La podredumbre blanca es una enfermedad de muy compleja erradicación una vez que entra en una finca. Se presenta en rodales. Dada la especificidad del patógeno al ajo, cebolla y otras aliáceas, las unidades de propagación llamadas esclerocios quedan durmientes en los suelos por muchos años, hasta que vuelven a ser cultivados algunos de los cultivos huéspedes, momento en que se activan y producen el daño. 


Explican los especialistas del INTA, Luis Kulichevsky (San Juan), Cecilia Picca y Jorge Valdez (Mendoza). La transmisión es fundamentalmente por semilla de ajos infectados. Es imperioso decir que no hay, al momento, productos químicos que la controlen de manera eficiente.


Entre las recomendaciones para los agricultores, que pueden hacerse están fundamentalmente el uso de semilla controlada en laboratorio, en INTA de La Consulta (por ejemplo) y el análisis del suelo, también la limpieza con hidrolavadora de toda maquinaria antes del ingreso a la finca en caso de alquiler de servicios.


Esta limpieza debe hacerse en playones de cemento o en zonas con ripio. Es fundamental que el escurrido del lavado quede al sol. Una vez presente la enfermedad en una finca, se deben marcar con GPS todos los manchones, registrando lo mejor posible la zona de infección. El ajo que se arranque de esas fincas no puede usarse para semilla, sólo para consumo. 


Esto es porque ajos con valor comercial arrancados en los bordes de los rodales, portan esclerocios en las raíces. Todos los ajos mufados y de descarte deben ser dejados al sol hasta que se sequen, extraídos de la finca y quemados. Los sitios de los rodales deben ser solarizados con plástico transparente sobre suelo húmedo durante al menos 45 días en verano. Se recomienda luego hacer análisis del suelo para evaluar el efecto. 

Lotes de ajos esta semana en la zona chacarera de Pocito.

NEMÁTODE

Otra plaga, que fue motivo de charlas virtuales como la de la enfermedad anterior, es el nemátodo del tallo y los bulbos (Ditylenchusdipsaci). Explica el especialista del INTA, Aldo López, es un gusano microscópico que causa graves daños en los cultivos de ajo en muchas regiones del mundo. En Argentina está presente en las principales zonas productoras, afectando también otros cultivos como cebolla y echalote. 


Los síntomas en el cultivo son plantas con menor crecimiento, hojas con manchas pardas y amarillas, plantas que pueden arrancarse fácilmente, dientes con tejido destruido y pudriciones secundarias. Es importante destacar que estos síntomas se pueden presentar en manchones (si la plaga estaba inicialmente en el suelo) o en plantas aisladas (si los nematodos venían en la semilla). Sin embargo, estos síntomas no son típicos del ataque de nematodos sino que también pueden ser provocados por eriófidos (Aceriatulipae) y ácaros (Rhyzogliphus), por lo que es necesario lograr un buen diagnóstico del patógeno para avanzar en estrategias de control efectivas. 


Si bien una vez instalado en un terreno es difícil de erradicar por su alto potencial reproductivo (una hembra puede colocar hasta 500 huevos), el éxito de su manejo radica en llevar a cabo una serie de acciones complementarias, como son: iniciar los cultivos con semilla sana y en lotes libres de la plaga (conocer el historial del terreno, hacer análisis de suelo y semilla), evitar la dispersión de las plagas a través del riego y maquinaria, realizar rotaciones con cultivos que no sean parasitados por Ditylenchusdipsaci, controlar malezas que pueden ser fuente de inoculo del nematodo, aplicar productos específicos y de bajo impacto ambiental (para evitar desequilibrios en el sistema suelo que pueden agravar los daños provocados por la plaga en el cultivo).