Ciertamente, cohabitan entre nosotros excesivas cámaras de torturas. Por otra parte, el concepto de derecho ya no se asocia al de deber. De igual modo, confundimos lo esencial con lo complementario. A todo este calvario de despropósitos, hay que sumarle la oleada de falsedades que, aunque son tan antiguas como el árbol del Edén, hemos de reconocer que son como una bola de nieve, cuánto más rueda, más grande se vuelve. 


Ante esta atmósfera de silenciosa desesperación, el descontento se acrecienta, provocando un sentido de frustración que nos empuja a la locura. Es necesario poner atención y reflexionar profundo para no caer en errores que pudiéramos haberlos evitado. Ante este contexto de perversas apariencias, pienso que es vital discernir, unirse a ese "todos nosotros, la ciudadanía'', con una apuesta rotunda por otro estilo de vida, más autentico, más del ser humano, más de todos y de nadie en particular. Dejemos de ser poderosos para ser más servidores del colectivo linaje. La cuestión es que prevalezca la ayuda recíproca y que podamos caminar en confianza los unos con los otros. En los demás justamente está el gozo de nuestro vivir. Pensemos en esto, en mantener vivo el corazón, reconociendo la centralidad de la persona humana. De ahí la necesidad de generar empleo, que por sí mismo ya es proteger a las personas, puesto que es la manera de hacer frente a la desigualdad y a la injusticia social. 


La especie humana, y por ende, todas las culturas, tienen que tomarse en serio el valor de ellas mismas, y de ellas en su conjunto. Las gentes no pueden permanecer abatidas, y aún peor adormecidas y sin porvenir alguno. El potencial de la economía rural, que aún ahora es una fuente sin explotar de empleos decentes y de crecimiento. En consecuencia, hemos de salir de este agotamiento y se me ocurre que prestando una mayor atención a las políticas para el desarrollo de nuestros pueblos, favoreciendo un crecimiento agrícola inclusivo para mejorar los ingresos y la seguridad alimentaria, promoviendo la diversificación económica y estimulando la transformación productiva para el empleo en el campo, garantizando asimismo la sostenibilidad y aprovechando los beneficios de los recursos naturales. Comprendo, por tanto, que por muchos que sean los dramas humanos, hemos de seguir alimentando la utopía, con la seguridad de que palpitarán nuevas realidades. Indudablemente, nunca debe ser tarde para un ser pensante enhebrar nuevos horizontes que nos permitan abrazar la vida en familia; al tiempo, que hemos de activar la obligación de pensar, cada cual consigo mismo, en un diseño existencial más social y compasivo. 
 

Favoreciendo el crecimiento agrícola inclusivo se consigue empleo y seguridad alimentaria.