Me preocupa este mundo, crecido por grupos extremistas fanáticos, que lo están violentando todo. De pronto, te encuentras en cualquier esquina un volcán de absurdas luchas que nos dejan sin palabras. Son muchas las atrocidades que se cometen a diario contra personas débiles. Nos hace falta una vida más armónica. Necesitamos otra asistencia más humana, que nos lleve a una reinserción entre culturas, y a una rehabilitación de la especie hacia la concordia.

El inolvidable abogado sudafricano Mandela dijo: "Mi ideal... es el de una sociedad...en la que podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades''.

Esta deshumanización que padecemos no puede proseguir por más tiempo. Los entornos no consuelan. Algunas familias caminan totalmente desestructuradas, con mochilas de odio y venganza a raudales, en lugar de amor. Otra buena parte de nuestro tiempo nos la pasamos en nuestros lugares de trabajo, que tampoco suelen favorecer a la realización de la persona. De igual modo, pienso que las distintas redes sociales ayudan más bien poco, o tal vez nada, a la interacción humana. Téngase presente que, con relativa frecuencia, diversos organismos internacionales piden investigaciones transparentes sobre determinados usos de software. Por algo será. Sin duda, es cuestión de discernimiento, máxime en un momento como el actual de tanta confusión y desconcierto.


Hoy más que nunca se requiere ese espíritu crítico, que lo da la reflexión y la experiencia. En consecuencia, es un signo saludable mantener abiertos el corazón y la mente para evitar que las falsedades nos ganen nuestro interior, lo que es verdaderamente de nosotros. A poco que sepamos mirar y ver, nos daremos cuenta que todo este caos que nos circunda, tan cruel en ocasiones, nos está llevando a un callejón sin salida, con el consabido uso nocivo de sustancias o alcohol, ausentismo y adoctrinamiento, que lo único que nos conduce es a tener problemas de salud física y mental. Recordemos que, a nivel mundial, más de 300 millones de personas sufren de depresión, la principal causa de discapacidad. Además, son más de 260 millones los que están viviendo con trastornos de ansiedad. Por cierto, tenemos que indicar, que un reciente estudio dirigido por la OMS estima que los trastornos depresivos y de ansiedad cuestan a la economía global un billón de dólares por año en pérdida de productividad. Algo que debe hacernos repensar a todos, al menos durante nuestra vida adulta, pues creo que es vital fomentar una existencia más solidariamente humanitaria.


Desde luego, todo está llamado a vivir armónicamente. De lo contrario, la vida se hace pesada, incoherente, avasalladora, y así andamos, más abatidos y enfrentados que nunca. Ojalá encontremos el lenguaje de la reconciliación para conciliar acercamientos. Lo precisamos como en ningún otro tiempo y en todos los órdenes de la vida.