos básicos que me había enseñado mi mamá, pero también lo que aprendí en la facultad, lo que veía en Internet y lo que me fue transmitiendo solidariamente un grupo de tejedoras de distintas partes del mundo con quienes hemos hecho un entramado para compartir conocimientos tradicionales pero también para permitirse innovar. Muchas de ellas mexicanas, pero también rusas, japonesas y europeas se han interesado por los puntos de algunas de mis obras. Es un constante intercambio que enriquece", cuenta la artista que no sólo ha experimentado puntos con hilos de coser e hilos de bordar y ahora está dando los primeros pasos con yute, sino que se ha permitido volcar en la tela dibujos abstractos, curvas y líneas, elementos de la naturaleza significativos para su vida, rostros y retratos realistas (especialmente de mujeres), también escenas contadas en primera persona, entre otras temáticas. Su última incursión han sido los órganos vitales para el cuerpo humano, quizás sin saberlo, como homenaje a su mamá, su gran mentora, que falleció en mayo pasado, pero quien sigue inspirándola para compartir eso que tan bien sabe hacer.

Órganos vitales, dentro y fuera del bastidor. Un corazón, los pulmones, un cerebro, un útero y los riñones son parte de la última colección de cuadros bordados de Laura, los que paradójicamente surgieron en las charlas médicas que recibía a diario durante la internación de su mamá. Cada una de estas piezas fueron realizadas en el lapso de un par de semanas y actualmente puede admirarse en detalle en la Galería Artify. 

Puntadas con sentido

Hay una cita que servirá de homenaje a la mamá de Laura, de regalo para quienes participen (porque se llevarán de recuerdo el trabajo realizado) y de transmisión de conocimientos y experiencias gracias a la generosidad de Carolina Schvartz y Jamile Apara, que promocionan su obra en la Galería Artify. Es abierta al público y no tiene costo alguno. Para participar del taller de Bordado libre y experimental para aprender a crear composiciones inspiradas en las formas de la naturaleza sólo hay que inscribirse, enviando un mensaje de Wathsapp al 2645 16-6045.


El encuentro será este sábado 16 de octubre en el entrepiso del Hotel Del Bono Suite (Mitre 73 oeste). Cada participante deberá llevar sus materiales y herramientas de trabajo, como un bastidor para bordado a mano de 23 centímetros de diámetro (puede ser de mayor tamaño pero no más chico), agujas de coser hilo y de coser lana, hilos para coser y tejer de colores, un trozo de lienzo 40 cm x 40 cm, lápiz negro, goma, tijera, alfileres, papel madera (2 cuadrados de 40 cm x 40 cm), papel carbónico y para decorar, a elección, lentejuelas, lentejuelones, mostacillas, mostacillones de distintos colores y aguja fina para coser este tipo de elementos.


No es requisito para realizar el taller tener conocimientos previos de bordado ni otros saberes vinculados a la costura. La propuesta de Laura justamente será libre. Ella comenzará hablando de su propio camino en el bordado, compartirá quiénes son las artesanas que la han inspirado y aquellas que admira, jugará con algunas imágenes motivadoras para luego recién dedicarse a dar los secretos de algunos puntos a aplicar en los dibujos de flores, hojas, pájaros o imágenes marítimas que tracen las y los participantes para poder plasmar en un bordado colorido que podrá llevarse a casa de recuerdo de la jornada.

Imágenes de mujeres al natural. Un hilo multicolor que vendían en la mercería de su barrio fue suficiente para crear uno de sus primeros cuadros en los que bordó retratos de mujeres.

"Me encantaría que cada persona pueda descubrir el bordado como me pasó a mí, para quien bordar empezó a ser una necesidad. Empecé a tener cada vez más en claro que quería dedicarme a eso, que mi modo de expresarme era a través del arte textil, que era mi hilo conductor en la vida", dice.


Sin lugar a dudas, la convocatoria al taller además es la excusa perfecta para visitar la muestra en la que no sólo expone Laura sino además otras dos artistas textiles -Daniela Linares y Ana Carla Belascoain-, ya que tiene lugar en el mismo espacio. "Los hilos del cuerpo", nombre de la última exposición en Artify, estará colgada hasta fines de octubre y puede recorrerse de manera gratuita, de miércoles a domingo, de 17 a 20.


La obra de Laura puede seguirse además por sus redes sociales: Laura Ramírez García en Facebook y @ramirezgarcíalau en Instagram.

Un cuadro eterno. A mediados de 2018 y mientras trabajaba para perfeccionar sus técnicas de bordado, Laura hizo una pintura bordada basada en una foto de su mamá, cuando tenía 25 años. Tanto la artista como Rosa, su progenitora, quedaron muy felices con los resultados. Esa obra está en la casa de Laura, esperando el momento y el lugar para ser colgada.


Presente y futuro

En su balance, Laura tiene muchos premios ganados, algunas materias pendientes y sin lugar a dudas un futuro promisorio.


Entre los reconocimientos alcanzados, la enorgullece gratamente, el primero, una mención en el 2013, en un concurso de la iniciativa VMA (Vid, montañas y arte) y la Municipalidad de la Capital, por un cuadro en el que pintó con acrílicos un paisaje muy poco realista. El premio lo usó para comprar material artístico y seguir produciendo. Al año siguiente, volvió a presentarse pero con un cuadro gigante -al menos para ella, cuyas dimensiones eran 80 x 60-, al que le había dedicado el trabajo de 12 meses. Había pintado personas esperando la partida de un barco. No faltaba ningún detalle. Mereció el tercer puesto.

Escenas de la vida cotidiana. En pandemia, hizo este cuadro bordado que fue merecedor de un premio en el concurso Juego de Damas. Para ella, representa su cotidianeidades y la de muchas mujeres que por mandatos se ocupan de las tareas hogareñas. Otros ven una de las imágenes típicas que dejó el aislamiento: ropa cómoda, mucha limpieza para combatir al covid. Está exhibida y enmarcarda en su bastidor.

También ganó premios Impulsarte y otros de Artify y el municipio capitalino, por diferentes cuadros textiles que fueron muy bien catalogados por los jurados.


"Todo esto ha sido posible por mi familia y mi mamá. Mi marido es un gran compañero, con quien paso mucho tiempo hablando de arte, es colega y es mi gran ayudante porque ha llegado a construirme un portabastidor para que sea más fácil y cómoda la tarea de bordar ya que me permite sujetar el bastidor e ir adaptándolo a la altura o a los giros que necesito hacer según los puntos a hacer y a su vez, tener las manos libres. Soy una privilegiada", dice reconociendo que sería muy feliz si logra cerrar el círculo de tener su título universitario. Le faltan 6 materias, aunque debería adecuarse a los nuevos planes de estudios. De todos modos, sueña con retomar el cursado y recibirse. Mientras tanto, está llena de proyectos y propuestas.

Por Paulina Rotman
Fotos: Mariano Arias de DIARIO DE CUYO y colaboración Laura Ramírez García y Carolina Schvartz


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