Como la mayoría de ustedes, yo pensaba que la crisis económica de Venezuela difícilmente podría ser peor, porque hubo una contracción económica del 12 % en 2017, con una tasa de inflación del 700 % y una escasez generalizada de alimentos y medicinas. Sin embargo, hay nuevos datos que muestran que la situación va a empeorar aún más en 2018.

 

Maduro al anunciar la creación de una criptomoneda llamada Petro.

La razón es que Venezuela ha entrado en una nueva etapa de declive económico: la hiperinflación. Si bien el país ha tenido las tasas de inflación más altas del mundo en los últimos años, técnicamente hasta ahora no había llegado a la hiperinflación, que es cuando los precios suben más de 50 % por mes.

Venezuela cruzó ese umbral en las últimas semanas, según varios de los principales economistas internacionales. Cuando los países llegan a la hiperinflación, el dinero pierde sentido, porque nadie sabe cuál es el precio de los bienes y servicios, y la economía se ve sumida en un caos total.

Alejandro Werner, jefe del departamento latinoamericano del Fondo Monetario Internacional, me alertó sobre el hecho de que “por primera vez, la economía venezolana ha entrado en territorio hiperinflacionario a fines de 2017+. El FMI pronostica que habrá una tasa de inflación acumulada de casi 2.400% en 2018, con una disminución en el producto interno bruto del país de más del 10 por ciento.

Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y uno de los principales referentes económicos de la región, dijo que si bien algunos países en el pasado han sido capaces de superar la hiperinflación, actualmente “no se anticipa una voluntad política+ en el país venezolano para emprender reformas económicas estructurales.

Es difícil saber por cuánto tiempo el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, podrá controlar un país con hiperinflación. En algunos países que cayeron en este fenómeno, como Argentina en 1989, hubo disturbios en las calles que forzaron la renuncia del entonces presidente Raúl Alfonsín.

Pero en otros casos, como la hiperinflación de Zimbabue en 2007, el gobierno siguió imprimiendo dinero y añadiendo ceros a su moneda durante más de un año, hasta que decidió adoptar el dólar estadounidense como moneda en 2008. Sin embargo, pocos esperan que Maduro, que se ufana de ser antiestadounidense, adopte la moneda de los Estados Unidos. En días recientes, Maduro anunció la creación de una criptomoneda llamada Petro, pero la gran mayoría de los economistas no la toman en serio.

Lo más probable es que el empeoramiento de la situación económica resultará en que muchos más venezolanos abandonarán el país, y tal vez se desencadene una crisis migratoria regional.

Si los líderes latinoamericanos no intensifican su presión sobre Maduro para permitir elecciones libres con autoridades electorales independientes y observadores extranjeros creíbles, pronto tendrán un problema de refugiados venezolanos mucho mayor que el actual en sus puertas. Porque, salvo un milagro, la hiperinflación sólo hará empeorar las cosas en 2018.