En abril pasado, cuando se realizó la exposición de una muestra itinerante del Museo Franklin Rawson, se cortó momentáneamente la extensa e indeseable racha de 12 años con las puertas cerradas del Hotel de Barreal, un edificio que formó parte del núcleo de la vida social de la localidad calingastina.

Se había habilitado un sector de la planta baja y desde la Municipalidad se trabajaba para continuar con las obras de refacción, hasta que el pasado martes, 20 de agosto, los propios obreros fueron los primeros en advertir que el avance del año se había perdido en una noche.

Nuevamente víctima del vandalismo, el edificio estaba manchado con pintura negra en sus paredes y piso, de madera, además de todos los vidrios rotos.

"En este momento económico el municipio hace un gran esfuerzo para restaurar este edificio y sucede esto. Realmente es lamentable. La obra no va a detenerse pero es un fuerte golpe en lo anímico", reconoció Heber Tapia, director de Turismo.

El histórico edificio, que tiene capacidad para 80 huéspedes, distribuidos en 14 habitaciones, fue inaugurado en 1948 con el propósito que residan oficiales solteros del Ejército.

Con el tiempo pasó a funcionar también como un hotel para turistas y desde 1983 la administración recayó en el Gobierno provincial. En 1990 cayó en la oleada de privatizaciones, bajo el argumento que el sector privado invertiría mejor en una estructura que comenzaba a mostrar deterioro. Y en 2007, con la misma explicación, regresaba al dominio público, con el agregado de acusaciones mutuas con el entonces apoderado del hotel, Nasser Uzair. Pero el paso del tiempo siguió lastimando al hotel. La primera intención fue que funcione un casino junto al hotel, pero el rechazo de los vecinos hizo que se desestimara la idea. De todos modos, recién un año después, la cesión de los derechos del Ejército a la Provincia, regularizaba la situación. Con los primeros años de la nueva década, comenzó a circular la intención de convertir el predio en un polo cultural.

En 2013 la Provincia habilitó al municipio para que pudiera intervenir en el predio. Para ese entonces ya se había presentado un proyecto ambicioso. Un museo temático que haga referencia al histórico Cruce Sanmartiniano por el Paso de los Patos y un centro cultural y social sería la nueva función. La decisión política de comenzar con las obras se tomó recién en 2017 y en 2018 comenzaron con la limpieza del terreno. Este año empezaron las refacciones en el interior, donde las heridas del abandono eran notorias. Hasta con la secuela de un incendio hubo que lidiar.

Para abril, consiguieron acondicionar una sala para que se realizara la exhibición pictórica. Luego, la firma de un acta con la Universidad Nacional de San Juan. Tapia informó que se había avanzado ya con el 50% de la planta baja y se trabajaba en la otra mitad. Los dos millones de pesos que anunció la Provincia en abril para destinar a la obra, ya no alcanzan para afrontar todo lo que resta. Los vándalos y la inflación hicieron su aporte para que el sueño del regreso de un ícono barrealino vuelva a retroceder varios casilleros.

Daño. Las paredes y el piso de sectores ya reacondicionados manchados con pintura y vidrios rotos, el último daño.