Hincha de Rosario Central, nacido a media cuadra del Gigante de Arroyito, Jorge Marcote es portador de un mensaje de paz y unión entre los rosarinos: desde hace años corre por las calles y en maratones con una camiseta mitad auriazul y mitad rojinegra. Ayer, cuando iba a participar de la tradicional Maratón Canalla, un organizador lo echó de la competencia y lo amenazó con "cagarlo a trompadas". "No pretendo si quiera que este pibe se disculpe, sólo me interesa sentarme, escucharlo y que me escuche", dijo a La Capital con profunda tristeza.

Como desde hace diez años, la maratón de los hinchas de Central tuvo una nueva edición en los alrededores de Arroyito. Se trató de la carrera para festejar los 128 años de vida del club y miles de simpatizantes acudieron a la cita deportiva.

Pero a Marcote lo dejaron con las ganas. Según relató el maratonista a este diario, un "pibe" de la organización que entregaba los kits se le acercó y le dijo: "Si corrés con esa camiseta, te cago a trompadas".

El hombre, de 60 años, hincha de Central y asiduo concurrente al estadio con sus hijos, no pudo ocultar su tristeza por lo ocurrido. Hace casi tres años que corre todos los fines de semana con la camiseta de ambos clubes rosarinos.

"Es un mensaje que intento llevar a todos lados, todos me conocen; tenemos que frenar el odio. Me echaron de mi casa y eso duele. Pero esto es parte de lo que estamos viviendo como sociedad. A esta gente hay que educarla, sentarla en una mesa y que respondan por qué no pude correr la maratón".

El canalla maratonista se quedó a un costado. Unos minutos después se presentaron otros organizadores y con respeto le expresaron también su impotencia. "Te vas a tener que ir. No los puedo controlar", le dijeron.

No se resigna. Pese al domingo negro que vivió, cree que la solución pasa por la educación y la convivencia.

"Esto no termina. Hay que seguir todos los días, pero da tristeza no poder sentarme a dialogar con este chico para que escuche por dónde pasa la vida. Es obvio que pensamos distinto, pero no se justifica que el otro deba morir", dijo con dolor.

El corredor sueña con una mesa de café para que diálogo por medio la pasión no se confunda con el odio. Incluso le gustaría conocer a los padres del adolescente que lo increpó. "Tiempo al tiempo", repite como un latiguillo al asumir que quizás no alcance a ver los frutos de un cambio social. "Seguiré arando la tierra para sembrar un poco de paz en un contexto donde estamos viviendo muy mal", augura.

Después del mal momento que le tocó vivir, volvió hasta el auto de un amigo, tomó la mochila y se fue a caminar por la calle recreativa. Le habían ofrecido correr con otra remera, pero desistió. Había perdido las ganas. "La verdad, no me esperaba una cosa así, menos en mi casa de toda la vida. Nací a media cuadra, llevé a mis hijos a la cancha, pero hay que seguir, no queda otra", suspira.

"Soy consciente DE que estas cosas me podían pasar. De hecho, no es la primera vez que me insultan, pero son los menos", dice y promete superar el incidente, calzarse las zapatillas y el próximo domingo volver a correr.