El año pasado comenzaron los trabajos de recuperación de la Iglesia Catedral San Juan Bautista, proyecto integral en varias etapas, más y menos complejas, que involucra al gobierno de la provincia, la comuna capitalina y empresas privadas, en el que también se inscribe el plan de reacondicionamiento de sus imágenes. Esta acción en particular fue impulsada por la propia Catedral y gracias a la Ley provincial de Mecenazgo, obtuvo la financiación de Fundación Banco San Juan para concretarla. En plena ejecución, una tanda de tres importantes esculturas viajó a Mendoza a fines del año pasado, para que el artista y restaurador Ricardo Cubisino las acondicionara; pero fue la ausencia de una en especial que que llamó más la atención de la feligresía. Se trata de La Inmaculada Concepción de María, ubicada en el lateral sur del altar, que finalmente esta semana volvió a su lugar tras más de cuatro meses en tratamiento. Fue emplazada el miércoles pasado, en el marco de las celebraciones pascuales y hoy es una ocasión más que oportuna para volver a admirarla, ya en todo su esplendor. Una revaloración donde lo religioso se complementa con la importancia histórica, patrimonial y artística de esta pieza centenaria que llegó de España hace más de un siglo, que sobrevivió dos terremotos y que cambió de lugar un par de veces, entre otros avatares.

– Foto Daniel Arias –

“La Inmaculada Concepción es la imagen titular, ya desde la antigua catedral’, marcó a DIARIO DE CUYO Daniel Izasa, parte del equipo local y quien tuvo a su cargo la investigación histórica, la selección del restaurador y del orfebre, y el seguimiento. Ese dato no deja de ser una curiosidad para Cubisino, especialista en imágenes religiosas, para quien “seguramente hubo algún franciscano entre las autoridades de la Catedral, porque ellos tienen gran devoción por esta advocación’, dijo. Sea que hayan tenido influencia o no en la elección, sí hubo dos obispos franciscanos en la Diócesis de Cuyo, Fray Nicolás Aldázor y Fray José W. Achaval y Medina; aunque fue desde mediados a fines del 1800, mucho antes de que la escultura fuera entronizada en el templo mayor de la provincia.

Esta pieza de 1,80 m de altura realizada en “pasta cartón madera’ (una innovación para la época, ya que llevaba menos tiempo de hechura, permitía seriarlas y la hacía más ligera y resistente), con ojos de cristal y decorada a mano habría arribado San Juan entre 1910 y 1915. Fue realizada en El Arte Cristiano, famoso taller español de imaginería religiosa establecido en 1880 en Olot (Girona), que aún funciona, por donde han pasado destacados artistas (puede visitarse su web elartecristiano.com y observar cómo elaboran sus creaciones). De hecho, este modelo de Inmaculada inspirado en una pintura de Bartolomé Esteban Murillo, apuntó Cubisino- tiene un sello que así lo acredita.

En el altar de la antigua Catedral (arriba), al centro del retablo, la Purísima
con la aureola de focos. La misma imagen fue a la Cripta en los ’60, durante el arzobispado de Ildefonso Sansierra.

“No es una imagen fundacional, de hecho no pasó el terremoto de 1894, ya que según los registros de la Catedral, en esa época había un cuadro de la Purísima’, acotó Izasa, que contó con colaboración de la vicecanciller del Arzobispado, Adriana Velardez.

No abundan, pero fotografías posteriores de la antigua Catedral -iniciada por los jesuitas y venida abajo con el terremoto del ’44- ya muestran a La Inmaculada entronizada en el centro del retablo mayor (detrás del altar), debajo de San José (titular del originario templo jesuítico) y flanqueada por San Pedro y San Juan Bautista (patrono de la ciudad), como documenta Horacio Videla en La nueva Catedral de San Juan.

Después de esa tragedia, la escultura -que no sufrió mayores daños y fue conservada- permaneció en la Cripta -estrenada a comienzos de los “60- hasta la inauguración de la nueva Catedral, en 1979, cuando volvió al altar principal.

Deteriorada por el paso del tiempo y los tocamientos de los fieles, fue entonces cuando se hizo la primera restauración de la que se tiene información. Correcta, la califican, estuvo a cargo de Ignacio Puig, dijo Izasa citando escritos de Juan Mariel Erostarbe en su libro sobre la Catedral. Y tal como consigna Catedral San Juan de Cuyo, en Facebook, en 2022 volvió a ser intervenida, esa vez por Verónica Aragón, aunque hay testimonios que objetan la calidad del trabajo realizado.

Así fue que llegó, en 2024, a manos del restaurador mendocino, especialista en santería que, tal como lo definió, hizo una intervención y puesta en valor (ver página 13) de La Inmaculada de Olot.

De izq. a der: Virgina Agote (coordinadora general del proyecto integral de restauración con Fundación EOS), Laura Adamoli (Fundación Banco San Juan), Padre Andrés Riveros (párroco de la Catedral) y Daniel Izasa (investigación histórica y seguimiento de la restauración) participaron de la reposición de La Inmaculada.

