¡Qué escandaloso! A pesar de la sangrienta represión del presidente Nicolás Maduro, que ha dejado más de 100 muertos, miles de heridos y cientos de presos políticos en los últimos tres meses en Venezuela, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU) todavía no ha dicho una sola palabra sobre la crisis venezolana.


El CDHNU, con sede en Ginebra, y cuya misión es promover "los más altos estándares" de derechos humanos en todo el mundo, no ha emitido ni una sola resolución sobre Venezuela, ni ha convocado a una sesión urgente para discutir la crisis venezolana, ni ha pedido siquiera una investigación sobre las muertes de los jóvenes manifestantes venezolanos por guardias nacionales y turbas armadas respaldadas por el gobierno.


Hay una razón para esa inacción. Casi la mitad de los 47 países miembros del Consejo son dictaduras incluidos Cuba, China y Arabia Saudita que se defienden mutuamente de las acusaciones de violaciones de derechos humanos.


"El Consejo puede convocar una sesión de emergencia sobre Venezuela en cualquier momento, y dado lo que está sucediendo en las calles allí, debería haberlo hecho", dice Hillel Neuer, director de UN Watch, un grupo no gubernamental con base en Ginebra que monitorea las acciones de la ONU.


El salvaje ataque de los colectivos chavistas a diputados opositores el pasado 5 de julio en la Asamblea Nacional de Venezuela, en Caracas, generó un rechazo mundial. Pero las golpizas y las agresiones son recursos usados con frecuencia por los seguidores de Maduro y el fallecido Hugo Chávez en contra de la oposición.


Ni EEUU ni otras democracias con bancas en el Consejo presentaron mociones para condenar los recientes abusos de los derechos humanos. El gobierno de Trump, aparte de algunas fotos en las que el presidente Trump posó con figuras de la oposición venezolana y sanciones contra funcionarios venezolanos que ya habían empezado en la época de Obama, ha sido en gran parte invisible en la crisis venezolana.


Trump aún no ha nombrado a un embajador estadounidense ante la ONU en Ginebra, que es una de las razones por las cuales no hubo presión estadounidense de alto nivel para debatir el caso.


La inexperiencia e ineptitud diplomáticas del gobierno de Trump fueron también evidentes en la reunión especial de cancilleres de la OEA sobre Venezuela en junio.


Estados Unidos dice que está considerando retirarse del Consejo a menos de que este sea reformado. Pero casi todas las organizaciones independientes de derechos humanos coinciden en que sería una mala idea este retiro del Consejo.


Mi opinión: Estoy de acuerdo, aunque dudo que el gobierno de Trump pueda tener mucha credibilidad en temas de derechos humanos. Trump ha elogiado públicamente a los dictadores de Rusia, China, Arabia Saudita y Egipto, entre otros, rompiendo con la tradición bipartidista de los presidentes de EEUU de criticar los abusos de los derechos humanos en todas partes.


Hay que presionar al Consejo de Derechos Humanos para que se pronuncie sobre Venezuela, pero la mejor manera de hacerlo es que todas las democracias del mundo lo denuncien como lo que es, una farsa monumental.
 

La situación en las calles de Venezuela sigue siendo preocupante.