Lo ocurrido en la escuela de La Paz en Mendoza, donde una estudiante se atrincheró con un arma en el interior, causó estupor a nivel nacional y San Juan no estuvo ajeno a eso. Puertas adentro de las escuelas se presentan muchos episodios de violencia entre alumnos o con docentes.
Sólo algunos trascienden, como el ocurrido en días atrás en la escuela 9 de julio de la Villa América, cuando la directora fue agredida salvajemente por una estudiante y su madre.

Cobra relevancia en este contexto que San Juan tiene un detallado protocolo de acción en casos complejos de violencia en las escuelas y específicamente sobre alumnos que lleven armas al establecimiento.

DIARIO DE CUYO accedió a una disposición vigente del Ministerio de Educación, la N° 6515-ME-2017, denominada “Guía de procedimientos ante situaciones de complejidad” es un protocolo de acción que deben seguir autoridades escolares y equipos docentes ante la detección de casos diferentes acciones que ponen en riesgo a los alumnos que engloba bajo “Procedimientos de situaciones de violencia”, que van desde acoso entre pares (incluidas redes sociales), maltrato, discriminación, autoagresión, abuso sexual, entre otras, además de un apartado para casos de “consumos problemáticos”.
Con un importante marco normativo que la sustenta, la disposición habla de la importancia de “prioridad de prevención”, derecho de los estudiantes en base a la ley 26.061 y de la “responsabilidad del sistema familiar”, la existencia de un abordaje interdisciplinario y la necesidad de “escuchar al alumno”.

Mientras que específicamente, el último apartado es la “Guía de procedimientos de armas en la escuela”, situación que es catalogada como “un hecho extraordinario” y además diferencia los modos de acción si se sospecha de que el alumno tiene entre sus pertenencias un arma de fuego o arma blanca a si la exhibe como amenaza.

El escrito pone el foco en que un “ alumno que porta un arma en una institución educativa, se encuentra en situación de vulnerabilidad e implica un riesgo para él o ella y los demás , por lo tanto se requiere de la intervención adulta, trabajando siempre desde una perspectiva del cuidado de niñas, niños y adolescentes”.

Aunque algunas recomendaciones parecen obvias, pero cobran otro sentido cuando están puestas en letra de imprenta y seguramente son de consulta de los docentes en los establecimientos educativos de San Juan.

No obstante resultan, al menos, curiosas por cómo están expresadas, cuando quizás en una situación de tensión con un alumno apuntando a la clase o el docente, podría ser difícil de aplicar.
La guía consigna que en caso de que un estudiante muestre un arma de fuego, el modo de actuar es el siguiente:
a.considerar a todas las armas como si estuvieran siempre cargadas.
b. Intentar convencer a la o el estudiante de que apunte el arma hacia un mueble de madera o piso de madera, una mochila con libros, para sacar de la trayectoria de un posible disparo a alumnos o profesores”.
c. Pedirle que saque el dedo del gatillo.
d. Sugerirle que deje el arma sobre una superficie horizontal, de donde no pueda caerse.

e. Recién en ese momento se puede evacuar el aula o retirar al o la estudiante y llamar a la familia u otro adulto responsable.
f. Se debe convocar a la fuerza pública que corresponda para que retire el arma de la escuela.
g. Además es necesario contactarse con la autoridad de Aplicación de la Ley 26.061 para la contención y trabajo conjunto con el o la estudiante.

En caso de sospecha de que un alumno tiene un arma de fuego en la escuela, es decir que no la exhibió, el protocolo apunta a conciliar y contener, hasta determinar si es cierto que tiene en su poder un arma.
La indicación de la resolución ministerial es:

a. Convocar al estudiante a la dirección u otro espacio que no le permita el contacto con el resto del alumnado; siempre debe estar acompañado por más de una persona adulta y es importante que ella sea elegida por su capacidad de brindar confianza y “sostener” a las y los jóvenes.
b. Paralelamente, es necesario convocar de inmediato a la familia (o referente adulto) y a la institución para el abordaje en conjunto (Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia).
C. Evaluar si es conveniente que el/la estudiante lleve sus pertenencias en ese momento o se las alcance luego una persona adulta, ya sea docente, preceptor o preceptora.

d. Mientras llega la familia y la institución convocada, se sugiere conversar con la o el estudiante. El tema no debe ser planteado como un delito, sino como una preocupación del plantel de la escuela acerca de la portación de armas y el riesgo que implica para él o ella y el resto de la institución. El estudiante deberá percibir por parte de las personas adultas una actitud de cuidado hacia él o ella, sus compañeros y compañeras; y nunca un enjuiciamiento sobre su persona.
e. La pertenencia en la que supuestamente tenga el arma deberá abrirla la familia de la o del joven, en presencia de adultos.
f. En caso de que, en efecto, posea un arma de fuego será la fuerza pública correspondiente la que deberá retirar el arma de la escuela.

Respecto al intento de agresión directa contra un compañero con un arma de cualquier tipo de las tipificadas (fuego, blanca o objeto usado como arma), la guía habla de “poder tranquilizar a la o el estudiante y apartar al resto de los alumnos de la escena; más de una persona adulta debe acompañar la situación”. Además de “tranquilizar a la o el estudiante que fue agredido o agredida o amenazado/a”.
Luego, comunicarse con la familia de estudiante y con la institución “ con la que se acordó trabajar este tipo de situaciones para que -junto con la escuela- garanticen el abordaje de la situación desde la perspectiva de los derechos de los niños, las niñas y adolescentes”.

También recomienda definir qué elementos se pueden o no llevar, nombrando “cuchillos o sevillanas”. “Es necesario concientizar al estudiantado acerca de que algunos elementos que son en su función herramientas de trabajo NO deben utilizarse para hacer bromas”.

En general, la resolución recomienda en estas situaciones acciones de Prevención tales como la realización de “talleres y jornadas de reflexión e intercambio grupal, a fin de pensar acerca del respeto por la diversidad, la aceptación del otro y las formas de resolución pacífica de conflictos”; “habilitar instancias de dialogo e intercambio con los alumnos, construyendo espacios de trabajo sin violencia, implementando proyectos, foros, etc. acorde a la problemática desarrollada” y acordar con las familias y demás miembros de la comunidad educativa, “la corresponsabilidad del cuidado de niños, niñas y adolescentes”.