Vanina Rivero, el día que llegó al hospital gravemente herida.

Fijar domicilio y someterse al cuidado del Patronato de Presos, Liberados y Excarcelados. Concurrir a la Secretaría Social de la Corte para que allí los psicólogos le realicen un estudio de personalidad con el fin de saber las causas que originan sus impulsos agresivos. No acercarse a su expareja a menos de 200 metros y si acaso coincidieran en algún lugar, abandonarlo. Colaborar con la mantención de sus hijos. No consumir drogas ni abusar del alcohol ni cometer nuevos delitos. Pero lo más "prioritario y esencial" para el juez Ernesto Kerman (Sala II, Cámara Penal) es que el condenado realice cursos o talleres sobre perspectiva de género.

Todos esos requisitos impuso el magistrado a Silvestre Díaz (51 años, jornalero) como complemento de la pena de 3 años sin encierro que le aplicó por dos ataques, en 2016, que dejaron lesionada a su expareja Vanina del Valle Rivero (40): uno a trompadas en la calle cuando la mujer volvía del trabajo a su casa en 25 de Mayo. Y unos 20 días después el más grave, porque la atacó a martillazos cuando dormía y le dejó un dedo quebrado y una fisura en el cráneo.

La condena contra el obrero fue la consecuencia del juicio abreviado que acordó a través de su defensor Maxiliano Orozco con la fiscal Leticia Ferrón de Rago. Y el juez lo respetó por completo.

El juez Ernesto Kerman le impuso a su ex un curso sobre perspectiva de género.

Así, se calificó como lesiones leves agravadas por el vínculo el primer ataque, ocurrido la noche del 21 de enero de 2016. Esa vez la mujer había bajado de un remís y caminaba hacia su casa cuando su concubino le salió de unos cañaverales y la tumbó de una trompada en la nuca. En el piso, la siguió golpeando.

Hubo denuncia entonces y hubo también prohibición de acercarse para el jornalero. Pero la mañana del 9 de febrero volvió a la carga. Esta vez, mientras dormía, arremetió contra ella con un martillo. Y ella se salvó por poco. El oportuno grito de uno de sus hijos la puso en guardia, pero igual terminó con el cráneo fisurado y el índice de su mano derecha quebrado, entre otras heridas.

Ese segundo ataque fue calificado como lesiones graves calificadas por el contexto de violencia de género contra Silvestre Díaz. En los primeros tramos de la investigación, tras ser detenido, el jornalero intentó justificar sus violentas reacciones por "las infidelidades" de la madre de sus hijos.