Más de 1.500 personas, de todos los departamentos de San Juan y de fuera de la provincia también, de todas las condiciones sociales, de todos los oficios y profesiones, con sus datos personales explícitos o de forma anónima, quisieron contar por qué creen en la Difunta Correa, respondiendo a una convocatoria que en el mes de abril pasado lanzó el Ministerio de Turismo y Cultura.


Con mensajes a través de la web oficial o escritos de puño y letra y depositados en las urnas que se distribuyeron en la provincia, todos ellos, en definitiva, quisieron compartir su fe. Y de esta forma, agradecerle al mito en que se convirtió esa mujer que no se rindió en el desierto sanjuanino y que los ayudó a cumplir sus pedidos y deseos. Que pudo sanarlos. Salvarlos. Rescatarlos. Darles un techo. Renovarles el anhelo de vivir mejor y con mayor prosperidad. Pudo cuidar tanto de sus hijos como de sus padres. Conseguirles trabajo, aprobar materias o acrecentar los negocios. Entre tantas y tantas cosas que los seres humanos que creen ciegamente en ella le dejan a su resguardo.


Justamente estos testimonios fueron fuente de inspiración para la mayor fiesta de los sanjuaninos, la Fiesta Nacional del Sol. Las historias que aquí se cuentan aparecerán en boca de estos creyentes, transformados en poesía, resumidos como valores sociales y hasta mostrados como fuerza y empuje de manera simbólica, en el escenario en Zonda en el espectáculo central, servirán de "marco" para elegir a las reinas y hasta desfilarán como promesantes en el Carrusel.


 

  • Testimonios viralizados

Tanto en las redes sociales como en diferentes plataforma virtuales (Facebook, Instagram y Youtube) y en los medios de comunicación, estos testimonios serán una de las invitaciones de la FNS 2018. El de Ruth ya se vio y el resto, comenzará a poblar las pantallas a partir de esta semana, según adelantó Pablo Pastor, desde la coordinación general de la Fiesta. Un adelanto sale en la web de DIARIO DE CUYO de hoy. Pero también pueden visualizarse y leerse (la totalidad) en www.fiestanacionaldelsol.com,  clickeando al costado derecho, la imagen de la flor de un cactus.

  • Promesantes en el Carrusel

Todos aquellos que contaron sus historias de fe están invitados a participar en el Carrusel, el momento más convocante de la FNS, por la cantidad de público que se vuelca a las calles para ver el paso de los carruajes que, esta vez no sólo serán carros construidos sino que por la temática elegida incorporarán camiones y colectivos como si fuesen una de las tradicionales "peregrinaciones" al paraje. La idea es que estos creyentes desfilen como promesantes junto al carro oficial que llevará a las reinas salientes. Para eso, todos aquellos interesados deben presentarse el próximo sábado 16 de febrero a las 10 en el Teatro Sarmiento.

  • Leivmotiv en la Feria

Uno de los stand de la Feria Temática en el Parque de Mayo, más precisamente el de la Secretaría de Cultura, tomará forma gracias a la recopilación de estas historias de fe, según explicaron.


 

  • Dominga Saavedra y Fabiana Maldonado / Vecinas de Vallecito


Ejemplo de mujer

Dominga Saavedra

Para Dominga y Fabiana, la Difunta Correa es un ejemplo: de lucha, de persistencia ante la adversidad, de fortaleza. Y de dar la vida por sus hijos. 


Ambas viven en Vallecito, a 64 kilómetros de San Juan, enmarcado en el desierto caucetero, que supo cobijar a Deolinda y que hoy es poblado por 640 personas que, en su mayoría, sobreviven gracias al paraje que se levantó en base a la creencia. Allí falta de todo: desde agua hasta salud y educación secundaria (hasta hace poco había que irse a Caucete a estudiar, ahora hay una escuela que progresivamente va incorporando años de cursado. En el 2018, abrirá 4º año). Estas dos mujeres junto a 9 más, están al frente de la Unión Vecinal, un espacio fundamental para un "pueblo alejado con muchas necesidades que hasta hace un año y medio era territorio exclusivo de los hombres". 


