El sábado 25 de agosto de 2007 dijimos en estas páginas que la poda del árbol público es irracional e impune. A pesar que existe una ley, las multas son pocas y mucho menos, nadie va preso por las terribles mutilaciones que sufre la arboleda. La poda invernal se ha convertido en un folclore y con una mirada cómplice de los ciudadanos que parece importarles más la vereda y el frente de sus casas que el medio ambiente. Sin compromiso de la sociedad.

Nadie puede negar la lucha que por años ha realizado DIARIO DE CUYO en pos de la defensa del arbolado público. Páginas y páginas con imágenes de árboles talados por la mente irracional de un ciudadano que parece no inmutarse ante nada. Pareciera que todos nos hemos convertido en cómplices. Y no toda es culpa del Estado, también es culpable el comerciante preocupado por el cartel luminoso de su local que es "tapado" por esa rama "insensible" de la frondosa tipa que vegeta en su frente. También la ama de casa que se enfada por la levantada de su "vereda" producto de esas malditas raíces de la morera que durante 30 años ininterrumpidos le dio sombra en el tórrido verano. También por la vecina que se disgusta por esas insufribles "pelotitas" del paraíso que la tienen a mal traer al barrer la vereda, entonces pide arrancarlo de raíz. También el muchacho, que porque no tiene empleo busca una changa convirtiéndose en de la noche a la mañana en un "experto" podador que por unas monedas apalea los ejemplares a su antojo. También el funcionario municipal, que sin título habilitante pero que de "esto sabe y mucho porque tiene una finca", manda una cuadrilla con motosierra incluida y mutila los árboles "para que tomen más fuerza". También las empresas de comunicaciones, tendido eléctrico y TV que buscando que su cable este perfectamente protegido, arranca sin piedad las ramas durante todo el año pese a que la ley provincial lo prohibe.

En estos dos años vale la pena rescatar el gran esfuerzo de la cartera de Medio Ambiente que ha pasado a manejar la Dirección de Arbolado Público y le ha dado un poder de policía mayor y brinda a las escuelas charlas para educar a los niños y jóvenes sobre este tema. Pero las multas no son suficientes, o son muy baratas, para frenar el arboricidio en San Juan.

Algunos piensan que este tema es menor, pero el sanjuanino debe saber que cada día se sacan mas árboles que los que se plantan. Nuestra arboleda está vieja, enferma y maltratada y los pocos sanos que quedan se erradican para ensanchar calles y avenidas y mejorar la estética de los edificios. Pero nadie se salva del tremendo calor del verano en esas calles de puro cemento. Esta, junto a la estética, es una de las principales funciones de la arboleda pública. El verde en San Juan es vital. Prueba de ello es que la gente ha aplaudido con igual importancia la forestación de la circunvalación y al moderno Centro Cívico.