Después de 4 años, el hawaiano Peter Hernández, conocido como Bruno Mars, regresa con “24k Magic” (o XXIVK Magic), un álbum que marca una línea ascendente en la buena carrera tiene.

 

Quienes se guíen solo por el primer corte de difusión, que le da nombre al disco, se están perdiendo de la calidad musical que despliega esta producción, que va desde el R&B contemporáneo, atraviesa el pop y abraza el retro-soul. Mars pone de manifiesto sus influencias y el disco sobrevuela mucho la década de los 80s. El álbum abre con “24k Magic” y luego da paso a “Chunky”, una canción con aires de Stevie Wonder y Prince. En “Perm” juega a ser James Brown, lo hace tan bien que el oído distraído podría confundirlos. “That’s What I Like” remite más a los 90s de Bobby Brown. 

 

 

La segunda parte del disco comienza con “Versace On The Floor”, la quinta pista del disco, el segundo corte que entregó como adelanto, en donde vuelve a sonar como una mezcla de Wonder/Prince. “Straight Up & Down” continúa el tono de balada R&B lista para sonar en las radios. Cerca del final del disco llega “Finesse”, unc hip-hop tamizado por el R&B post-disco de los 90s. El disco cierra con “To Good To Say Goodbye”, una balada que remite a la Filadelfia de los 70s y comienzos de los 80s.

 

Bruno Mars desnudó y expuso sin reparos sus fuertes influencias y resulta efectivo. “XXIVK Magic” es un disco corto, no necesita más. Pocas veces un título fue tan descriptivo, son 9 canciones en 33 minutos que representan 24 quilates mágicos.