La historia de Alexis Acuña (34) se empezó a conocer en los últimos días tras ser noticia por la brutal agresión a traición que recibió en el gimnasio donde trabajaba en Carmen de Areco, al noroeste de la provincia de Buenos Aires. El profesor de kickboxing estaba comenzando con su carrera profesional y ahora reveló que a doce días del ataque todavía no pudo ser atendido por un médico especialista para que vea las lesiones que tiene en su cabeza.
Todo comenzó con una serie de amenazas vía mensaje que el agresor, identificado con las iniciales P.P., le envió después de que el dueño del gimnasio le haya pedido que deje ordenado el lugar y acusó a Acuña de delatarlo.

“Me mandó Cristian hoy que vos le dijiste q soy re desordenado no sé q problema tenés dos ejercicios ise nomás (sic)”, se lee en uno de los primeros intercambios. La respuesta de Acuña fue: “Pero yo no dije nada d los ejercicios man…! solo q luego tu e acomodar todo, no m cuesta nada! Pero si lo hacemos en equipo mucho mejor (sic)”.
El intercambio continuó con reclamos por las quejas debido al desorden que había en el lugar y escaló: “No me mandes más en algún momento nos vamos a cruzar en el gimnasio. Hablamos ahí. Yo voy todos los días”, fue otra de las réplicas por parte del agresor que en el video se lo ve con una musculosa de Los Angeles Lakers, equipo de la NBA.

“Yo no peleo amigo. Yo ago deporte. Querés pelear con migo? Preparate! Y nos vemos en un ring! O jaula!! Pero yo no peleo en la calle ni en ningún otro lugar. En un ring peleo yo amigo con un juego referí, bien legal. Aparte no era para que te pongas así (sic)”, se lee en otros de los mensajes que envió Acuña.
Tras el intercambio a través de mensajes, ambos sujetos se encontraron en el gimnasio el pasado 3 de diciembre, día en el que ocurrió la brutal agresión. En el video se escucha como ambos se recriminan cosas, hasta que Acuña lleva unos guantes de boxeo y lo invitó a subirse a un ring: “Vení, amigo, toma, vos que querés pelear. Vamos a pelear“. Sin embargo, todo terminó en el ataque a traición.
P.P. continuó con una serie de golpes cuando Acuña ya estaba desmayado sobre un banco y lo arrojó al piso donde le pegó patadas. “A que no te la bancas salame. Parate, dale parate ¿Tan piola sos?“, se escuchó en palabras del agresor.
Las secuelas de la víctima
Acuña contó su historia y reveló cómo vive hoy con las secuelas que le quedaron producto de las lesiones que le proporcionó el ataque por la espalda. “Al no tener una obra social o no tener cómo costear una operación, todavía no tengo turnos para un cirujano. No me vio un especialista. Ya hace doce días de este ataque que tengo la cara quebrada. Tengo fractura en el pómulo derecho y en maxilar derecho a causa de unos golpes fortísimos que me propinó este potencial asesino”, señaló.
Respecto a como vive el día a día, remarcó que sufre de dolores de cabeza, mareos y que hasta le cuesta comer comida sólida. “No puedo abrir la boca porque ahí es donde hace palanca el hueso de la mandíbula con el maxilar. No puedo masticar, no puedo alimentarme bien”, remarcó.
Nacido y criado en la ciudad de Carmen de Areco, Acuña creció junto a ocho hermanos, una su melliza, y describe que es una “familia humilde, de gente trabajadora”. En ese sentido, desde joven se interesó por el deporte, primero con el fútbol en un club de barrio, pero al mismo tiempo salió a trabajar desde una edad temprana: “Me dediqué a la panadería. Trabajé muchos años, donde era chico con 12, 13 años, limpiando latas, barriendo la cuadra”.
“Vengo de un lugar donde, a veces, teníamos que salir a pedir fruta picada para comer algo, porque no teníamos nada. Éramos muchos hermanos. Mis viejos trabajaban, pero a veces no alcanzaba”, recordó sobre sus inicios como deportista.
Sin embargo, su verdadera pasión se despertó cuando de adolescente empezó a recorrer los gimnasios donde se practicaban diferentes deportes de combate. “Iba a entrenar boxeo, después iba a taekwondo, donde soy cinturón rojo punta negra. Las artes marciales era lo que me gustaba”, comentó sobre esos inicios en las peleas que lo llevaron a especializarse en el kickboxing, un deporte que se basa en golpes y patadas: “Yo quería pelear. Una pelea real, donde si me tienen que partir la boca, que me partan la boca. Quería una adrenalina que me llene el alma”, enfatizó.

