La mediación del Vaticano en Venezuela ha sido un desastre. Ha legitimado al gobernante autoritario Nicolás Maduro, lanzándole un salvavidas cuando millones de manifestantes exigían su renuncia en octubre de 2016, permitiendo a Maduro ganar tiempo, fortalecerse y reprimir aún más a la oposición.

Líderes políticos venezolanos y el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, me convencieron de que la mediación del Vaticano junto con la falta de una declaración oficial de la coalición opositora dándola por terminada son los mayores obstáculos para restablecer la democracia en Venezuela.

La mediación del Vaticano junto a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) una institución que no ha hecho más que defender a demagogos populistas ha mirado hacia el otro lado mientras Maduro se rehusa a liberar a Leopoldo López y otros prominentes presos políticos, y aumentó el número de presos políticos de 83 en 2016 a 108 hoy, según el Foro Penal Venezolano.

Además, ha invalidado el derecho constitucional a convocar un referendo revocatorio y ha recortado inconstitucionalmente los poderes más importantes de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora.

Entre otras cosas, le ha quitado al Congreso el poder de hacerle juicio político al presidente, y de nombrar a los miembros del Consejo Nacional Electoral. Casi el 80% de los venezolanos se oponen a Maduro, según una encuesta de Datanálisis.

Como resultado de todo esto, Venezuela se encuentra en una parálisis catastrófica. Hay caos político y económico la inflación superaría el 1.000% este año, un récord mundial, escasez de alimentos, y la mayor tasa de homicidios de Sudamérica.

Lo lógico sería que Estados Unidos y los países latinoamericanos hagan implementar la Carta Democrática de la OEA, que permite sanciones diplomáticas colectivas contra países que violan el estado de derecho. Pero Almagro me dijo que tiene las manos atadas mientras siga la mediación del Vaticano y Unasur.

"Mientras el Vaticano esté ahí, definitivamente nosotros no tomaremos ninguna acción de impulsar la Carta Democrática", me dijo Almagro.

Agregó que la parálisis es resultado "de la presencia del Vaticano y de una actitud de espera por parte de la oposición".
Mi opinión: Para que Venezuela salga de su espiral descendente deben ocurrir tres cosas.

Primero, la oposición y el Vaticano deben anunciar oficialmente que la mediación ha terminado. Deberían definir a Venezuela como una dictadura porque Maduro ha violado el estado de derecho, al quitarle poderes básicos a la Asamblea Nacional después de que la oposición ganara las elecciones legislativas del 2015.

En segundo lugar, la Asamblea Nacional debe solicitar a la OEA que active su Carta Democrática. Para imponer sanciones diplomáticas al régimen de Maduro, la OEA necesitará los votos de la mayoría de los países de la región.

Tercero, el presidente Trump debe dejar de insultar a México, y por extensión a toda América latina. De lo contrario, Maduro se presentará como la víctima de una supuesta agresión estadounidense, y muchos países no querrán votar contra Venezuela por temor a ser vistos como aliados de un presidente de EEUU que maltrata a la región.