Lo que parecía el cierre perfecto de una historia llena de gratitud y memoria terminó convirtiéndose en un capítulo aún más emotivo. Este lunes, Mario Cruchet —el chileno que estuvo al borde de la muerte en San Juan hace 50 años y volvió este 25 de mayo para agradecer— vivió una de las sorpresas más impactantes de su vida: se reencontró con el Dr. Salvador Lo Cascio, uno de los médicos que lo operó de urgencia y le salvó la vida en 1975.

Mario, que viajó desde Coquimbo junto a su esposa Susana, había planeado entregar una placa conmemorativa al Hospital Marcial Quiroga en homenaje al doctor Lo Cascio y al doctor Claudeville, a quienes daba por fallecidos. “Por la edad, suponíamos que estaba muerto. Fue un error totalmente involuntario mío”, confesó con humildad. Pero la realidad le tenía guardado algo mucho más grande.

Después de una breve salida a desayunar, Mario y Susana fueron llamados desde el hospital con el aviso de que había algo para ellos. Al regresar, el impacto fue total: el Dr. Lo Cascio, de 86 años, estaba allí, esperándolo. “Yo creía que estaba en un sueño. Cuando lo vi, fue una emoción tan, tan, tan grande… Él se acordaba de todo: cuando me operó, que fue del intestino delgado, se acordaba cómo me operó, con qué doctor se me operó… todo”, contó Mario, todavía conmovido.

El encuentro, que se dio en el hall del hospital y fue gestionado en secreto por las autoridades del Marcial Quiroga, se convirtió en una escena cargada de lágrimas, abrazos y gratitud. “Verdaderamente fue como estar en un sueño”, insistió el hombre que hoy tiene 74 años, pero recuerda aquel 25 de mayo de 1975 como si fuera ayer.

El Dr. Lo Cascio, jubilado desde hace tiempo, se mostró emocionado por el reconocimiento. “Él estaba muy contento. Me dijo que en el hospital el 99,9% de la gente viene a quejarse. Que nadie viene a agradecer. Que viajar 2.000 kilómetros para esto era impresionante”, relató Mario.

Con la entrega de la placa cumplida y el reencuentro más impensado concretado, Mario cierra su viaje con el corazón todavía más lleno. “Volver a esta tierra para agradecer ya era algo enorme para mí. Pero haber podido abrazar al doctor que me salvó… eso no tiene precio”, dice.

Y así, 50 años después de haber “resucitado” en suelo sanjuanino, Mario Cruchet no solo cumplió su promesa. También escribió, sin buscarlo, una página inolvidable de reencuentros y gratitud.