
El chico que construye su realidad en la pared
Maxi, un muralista en potencia
Por Paulina Rotman
Fotos: Daniel Arias
Maxi Roqueiro Rojas no conoce ni a Antoni Gaudí (el arquitecto más representativo del modernismo catalán, que utilizó piezas de cerámicas en algunas de sus edificaciones) ni a Joan Miró (que además de pintar maravillosamente hizo murales enormes con fondos y texturas con cerámicas a fines de 1960). No ha sentido hablar de estos grandes maestros del arte universal, entre tantos otros, ni tampoco de sus obras. Pero de algún modo, tienen algo en común, pese a las diferencias en tiempo, espacio y experiencias. Es que con la complicidad de su abuela Mabel, de su mamá Mariana y también, de su profe de cerámica Gimena Cambas, este casi adolescente que vive en Médano de Oro, ha decidido dejar plasmada su historia en la pared de la entrada de su casa. Y así, se convertirá, siguiendo sus aspiraciones, en un muralista de San Juan.
Él sabe lo que quiere: cuando se refiere a "su historia" hace referencia a las cuestiones que son significativas en su vida. Como los animales con los que convive, los que alimenta (y a veces lo alimentan a él como por ejemplo los huevos que ponen sus gallinas) pero fundamentalmente son sus grandes compañeros de aventuras. De hecho, el nacimiento de pollitos en un pequeño corral en el fondo de su casa, fue el puntapié inicial de su incipiente obra de arte.
Aclara que ese es el principio. Pero no el final, que estará abierto. Porque además de esos pollitos ya empezó a darle forma a los gallos, las gallinas, sus tres perros, sus gatos, inclusive ya ha modelado otros animales del entorno y hasta las montañas que son el paisaje que ve ni bien abre los ojos cada mañana.
Inclusive ya ha diseñado que el mural se irá alimentando de los personajes, las emociones, los amigos y hasta las situaciones que se le presenten a lo largo de su vida. "Creo que no va a tener fin el mural. Que lo voy a seguir haciendo y llenando de piezas hasta que sea viejito y hasta que no quede ni un milímetro de pared vacía. Va a ser mi historia infinita", define.
Maxi tiene 12 años. Desde los 6 hace cerámica, una actividad manual que le fascina. Alguna vez hizo gimnasia, también dibujo pero el modelado de la arcilla fue el motor para seguir produciendo piezas que le interesaba investigar, para expresarse y también por qué no, el mejor entretenimiento que ha encontrado, hasta ahora.
"Empecé haciendo cuenquitos con churros, es más fácil de hacer que una figura. Esa es la primera técnica que aprendí en el taller El Zorro Rojo Espacio Creativo, todos los viernes", cuenta sobre el paso a paso que fue haciendo en todo este tiempo hasta llegar a modelar, hornear, pintar, esmaltar y engobar.
Es alumno de sexto grado de la Escuela Ciudad del Sol. No hay nadie, al menos entre sus conocidos, que no sepa de su hobbie. Tanto sus amigos y compañeros de la escuela son testigos de lo que hace en cerámica. Pero, sin lugar a dudas, las personas más cercanas son las depositarias de su arte. "En varias oportunidades, especialmente para el Día del Maestro, les he llevado a mis seños regalos hechos por mí: a la de cuarto grado, Carolina, le regalé un colectivo de cerámica, a la seño Analía, un caracol, a mi psicopedagoga Virginia le hice una tierra con unos arbolitos. Ahora tendría que empezar a diseñar un regalo para mis maestras actuales. Es muy bueno porque no es lo mismo hacer un regalo hecho por las propias manos que ir a comprar algo, tiene otra intención, otro valor. A mi mamá le hice un huevo, a mi abuela le di un colectivo de dos pisos que me salió muy lindo. Cuando puedo le hago algún que otro objeto a las personas que me importan y que quiero. Eso lo he ido aprendiendo porque al principio no quería desprenderme de nada, quería conservar todo lo que hacía para mí. Pero después me di cuenta que siempre iba a poder seguir haciendo cerámica así es que empecé de apoco a regalar algunas de mis artesanías", comparte.

