Las primeras repercusiones del desastre en uno de los mayores supermercados del centro de 9 de Julio, "El Almacén", llegaron a la casa paterna del boxeador Segundo Centeno, que vive al lado. Alrededor de las 4 de ayer, un insoportable olor a humo los sacó de la cama e instantes después, el púgil, su papá Mario y su hermano Matías, se ponían de cabeza a tirar agua, con una manguera y baldes, para impedir que las llamas se cruzaran hasta el modesto gimnasio montado por el deportista. Fueron instantes dramáticos, porque en plena lucha, sobre el techo, la onda expansiva de la explosión de una garrafa hizo volar unos 5 metros al jefe de familia y le quemó las zapatillas y la parte baja de los pantalones al propio boxeador.

El otro frente del problema los sufrían los dueños del supermercado, el director de la escuela de capacitación laboral Jorge Humberto Yacante, Raúl Albornoz y su esposa Lilia Díaz. La mujer se despertó confundida cuando escuchó los gritos de sus vecinos llamándolos. Pensó que se les habían metido a robar por el fondo, pero cuando su marido se levantó a ver qué pasaba, casi se caen de espaldas.

Las llamas sobresalían por el techo y avanzaban sin remedio sobre todo ese comercio que tantos años les había llevado construir, e incluso afectaron parte de la cocina comedor de la vivienda. Ocho heladeras, cuatro equipos de aire acondicionado, una fotocopiadora nueva, dos televisores, los muebles y toda la mercadería que tenían en ese local polirrubro donde vendían además carnes, verduras y objetos de librería, se contaban entre las pérdidas.

El incendio también destruyó las máquinas y todo lo que había en la fábrica de jugos "Coronado" de uno de sus cinco hijos, que también había sido construida en el lugar. Y dañó toda la construcción del comercio. Los Bomberos, evitaron que el fuego se propagara a los vecinos.

El episodio tuvo además un costado indignante. Un par de vecinos aprovechó la confusión para robar al menos dos garrafas a los comerciantes.

Les había costado mucho construir el supermercado a Raúl y Lilia. Ambos son oriundos de 25 de Mayo y se habían mudado a 9 de Julio en 1982, cuando les dieron una casa en el barrio 9 de Julio I, frente a la plaza departamental, en la esquina de Gobernador de Rosas y Diagonal Sarmiento. Años después, encararon un pequeño comercio con una fotocopiadora y artículos de librería. Y de ahí se expandieron en los fondos de la casa, hasta el último emprendimiento, la fábrica de jugos.

"Es millonaria la pérdida y ahora no sé cómo vamos a hacer, pero buscaremos la forma de empezar de nuevo. Hay un vecino que nos ofreció una casa, pero nos vamos a quedar acá, porque si aprovecharon la desgracia ajena para robar imagínese si se enteran que no estamos", dijo ayer Raúl, destruido.