Hay un dato clave que está pasando casi desapercibido en el acalorado debate sobre las familias centroamericanas que están pidiendo asilo en Estados Unidos: este problema seguirá empeorando mientras la gente en Guatemala, Honduras y El Salvador sigan temiendo por la vida de sus hijos si se quedan en sus países.

Inmigrantes indocumentados llegan a una estación de autobuses en McAllen, Texas.


En otras palabras, la solución al problema de los solicitantes de asilo está en Centroamérica. Ningún muro fronterizo, ni centros de detención para niños, ni más fondos para la patrulla fronteriza en Estados Unidos disuadirán a padres desesperados en Centroamérica que temen que sus hijos sean reclutados por las pandillas, y que tarde o temprano terminen muertos.


El vicepresidente Mike Pence dijo a los centroaamericanos poco antes de su visita a Guatemala el jueves para reunirse con los presidentes de Guatemala, El Salvador y Honduras que "si no puedes venir (a los Estados Unidos) legalmente, no vengas en absoluto+. Pero tales advertencias no harán mucha mella en familias aterrorizadas por la violencia de las pandillas.


"¿Por qué los padres inmigrantes ponen a sus hijos en peligro?+, preguntaba Roger Noriega, el exjefe del Departamento de Estado para América latina del gobierno de George W. Bush, en un tweet esta semana. "En parte, porque el crimen organizado y la violencia de pandillas, alimentada significativamente por la demanda estadounidense de drogas ilegales, han diezmado las economías y las instituciones estatales en Centroamérica y México+, respondió. De hecho, El Salvador, Guatemala y Honduras figuran entre los países más violentos del mundo. En muchas partes de ellos las pandillas son el principal empleador, y exigen dinero de protección a prácticamente todo el mundo.


Por lo tanto, no es sorprendente que muchos padres prefieran arriesgarse a ser detenidos en la frontera que arriesgar la vida de sus hijos quedándose en casa. Muchos de nosotros haríamos lo mismo si estuviéramos en su lugar.


El gobierno de Trump a principios de este año solicitó un recorte de más del 30% en la asistencia de los EEUU a Guatemala, Honduras y El Salvador, como parte de sus recortes generales en el presupuesto de asistencia extranjera. Si bien el Congreso se negó a hacer recortes tan profundos, redujo la asistencia extranjera a Centroamérica de casi $700 millones en 2017 a $615 millones este año, según un estudio del Servicio de Investigación del Congreso.


Eso debilitará aún más a los gobiernos centroamericanos, y es probable que aumente la cantidad de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños que huyen a los Estados Unidos.