- La pared más linda
Varias circunstancias se complotaron para convertir a Maxi en muralista. La profe de cerámica le propuso plasmar en el material insignia una historia, la que fue delineando y retroalimentando en charlas con su mamá. Finalmente Mabel, su abuela, al ver cómo la enorme cantidad de piezas del proyecto iban tomando forma, fue la promotora de inmortalizarlo en una de las paredes de su casa. Y por supuesto, el chico, entusiasta, fue agrandando y agigantando el proyecto inicial.
"Uno aprende con la cerámica a tener paciencia y a tardarse el tiempo necesario para que todo salga bien. Es una tarea que lleva mucho trabajo", explica el chico al que le fascinan los animales, por eso en su casa adoptó al gallo y a varias gallinas gracias a una amiga de la familia.
Ya eligió la pared principal de su casa, la que recibe a quien llega y la que se ve desde la calle, para colocar las piezas. "Quise que fuese afuera el mural para que mi casa se vea más bonita pero también para que se distinga del resto. Es más para que mi casa se haga famosa porque tiene una pared muy diferente", dice.
Allí van a estar el gallo Jacinto, Vanesa que es la "mamá gallina" de "La Tongolele y del Richard" (que se tuvo que mudar porque en el gallinero no había lugar para dos gallos) y la gallina blanca Estela y la negrita Florinda. También sus perros Bingo, Tina y Laura, que es un ejemplar atigrado de ovejero. Ya están listas las dos gatitas, algunos árboles, un dinosaurio, unos cuantos gorriones y un cóndor, un cactus, pájaros, los ojos de un cuento que leyó y quiso representar, entre otras figuras de adorno.
¿Cuántas piezas va a tener el mural? No sabe exactamente. Si, en cambio, pronostica que faltan muchos elementos. "Me puede llevar toda la vida hacer el mural porque allí quiero contar mi historia. Tengo pensado hacer al verdulero que pasa con su camioneta por mi casa, unas montañas, la precordillera, la Sierra de Zonda, una serpiente cascabel y un cerdo se irán agregando próximamente. También me quiero hacer a mí modelando cerámica, mi casa, mi auto y mi mamá obviamente", detalla el chico que ya consiguió la colaboración de su abuela, que es una experta en mosaiquismo, para pegar cada una de las piezas. Eso será en unas semanas más. Y probablemente los primeros pasos de un muralista en potencia que, quien puede saberlo, pueda ser tan famoso como Gaudí o Miró.
Trenzador de tradiciones
Felipe, el artesano vallisto

Por Myriam Pérez
Fotos: Gentileza Carolina Cuello
Felipe Aróstica tiene sólo 7 años, cursa segundo grado en la escuela Armada Argentina, y ya es un conocido artesano de Los Baldecitos, una comunidad ubicada a 60 km de Valle Fértil. Sus días transcurren rodeado de vegetación, de sus amigos y sobre todo de su familia quien apoya e incentiva en la tarea de hacer pequeñas artesanías en cuero, tal como lo hace su papá y su abuelo.
Sin duda es quien recibió el legado de tradiciones familiares y lo hace con gusto -casi jugando-, sin descuidar la escuela ni sus ganas de llegar a la universidad para estudiar veterinario.
Así de pequeño ya realiza lazos, rebenques y maneas en cuero, pero las ideas le sobran para seguir generando cosas. Día a día cultiva este arte que heredó de su papá Ariel Aróstica quien trabaja en el Parque Ischigualasto y fue el encargado de enseñarle cada detalle del oficio que el también heredó de su padre.
Feli es el menor de cuatro hermanos -Agustina, Valentina y Marcos-, en otras palabras el consentido de la casa, y quien vino a dar otro toque de alegría al hogar.

"Me gusta hacer guardamontes, maneas, caronas, monturas, pellones, todo lo que me enseñan", dice Felipe desde Los Baldecitos donde vive rodeado de caballos, burros, vacas y cabras, a las que ayuda a alimentar a diario.
Esa vida en plena naturaleza le permite disfrutar de muchos momentos junto a sus animales por lo que ya ha manifestado su voluntad de ser veterinario para cuidarlos todo lo que pueda.
"Hace poco se ha animado a mostrar las cositas que hace, y no es porque tenga vergüenza al contrario es muy frontal para decir las cosas. Tiene paciencia para hacerlo en los horarios que ha terminado la tarea y es muy aplicado haciendo lo que le gusta", cuenta su mamá Carolina Cuello quien trabaja en Turismo de Valle Fértil y también teje prendas en telar.
Evidentemente el amor por las costumbres y tradiciones viene de familia donde se cultiva el talento y creatividad de cada uno.
Las labores en cuero demandan tiempo, conocimiento y destreza manual, ya que trenzarlo para realizar lazos o rebenques, por citar dos ejemplos, no es tarea sencilla. También hace maneas que son dos anillos unidos entre sí por una argolla metálica o por un trozo del mismo cuero que las forma, provistas de un ojal y de un botón.
Trenzar cuero o hacer cosas con este material demanda una gran vocación y horas de aprendizaje que sin lugar a dudas Felipe está decidido a hacer, ya que a tan corta edad manifiesta el orgullo de ser quien eligió hacer lo mismo que sus abuelos y su papá.
