Es hora de que el presidente Trump le preste un poco de atención a latinoamérica: hasta Venezuela, un país en bancarrota, ha sido más rápida y generosa que EEUU durante la tragedia que está ha estado azotando a Perú -un aliado de Estados Unidos- en las ultimas semanas. 


Me costó creerlo cuando leí un artículo en el periódico El Comercio de Perú del 19 de marzo que listaba a los presidentes extranjeros que habían expresado su solidaridad con el Perú por las inundaciones del fenómeno de El Niño, que ya causaron al menos 75 muertes y han dejado a más de 100.000 personas sin hogar. 


Los presidentes de España, Venezuela, Colombia, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay, Nicaragua, Honduras y Panamá, entre otros, llamaron al presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski o anunciaron ayuda humanitaria al Perú. Pero EEUU no estaba en la lista. 


Cuando llamé a un asesor de Kuczynski para preguntarle si el artículo había omitido mencionar a EEUU por error, me dijo que aún no había una declaración oficial de Washington ni un anuncio de ayuda estadounidense. 


El embajador de EEUU en Perú había llamado para ofrecer ayuda, lo que resultó en el traslado el 22 de marzo de 10 helicópteros antidrogas estadounidenses, a la zona inundada en la costa norte, dijo el funcionario peruano. Pero eso era todo. Cuatro días antes, el régimen autoritario de Venezuela -que se encontraba en medio de una disputa diplomática con Perú por los reclamos de Kuczynski de que se permitan elecciones libres- anunció que estaba enviando un avión militar con 100.000 cajas de comida y equipo de rescate. Kuczynski respondió que la ayuda de Venezuela era "obviamente bienvenida". 


Para ser justos, un presidente de EEUU tiene que pasar por más controles que un dictador venezolano para aprobar gastos especiales. Y también es cierto que el gobierno de Trump tiene sólo 2 meses de vida, y que el Departamento de Estado esta pasando por un momento difícil. Sin embargo, hay razones para preocuparse de que EEUU se aleje de sus amigos y fortalezca a sus adversarios en la región. 


Trump ya ha ordenado la retirada estadounidense del Acuerdo Transpacfico, o TPP, que incluye a varios países latinoamericanos. Además, promete renegociar el tratado de libre comercio con México y Canadá, y examinar los acuerdos comerciales con Centroamérica, Chile y Perú. 


La semana pasada, por primera vez en por lo menos 20 años, EEUU no se presentó ante la respetada Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dando una victoria propagandística a Cuba y a otros regímenes autoritarios que a menudo boicotean las audiencias de la Comisión. 


Mi opinión: Ningún presidente de los EEUU en los últimos tiempos le ha prestado mucha atención a América Latina, pero pareciera que la nueva administración ni siquiera pretende aparentar tener interés en la región. La ausencia de un envío de ayuda o siquiera una declaración de apoyo moral para el presidente peruano -un ex banquero de Wall Street que había visitado a Trump en la Casa Blanca el 24 de febrero- es preocupante. 


Puede que se deba a la indiferencia, la arrogancia o la inexperiencia, pero ciertamente no es algo que vaya a ayudar a Estados Unidos. 
 

EEUU estuvo ausente en la ayuda a Perú después de las inundaciones.