Un informe de Freedom House sobre las libertades políticas en el mundo, coloca a Estados Unidos bastante alto en la lista de los países más libres, pero si el presidente Trump continúa su curso actual, es probable que el país caiga varios lugares en el próximo ranking.

En La libertad en el mundo 2017, que clasifica a los países del 1 al 100 y los define como "libres", "parcialmente libres" o "no libres", EEUU fue un país "libre" en 2016, pero cayó de la 37 posición del año pasado a la 48 de este año.

"En 2016, las fuerzas populistas y nacionalistas lograron avances asombrosos en los países democráticos", dice el informe y agrega que "las posturas de Trump durante 2016 hicieron surgir temores" sobre un retroceso en el compromiso del país con la democracia y los derechos humanos.

Le pregunté al autor principal del informe, Arch Puddington, si el estudio está enfocado en la libertad de prensa y me dijo que publicarán en mayo un informe separado, "pero sospecho que el puntaje de EEUU en libertad de prensa bajará en 2017", dijo.
Trump "no ha hecho amenazas institucionales a los medios, como facilitar las demandas por difamación o establecer comités de censura, como en Rusia.

Pero Trump y su secretario de prensa han denunciado a los medios como jamás vi hacerlo en mi vida". Desde el 20 de enero, Trump acusa a The New York Times, Washington Post y CNN, entre otros, de difundir "noticias falsas".

La forma en que Trump arremete contra cualquier medio que ponga en duda las mentiras flagrantes que dice casi a diario, nos recuerdan a los recientes demagogos que gobernaron en Venezuela, Argentina y Ecuador.

Todos ellos llamaron "mentirosos" a los medios que ponían en duda sus afirmaciones. Uno de los principales eslóganes de la ex presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, refiriéndose al diario de mayor circulación, era "Clarín miente".

Pablo J. Boczkowski, profesor de la Northwestern University, y autor de un estudio sobre el impacto de los ataques del gobierno de Fernández contra Clarín, dice que esos ataques hacen mella sobre la credibilidad de aquellos medios que tienen una audiencia políticamente dispersa.

En Argentina, los embates contra Clarín, que tenía lectores oficialistas y opositores, hicieron reducir la circulación de 380.000 ejemplares en 2008 a 232.000 en 2014. En comparación, el diario La Nación que tenía un público más uniformemente opositor, cayó sólo de 158.000 a 155.000 copias en ese período.

"La experiencia argentina muestra que atacar a un medio es una táctica políticamente eficaz, le ayuda al presidente a solidificar sus bases, y erosiona la credibilidad de los medios independientes", señaló.

Mi opinión: Es cierto que Trump aún no ha dado ningún paso institucional serio para restringir la libertad de la prensa. Pero sus ataques verbales diarios contra los medios parecen dirigidos a sembrar la confusión, para que nadie crea en nada y todos dudemos de todo. Y cuando todos dudamos de todo, los demagogos pueden hacer lo que quieren.