Señor director:

La pandemia marcó un antes y un después en el uso de la tecnología tras la necesidad de usar la virtualidad para estudiar o trabajar sin salir de casa y romper el confinamiento. Y si bien esto constituyó un avance en el uso de las nuevas tecnologías, también generó algunos inconvenientes, en personas mayores o con menos dominio de las mismas. Uno de los conflictos actuales es que la mayoría de los trámites se realizan de manera virtual, a través de aplicaciones lo que implica tener un buen equipo móvil o computadora y señal de Internet. A esto se suma, de manera negativa, que cada aplicación (Mi Anses, Cidi, bancos, etc.) hay que crear un usuario y contraseña diferente. Y llegan a ser tantas que lo más probable que alguna se nos olvide y haya que hacer un sin fin de pasos para poder recuperarla y volver a habilitar y usar la cuenta.

Es indudable que la virtualidad ya forma parte de nuestra vida cotidiana, pero no debería descartar la presencialidad, sino complementarla. A los chatbots, y demás asistentes virtuales, habría que sumar la asistencia telefónica de los operados “humanos” para evacuar dudas que los virtuales, por más superadores que sean, aún no logran comprender.

Alicia González 
DNI 23.508.236