Con su carnadura original y color del ropaje menos estridente -en sintonía con el estilo sobrio de la Catedral-, la Inmaculada lleva ahora un manto azul celeste y túnica blanca (ligeramente crema por la pátina), colores que simbolizan el Misterio de la Concepción Inmaculada (y que, dato al margen, inspiraron la creación de la bandera argentina).

Lo que sí se cambió completamente fue la aureola. Tenía una de madera, que no era apropiada para su jerarquía, con estrellas sujetas por rayos concéntricos y pintada en dorado. Esa “corona’ reemplazó a una de pequeños focos, práctica extendida en época de Pío XII (1939 a 1958) iniciada en el Vaticano -según Cubisino-, que dejó de usarse cuando La Purísima salió de la Cripta para volver al altar mayor. No hay datos certeros, quizás la de luminarias reemplazó a la original, que -según la tradición de El Arte Cristiano- posiblemente fue de bronce o de latón con grabados y troquelada. No se sabe que pasó con la que traía, la hipótesis más extendida es que se perdió entre las ruinas del terremoto. Actualmente la Virgen luce una de alpaca con detalles en bronce, confeccionada en San Juan por los artesanos orfebres Roberto Escobar y Sabrina Nieva.

“Es muy importante conservarla, por la devoción y porque es una referencia histórica’, expresó Cubisino a este medio. “Es una pieza clave desde lo histórico y lo patrimonial. Y es una obra de arte -coincidió Izasa-. Es justicia devolverla el valor que tiene como imagen titular de San Juan. Quizás podamos crear un poco de conciencia patrimonial, ya hemos perdido demasiado’.

“Más de 100 años acompañando a los sanjuaninos, no deja de ser un signo de la maternidad de María para este pueblo. Es una de las cosas por las que ameritaba esta restauración y ha quedado hermosa. Tenemos expectativa de que, al contemplarla en su casa, en este hogar de peregrinos, podamos ir al Creador’, concluyó el párroco de la Catedral, Andrés Riveros.

> Intervención y puesta en valor

La Inmaculada Concepción de María se encuentra en el ala sur del altar de de la Catedral Metropolitana de San Juan. En noviembre pasado llegó al taller de Ricardo Cubisino Richiardi, en Mendoza, quien contó detalles de esta imagen y de su quehacer a DIARIO DE CUYO.

Antes y después. La anterior vista de La Inmaculada Concepción y cómo está hoy tras la reciente intervención.

 

Sello. En la parte posterior y abajo, está el sello de bronce que indica que es originaria de la santería El Arte Cristiano, de Olot (España).

“A fines del XIX, principios del XX, empezaron a hacer en España imágenes con una técnica diferente a las que se hacían hasta entonces, que eran en general tallado en madera o metal fundido. Estas esculturas, que se siguen haciendo, son de pasta de madera, una mezcla de yeso con cola y arpillera; y con almas o listones de madera para que tenga más estabilidad. Era más resistente, liviana, con cierta blandura. Como había mucha demanda, esta técnica permitió a los santeros acortar tiempos haciendo vaciados en moldes y sacando calcos de la misma imagen, un trabajo seriado, aunque terminado a mano. A esa época y estilo pertenece La Inmaculada de la Catedral de San Juan y hay varias por el estilo en el país, con algunos pequeños cambios también’, relató. “Este modelo es copia de una obra famosa de Murillo, uno de los pintores sacros más importantes de España. Gustó tanto, se hizo tan popular, que la empezaron a replicar en escultura’, declaró. “También había distintos tipos de acabado. Ésta Inmaculada tiene uno intermedio, simple, sin tanta decoración’, dijo el especialista, que hizo un trabajo externo y además interno, para reforzarla. “Se encolaron algunas partes, se nivelaron las zonas de faltantes de pintura o material… Por afuera tenía algunas magulladuras, una fisura que habían tapado con una pasta… Cuando me llegó lo primero fue evaluar si tenía abajo la pintura original. Ya había sido intervenida un par de veces, la última con un repintado que incluso arruinó el trabajo anterior’, marcó el especialista de amplia trayectoria (ver aparte).

> El especialista
Ricardo Airel Cubisino Richiardi es escultor e imaginero religioso egresado de la Academia Provincial de Bellas Artes de Mendoza como Docente en Artes Plásticas. Ha intervenido, entre otras, la Virgen de Luján de Cuyo, del 1800; la Virgen del Rosario de Quines San Luis, imagen fundacional; La Virgen del Carmen de Cuyo, del 1700; y la Virgen del Buen Viaje, que se venera en el templo de la Compañía de Jesús de Mendoza, del 1600.

