Hace pocos días, pasé una tarde en la Escuela Secundaria de Robótica de Seúl, una escuela vocacional donde los estudiantes aprenden a construir y operar robots. Yo ya sabía, tras visitar escuelas similares en China y Singapur en viajes anteriores, que los jóvenes asiáticos estudian mucho más que los latinoamericanos. Pero la visita a la escuela de robótica de Seúl me dejó boquiabierto.

Le pedí a Surim Kim, una estudiante de 17 años, que me describiera un día típico suyo. Me contó que se despierta a las 6:30 am, y comienza las clases a las 8 am, hasta las 4 pm. Después, entre las 4 y las 8 pm, asiste a clases privadas para obtener su certificado nacional en matemáticas y otras habilidades técnicas. ¿Y cuándo haces tus tareas escolares?, pregunté. "De las 8 a las 11 de la noche, aunque varios días por semana me quedo estudiando hasta la 1 de la mañana", respondió. Cuando levanté las cejas, asombrado, Kim se encogió de hombros, y agregó: "Eso es lo más normal aquí".

Los fines de semana, Kim estudia unas 6 horas al día. Y durante sus vacaciones de verano, toma cursos en una escuela privada o hace una pasantía en una empresa. Mientras Kim estudia un promedio de 16 horas al día, la mayoría de los jóvenes latinoamericanos pasan la mitad de ese tiempo, o menos, haciendo trabajo académico. Y mientras Corea del Sur tiene un año escolar de 220 días, la mayoría de los países latinoamericanos tienen entre 180 y 200 días, sin contar paros y huelgas.

Además, los profesores surcoreanos tienen que pasar exámenes mucho más duros, están mejor pagados y gozan de un estatus social mucho más alto que los latinoamericanos. Sólo el 5 % de los graduados universitarios con los mejores promedios pueden aspirar a ser maestros en Corea del Sur. No es sorprendente, entonces, que Corea del Sur salga en los primeros 10 lugares de las pruebas internacionales PISA de matemáticas y comprensión de lectura para estudiantes de 15 años, mientras que la mayoría de los países latinoamericanos están entre los 10 lugares más bajos. Y tampoco debería ser sorprendente que Corea del Sur registró 18.000 patentes de nuevas invenciones en 2015, en comparación con las 320 de Brasil, las de México 170 y las 70 de Argentina.

En parte gracias a su obsesión por la educación, Corea del Sur, un país sacudido por escándalos de corrupción política que hace apenas 5 décadas era más pobre que la mayoría de los países latinoamericanos, hoy día duplica el ingreso per cápita de las naciones de América Latina.

Muchos de ustedes deben estar preguntándose, ¿y qué pasa con la tasa de suicidios de Corea del Sur? ¿No es un síntoma de que algo está mal con su sistema educativo?

Mi opinión: Sí, la obsesión de Corea del Sur con la educación le puede estar poniendo demasiada presión a muchos jóvenes, pero la cultura de complacencia de América Latina es tan mala, si no peor. Produce desigualdad y atraso crónico.