Ya habían realizado unos 30 metros de zanja y estaban en el último tramo que da a la vereda, pegados a la pared de adobes de una vieja casa. En eso llegó el dueño de la obra y un tercer obrero salió de la excavación para ayudarle a bajar una bolsas de cemento. Según fuentes policiales y judiciales, en ese momento se desencadenó lo inesperado: el violento derrumbe de los adobes sobre el encargado de realizar esa zanja para hacer una medianera, Orlando Angel Luna (56) y su hermano Alberto Vega (49).

Los hermanos hacían una zanja pegada a la vieja construcción de adobes, que cedió y les cayó encima. Un tercer obrero alcanzó a salir justo antes del derrumbe.

Habían pasado unos minutos de las 12 de ayer cuando todo fue desesperación en esa obra en calle Lemos, unos 100 metros al Sur de Agustín Gómez (más conocida como Calle 5) en Pocito. Ese otro obrero que siempre le ayudaba a Luna, Walter González (43), el empleador de todos ellos, varios vecinos y Bomberos se acercaron para sacar a los hermanos de entre los adobes. Vega pudo ser asistido y ayer estaba fuera de peligro. Luna en cambio había sufrido la peor parte pues además de los adobes sobre él había caído también, aprisionándolo, la viga de la casa, indicaron los voceros. Cuando lo asistió personal de la salud, ya nada se podía hacer por su vida.

En la UFI de Delitos Especiales deberán determinar si el caso debe ser o no archivado

Tenía 56 años Orlando, seis hijos (uno ya fallecido) y sus amigos y su familia le decían "Pipi". "Lo suyo siempre fue la construcción, pero si había alguna otra cosa también se prendía, ahora estaba muy entusiasmado porque tenía una chacra con otra persona y estaba contento por el repunte de los zapallos luego del granizo", explicó ayer su exesposa Laura Aciar. "Nunca dejó que le faltara nada a sus hijos", precisó la mujer.

El caso por la muerte de Luna era investigado ayer por personal de la UFI de Delitos Especiales dirigida por el fiscal Adrián Riveros. Acompañados por Bomberos y Criminalística, recabaron ayer todas las pruebas necesarias para determinar cómo puede cerrar el caso.

En principio, tenían instalada la teoría de una muerte accidental. Pero de la recolección de pruebas encarada esperaban tener un panorama más preciso para saber si cabe o no atribuirle a alguien más alguna responsabilidad por esa muerte.