> La aureola
Realizada especialmente para La Inmaculada, es de alpaca y bronce. Las estrellas tienen aplicaciones de bronce y están remachadas en cobre. Fue realizada, a instancias de Izasa, por el orfebre ecuatoriano radicado hace 15 años en San Juan, Roberto Escobar, junto a su pareja Sabrina Nieva. “Ella hizo la primera etapa, cortó las estrellas a mano con una sierra muy finita. Luego se calienta el material y se martilla, se embute, para sacar volumen. Entonces se colocan los detalles, arabescos en alambre de bronce. Después se mete en un ácido para limpiar y ahí pulir’, dijo el artesano autodidacta, que por primera vez trabaja para una iglesia. “Cada estrella es martillada una por una para darle el volumen. Están remachadas, no soldadas, lo que resulta más conveniente porque permite acomodarlas a gusto’, dijo sobre las 12 estrellas (algunas quedan un poco ocultas detrás de la cabeza), que simbolizan las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles, señalaron.

“Tiene 50 cm de diámetro, se hizo en dos semanas. Fue un gran desafío, porque era algo muy formal y muy definido’, declaró “el Negro Robert’.

> Piel, pelo y ojos, como antes
Casi una cirugía es lo que hizo Cubisino Richiardi para devolverle a La Inmaculada Concepción de la Catedral el color de piel original (la carnadura o carnaciones, que les llaman). Con total delicadeza fue removiendo capa por capa la pintura y pátinas que cubrían la original, que -dijo- afortunadamente se mantenía en excelente estado debajo de las sucesivas intervenciones.

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“Empecé a decapar las capas pictóricas de los repintados. Es un trabajo para el que hay que tener mucha paciencia y que se hace con soluciones, hisopo y bisturí, parte por parte. Poco a poco se va decapando y estudiando el material con el que uno se encuentra, para no dañar la pieza. Las carnaciones de cara y manos tenían hasta tres capas. Cuando llegué a la pintura original, que es un óleo -una mezcla de pigmento, cera de abeja y aceite de lino- se pudo ver finalmente cómo vino de España. Afortunadamente se había conservado en perfecto estado. En las partes más lijadas, manchadas o deterioradas hubo que arreglar antes. También se mejoró el pelo, que tenía purpurina dorada; y se limpiaron los ojos, que son de cristal (NdeR: En una de las fotos puede verse un sector de la frente ya con las capas de pintura y pátinas removidas)

> Realce sin estridencias
También usando bisturí y químicos, el artista fue abriendo “ventanas’ en el ropaje’, atravesando pequeñas capas hasta llegar al color original, que no era el azul fuerte que lucía. Ya con el diagnóstico certero, procedió al decapado.

“Nos basamos en fotografías de la Virgen como estaba antes, fue una investigación importante. Y como todavía existe el taller que que la hizo y no ha cambiado las técnicas, hay referencias que se pueden usar’, explicó Cubisino Richiardi, quien encontró en las vestiduras pintura iridiscente, que obviamente no era original. “Además había sido pintada sobre suciedad, sobre capas de grasa. Lleva mucho tiempo sacar eso, se hace a lupa, bisturí y algodón. Además estaba fuera de estilo, así que volvimos al manto celeste original y la túnica blanca, que se ve crema por la pátina’, acotó.

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Un detalle no menor que descubrieron en el decapado del manto de la imagen, “muy sencilla’, es que tenía unas líneas color oro. Pero para darle realce, por su jerarquía en el templo, decidieron -respetando el estilo- hacerle un galón laminado de hojas de oro, con piedras de fantasía. “Es una imagen de buena calidad pero sencilla. Seguramente se compró esa por un tema de costos, porque a más decoración, más caras eran’, apuntó Izasa.

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> Inocentes y querubines
Una de las zonas más deterioradas era la base de la escultura. La Inmaculada está, a sus pies, rodeada por dos querubines (se los representa sin cuerpo, solo cabeza y alas, porque son seres no materiales que pertenecen al reino celestial) y un santo inocente (tiene cuerpo, simboliza a los niños menores de un año que fueron asesinados por Herodes, cuando buscaba al Rey de Reyes, Jesús). Este modelo de la famosa santería española tiene dos querubines y un santo inocente (todos con ojos pintados, no de cristal en este caso), pero también hay imágenes solo con santos inocentes, por ejemplo. Como esa parte está al alcance de los fieles -aunque siempre estuvo ubicada a cierta altura-, los reiterados tocamientos provocaron que uno de los querubines se quedara prácticamente sin nariz y con el acabado muy desgastado; así que primero hubo una tarea de reconstrucción en los faltantes.

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También se decapó el conjunto, llevándolo a tonos más armónicos, acordes al resto de la imagen de Olot; que condice con el estilo austero de la Iglesia Catedral. “Hay que tener en cuenta que estas esculturas son para exhibir ante la feligresía, no para un museo, así que se trata de hacer un trabajo que dure, pero se sabe que con el tiempo tendrá un desgaste donde están más expuestas’, dijo Cubisino Richiardi.