La función que tienen los riñones es de suma importancia y la forma con que la llevan a cabo es para maravillarnos. Por nuestros riñones pasa durante todo el día la sangre de nuestro cuerpo unas 100 veces, más o menos, y ellos van separando a manera de un filtro todos los residuos e impurezas que hemos ido acumulando. 


Así, la sangre sale de los riñones limpia y pura para seguir vitalizando nuestro cuerpo. De allí surge la orina como secreción de los riñones, este líquido de eliminación de tóxicos es recogido por la vejiga, desde la cual será expulsado al exterior. De esta forma se elimina gran parte de las toxinas que penetran o elabora nuestro organismo, a través de la red sanguínea que las arrastra y de los riñones que las separa, siendo expulsadas al exterior desde los más apartados rincones de nuestro cuerpo. 
A los riñones los rodea una capa de tejido graso que cumple la función de protegerlos contra los posibles golpes o sacudidas, al tiempo que esa misma grasa los mantiene en su lugar. Ellos, entonces, están convenientemente dotados para llevar a cabo la tarea que les es propia. 


El Día Mundial del Riñón se propuso como una campaña mundial de concientización acerca de la importancia de este órgano en la salud de la población. Esta campaña surgió en 2006 como una iniciativa conjunta de la Sociedad Internacional de Nefrología y la Federación Internacional de Fundaciones Renales. Es importante conocer que el 10 % de la población global está afectada por Enfermedad Renal Crónica (ERC), y su prevalencia continúa en aumento. Se calcula que en el año 2030 habrá 5.4 millones de individuos en diálisis en todo el mundo. 
 

Los principales objetivos son:  
 
 -  Impulsar un estilo de vida sana y saludable. 


 -  Impulsar la donación para el trasplante renal. 


 -  Prevención de enfermedades renales crónicas. 


 -  Implementar la detección temprana de la enfermedad. 


 -  Incrementar el conocimiento sobre las enfermedades renales. 


 -  Concientizar a la población sobre la prevención de la enfermedad. 


 -  Informar sobre los factores de riesgo frente a una enfermedad renal. 

 
 "Enfermedad renal y obesidad"  


 
Es el lema elegido para el 2017 tratando de remarcar la importante vinculación entre ambas patologías. Se promueve la educación sobre las consecuencias negativas de la obesidad y su asociación con la enfermedad renal, destacando la importancia de un estilo de vida saludable y de las políticas sanitarias que hacen accesible una conducta preventiva. 


La obesidad se define como la acumulación excesiva de grasa corporal en detrimento de la salud. En 2014, había en todo el mundo más de 600 millones de personas adultas obesas. 


La obesidad es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de la enfermedad renal. La probabilidad de que se desarrolle la enfermedad renal en la población obesa, incluyendo a quienes sufren de diabetes e hipertensión, es mayor que en la población general. En 10 años, la obesidad afectará al 18% de los hombres y al 21% de las mujeres en todo el mundo. En la población general, la obesidad aumenta la mortalidad y contribuye al desarrollo de otras enfermedades como enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, apnea obstructiva del sueño, hígado graso, enfermedades vesiculares, osteoartritis, varios tipos de cáncer, enfermedades mentales y una baja calidad de vida. La evidencia muestra también que la obesidad es un importante factor de riesgo para el desarrollo de la ERC (enfermedad renal crónica) y para la ERC terminal; tanto de modo indirecto a través del aumento de la diabetes, la hipertensión y de las enfermedades cardiovasculares como directamente a partir del incremento de la carga de trabajo del riñón. 


Una forma práctica de evaluar la obesidad es a través del Índice de Masa Corporal (IMC) mide el estado nutricional calculando el peso dividido por la estatura al cuadrado. 
 
 


 La enfermedad del siglo XXI  
  
La obesidad en el mundo es una pandemia (enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región). Para la OMS, el 60% de los argentinos tiene sobrepeso, uno de cada cuatro mayores de 18 años es obeso. La prevalencia de obesidad pasó del 14,6% registrado en 2005, al 18% en 2009 y el 20,8% en 2013, lo que implica un aumento del 42,5%. Y los números siguen en aumento. 


Esta problemática, que se ha agudizado en los últimos años, obedece principalmente a factores socio-ambientales y culturales, a patrones de consumo y al advenimiento de nuevos estilos de vida. Estos factores contribuyen a la construcción de un "entorno obesogénico", es decir, un ambiente que promueve la obesidad en las poblaciones. Una de las preocupaciones centrales que genera este entorno es que se caracteriza por un consumo elevado de productos ultra procesados altos en grasas, sal y azúcar, afectando el consumo de preparaciones tradicionales basadas en cereales, leguminosas, frutas y verduras frescos. 
 


