Ha ganado medallas de oro, plata y bronce en los campeonatos de la región y también en los Argentinos, en estilo libre y espalda. Más allá del placer que le provoca esta actividad, rescata que patadas y brazadas, la rejuvenecen a diario. Y no es para menos, el esfuerzo lo vale ya que llega a entrenar 4.000 metros todos los días de su vida. Por ahora, está empeñada llegar en las mejores condiciones a los próximas carreras previstas para los meses de abril o mayo. Un ejemplo, para grandes y chicos.

-¿A qué edad empezó con esta actividad y cómo fueron esos comienzos?

-A los dos años, más o menos, mi padre me tiró al medio de la pileta en un club de Florida (en Buenos Aires) y tuve que llegar a la orilla, así comenzó mi romance con el agua. Lo mismo hice con mis hijos y son estupendos nadadores. Mi primer maestro fue, entonces, mi padre. Él me enseñó los principios de la flotación y luego los estilos. Pero tuve otros grandes maestros a lo largo de mi vida. Puedo decir que la natación me eligió a mí y no yo a esta actividad como deporte. En toda mi adolescencia y juventud seguí practicando hasta que dejé cuando me casé y llegaron los chicos ya que me dediqué a ellos.

Con los años e incentivada no sólo por mis hijos sino por sus amigos, por ejemplo mi entrenador Marcelo Pericas, fue compañero en la primaria de mi hija del medio, es que retomé con la natación. De hecho, voy a la Universidad, desde que inauguraron la pileta. Fueron ellos también quienes me motivaron para competir, algo que yo había hecho alguna vez, pero de muy chica. Mis primeros campeonatos fueron en el 2005 y desde entonces no paré, quizás porque pude recuperar esa sensación de competencia que ha marcado toda mi vida, no sólo en la natación sino en lo laboral, en mi desempeño como mamá, en la educación que les he brindado a mis hijos. Siempre quise ser mejor.

-A esa altura usted tenía la vida armada, ¿cómo se complementa la natación con la rutina?

-Si fuera por mí viviría en el agua. Pero hay que complementar el deporte con otras responsabilidades. Igual no dejo ni un día de mi vida de ir a la pileta. Entreno 2 horas y lo hago con un estricto cumplimiento de horarios y fijando prioridades, porque a entrenar no se debe ir cansada.

-¿Cómo son los entrenamientos? y ¿qué exigencias le implican?

-Antes de comenzar una actividad competitiva, el control médico es fundamental para saber si realmente se puede hacer el esfuerzo que implica (por ejemplo prueba ergométrica graduada, electrocardiogramas, análisis, etc.). Gracias a este control previo a una competencia, en mi caso, descubrieron que era hipertensa y el ejercicio de nadar me permite, además de los medicamentos, mantener la presión estable. También en el entrenamiento influye la calidad de lo que se come, en mi caso soy vegetariana, e ingiero granos, cereales, frutas y verduras que me ayuda. Además me encanta hacer pilates como complemento a la natación. Los entrenamientos varían según los días, pero en general se comienza con un calentamiento de los músculos nadando 1.000 metros y se termina con 500 metros lentos para aflojarlos. Como parte central hay piques, pasadas, uso de manoplas y las distintas clases de patadas según los estilos, todo de acuerdo al criterio planificado del entrenador. Generalmente se nada entre 3.500 a 4.000 metros por día.

-¿Qué beneficios ha encontrado en este deporte?

-Muchísimos beneficios físicos: más elasticidad, más resistencia, más regularidad en mis funciones orgánicas (por ejemplo sirve para mejorar el HDL ó colesterol bueno y para disminuir el LDL ó colesterol malo), para estar de mejor humor, ayuda a vivir con menos estrés y más equilibrio. Creo que todas estas razones son suficientes como para demostrar que el agua es una terapia sanadora muy recomendable para todas las personas.

Más allá de lo físico, en la natación he encontrado un grupo maravilloso de gente, si bien todos son más jóvenes que yo son respetuosos y muy compañeros y me contagian sus energías. Lo positivo de los campeonatos es conocer gente que ama este deporte como uno, hacerse amigos y compartir momentos gratos aún cuando no siempre se gane una medalla dorada.

-Entonces por qué hay pocos competidores de su edad en San Juan.

- Hay mucha gente que nada pero pocos se animan a competir. Creo que la cuestión pasa por aceptar la rigurosidad de un entrenamiento, algo a lo que no toda la gente está dispuesta.

-¿Cuáles son sus mayores logros?

-Medalla dorada en los 800 y 400 metros libres, medalla plateada en los 200 metros espaldas y medallas de bronce en los 100

metros espaldas y 800 libres en dos Campeonatos Sudamericanos. Mientras que en Campeonatos Argentinos, varias medallas doradas en los 800, 400, 200 y 100 libres, y varias plateadas en los 200 y 100 espaldas. Ya ni sé cuántas medallas tengo.

-¿Cuáles son los próximos desafíos?

-Seguir entrenando, mejorando los estilos, especialmente la patada, en lo que soy medio floja para poder competir en los nacionales. Eventualmente, si hay posibilidades en los Sudamericanos.

-Con tantos premios, ¿logró contagiar a sus hijos en la actividad?

-Mis tres hijos son buenos nadadores, aunque no compiten por sus trabajos y sus familias. Todos terminaron sus carreras universitarias y de posgrado -siendo dos ingenieros electrónicos (uno además master en administración de empresas industriales y mi hija doctora en inteligencia artificial y robótica), mientras que la tercera es médica dermatóloga y demopatóloga- por lo que no tienen tiempo para hacer un deporte de elite. Mi familia, sobre todo mi esposo, siempre me ha apoyado y se sienten orgullosos de mis logros, tanto como yo de los de ellos.