La jornada de ayer fue tensa en el barrio UDAP III, que está en Rivadavia. Es que vecinos impidieron que OSSE avanzara con la conexión domiciliara de uno de los monoblocks porque dijeron que había sectores con más urgencia. Ante esta situación, Segio Ruiz, titular de la repartición, llegó al lugar y tras una intensa charla con los vecinos, se decidió acordar el cronograma de la obra según ellos fueran indicando los sitios más complicados.

“Desde el jueves que no trabajan en uno de los sectores más afectados y comenzaron a realizar la conexión a un monoblock que no está complicado. Pero se trata de gente que tiene amistades en OSSE”, dijo Natividad Guerrero, presidenta de la Unión Vecinal. Por su lado, Ruiz explicó que “las cloacas en este barrio son un tema sensible y para evitar conflicto, de ahora en más llevarán a cabo un cronograma de trabajo de acuerdo a lo que los vecinos vayan sugiriendo. Las conexiones en el barrio ya tienen un avance del 60%”.

El conflicto en este barrio no es nuevo. Después de años de lucha y de estar cansados de que el líquido cloacal se desparramara por el interior de las casas y hasta copara los jardines de las viviendas, en marzo pasado se comenzó la conexión al sistema cloacal. El barrio tiene 504 viviendas y el panorama que presenta hoy es el de tener zanjas y pozos abiertos por todos los patios en común que tienen los monoblocks. Esto porque están realizando los pozos para unir las cloacas de la calle con estos complejos habitacionales. El barrio ya tiene las cañerías conectadas al colector de calle Cabot. Sólo falta las conexiones internas -domiciliarias- para que todo se solucione.
 

Un problema de larga data

Si bien las primeras denuncias de los vecinos por pozos negros colapsados fueron en 2002, hace casi 4 años la situación se les empeoró. A tal punto, que en diciembre del 2016 se declaró la emergencia en esa zona. Es que las cunetas permanecían llenas de aguas servidas y el olor hacía imposible que las personas pudieran abrir las ventanas de sus casas.

Según los vecinos los más damnificados son los que viven en las plantas bajas, pues se les desparrama el líquido por los resumideros del baño y la cocina. Ellos contaron que hubo épocas en que debieron pagar hasta 80 viajes mensuales para desagotar los pozos. Incluso hubo zonas en las que los patios quedaron anegados y los pozos hasta hundieron farolas de iluminación. Ahora los vecinos piden que la obra se realice según las prioridades de los sectores que tienen más problemas.