Prevención  
 
La buena noticia es que la Obesidad, así como Enfermedad Renal Crónica, se puede prevenir. Al reducir la obesidad se podría revertir o retrasar la progresión de la enfermedad renal crónica. La información acerca de los riesgos que supone la obesidad y los beneficios de un estilo de vida saludable, incluyendo una nutrición adecuada y la actividad física, pueden contribuir en la prevención de la obesidad y la enfermedad renal. 
 


 Para tomar nota:  


 
 1-  Las dietas extremas no son recomendables y, probablemente, no tiene éxito en el largo plazo. El reto consiste en modificar el comportamiento de una manera que va a cambiar la forma en que una persona vive, lo que resulta en beneficios prolongados.  


 
 2-  Componentes específicos de la dieta a destacar, incluyen la proteína que se limita y el sodio. Dietas altas en proteínas populares para la pérdida de peso, tales como la dieta Atkins, se deben evitar, ya que el exceso de proteínas puede aumentar la carga de trabajo de los riñones y promover la pérdida de la función renal. 


 3-  El exceso de consumo de sal aumenta la presión arterial y contribuye a ERC en individuos predispuestos.  


 
 4-  Limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares y aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos, mejoran el sobrepeso y la obesidad. 
 


 5-  La industria alimentaria puede desempeñar un papel importante en la promoción de dietas sanas del siguiente modo: 


 -  Reduciendo el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos procesados; 


 -  Asegurando que las opciones saludables y nutritivas estén disponibles y sean asequibles para todos los consumidores;  


 -  Limitando la comercialización de alimentos ricos en azúcar, sal y grasas, sobre todo los alimentos destinados a los niños y los adolescentes; y

 -  Asegurando la disponibilidad de opciones alimentarias saludables. 


 
 6-  La actividad física es esencial para la reducción exitosa de peso saludable. El ejercicio aumenta el gasto de energía, promueve la pérdida de peso y ayuda a mantener un peso adecuado. La inactividad no es saludable y debe ser evitada. 


 
 7-  El sueño adecuado promueve el mantenimiento de un peso saludable. La mayoría de los individuos requieren unas siete horas de sueño cada noche. Muchos estudios sugieren que los patrones irregulares de sueño, comer antes de dormir y la corta duración del sueño están vinculados a la obesidad. Además, los individuos con obesidad son más propensos a tener apnea del sueño, que se puede encontrar con la presión arterial alta y enfermedad renal crónica. Los síntomas de la apnea del sueño son la somnolencia diurna, la falta de sensación refrescante después del sueño, ronquidos fuertes y períodos de falta de respiración durante el sueño. 


 
Un estilo de vida saludable y un entorno de promoción de la alimentación sana y la actividad física ayudarán en la prevención y tratamiento de la obesidad. Por otra parte, el peso corporal saludable reduce el riesgo de las principales enfermedades crónicas, diabetes, presión arterial alta, enfermedad renal crónica y enfermedad cardiovascular. El aumento de la conciencia de enfermedad renal crónica en los pacientes con sobrepeso y profesionales de la salud (médicos, nutricionistas, psicólogos) por igual contribuirá a difundir que la ERC se puede prevenir, que es perjudicial y tratable.

 
IRA (insuficiencia renal aguda)

 
Las causas más comunes son la necrosis tubular aguda (por isquemia o falta de perfusión al riñón) o por sustancias que son tóxicas para el riñón. Es una falla renal que se da en el curso de días. Los estudios de laboratorio se alteran, generalmente se eleva la creatinina, el BUN y el potasio. Generalmente, este daño suele ser reversible o recuperable. Esto causa que haya exceso de volumen fluídico (ya que el riñón no se puede deshacer tan fácilmente del agua en exceso), eso es por lo que muchos pacientes renales se hinchan. Además pueden existir muchas alteraciones del equilibrio hidroelectrolítico como acidosis metabólica, hipercalemia (exceso de potasio), hipocalcemia (falta de calcio) e hiperfosfatemia (exceso de fosfato). Todo esto puede dar síntomas urémicos que incluyen estado mental alterado (somnolencia o exciación), vómito, diarrea, molestia abdominal, prurito.  


Fuente: Lic. Yanina V. Macció - MP 35 - Servicio de Nefrología y Diálisis de Cimac. 
Dra. Belen Alos y Dr. Leandro Berenguer