"Nos encomendamos a la Difunta Correa para que las cosas salgan bien, porque queremos que nuestros hijos tengan un futuro aquí. Ahora le hemos hecho una promesa por el agua", dicen Dominga (la presidenta de la Vecinal) y Fabiana (la secretaria), en nombre de todas esas personas que no pierden la fe en que pronto se concrete el proyecto del acueducto.

Fabiana Maldonado


"Vivir en Vallecito no es fácil, acá todo depende de la Difunta Correa. ¿Entonces cómo no creer en ella?", se preguntan y se contestan a la vez.



 

  • Julio Fonseca / Gaucho


Peregrino de fe 

Julio Fonseca


Tiene asistencia perfecta en las Cabalgatas de Fe, cada mes de abril. Desde la primera, en 1989, que organizaron los jinetes dueños de casa (los cauceteros) para agradecer los favores concedidos, hasta la última, el año pasado, la número 28, a la que llegaron miles de gauchos de todos los rincones de la provincia y del país pero también del exterior. 


"Esto fe y no hay otra explicación", dice Fonseca, el presidente de la agrupación gaucha Cumbres y Valles Iglesianos. 


Nació en Bella Vista. Pero buscando un trabajo, con dos hijos y su esposa, se vino a la Capital. "Una señora amiga de la familia, un día me preguntó si tenía trabajo. Le dije que no. Ella confiada, me dijo, quédese tranquilo, en unos días más va a tenerlo. Le vi una fe tan grande que me dio una corazonada: se lo había encomendado a la Difunta Correa. Fue creer o creer. A la semana, me llamaron del Boletín Oficial. Yo no sabía el oficio pero lo aprendí y allí me jubilé el año pasado. Nunca voy a dejar de pensar que fue la Difuntita", dice el hombre que jamás abandonó, por vivir en la ciudad, las tareas de campo como herrar, tusar o capar caballos. E inclusive acrecentó sus raíces, haciendo artesanías en cuero.


 "La Cabalgata de Fe es un encuentro de promesantes. Es difícil entender de donde salen tantos caballos. Pero ahí están agradeciendo y pidiendo. El gauchaje es tan devoto que hemos contagiado a los amigos de Chile que se han llevado la imagen de la Difuntita a Vicuña, entonces en enero, nos vamos allá a venerarla".


 

  • Carlos de los Santos/ Pintor y letrista


A imagen y semejanza

Carlos de Los Santos

No debe haber persona que tenga más presente en su retina los rasgos de Deolinda Correa. Es que para cumplir con su trabajo Carlos de los Santos, leyó cuánto material llegó a sus manos, libros y revistas de historia, investigó por su cuenta, preguntó, se imaginó y llegó a la conclusión que la mujer del desierto era de tez trigueña. Carlos es la persona más la debe haber pintado.


Comenzó haciendo los letreros para el cuidado del agua en Vallecito. Pero desde hace 15 le encomendaron una tarea especial: retocar cada pintura que la tiene como protagonista, desde la que está en el altar en el paraje hasta los pequeños cuadros, siempre siguiendo el mismo patrón de colores y detalles puntuales.


"Desde chico mis abuelos me inculcaron el amor por la Difunta y su confianza en que ella los ayudaba a tener trabajo, algo que nunca les faltó. Por eso yo le he ofrecido mantenerla siempre linda", dice el hombre que vuelve a poner color todas las semanas a la cabecita del bebé y la mejilla de la mujer que es lo que la gente más toca como signo de su entrega.


Carlos no solo hace los trabajos en Vallecito -donde ha pintado para el proyecto de murales de la FNS y también un camión cisterna que será parte del Carrusel- sino que entre sus obras se encuentran cuadros de todos los tamaños (el último que hizo se llevó a Barcelona) y hasta camiones y camionetas en honor a la Difunta.




 

  • Viviana Reinoso / Comerciante


Sedienta de oportunidades

Viviana Reinoso


Viviana tuvo que volver a empezar varias veces con su proyecto, pero nunca perdió la fe que algún día lo tendría. Le tiraron lo que había construido, perdió materiales pero igual siguió adelante. Algunas veces con ayuda de sus papá hasta que falleció, después siguió sola hasta poder levantar -literalmente hablando- su kiosquito "Del Río", nombre simbólico para el comercio -en el que vende semitas, pan casero, quesillo, patay, tortitas al rescoldo, yuyos para el mate, tabletas y leña- que está al costado de la escalera principal que lleva al santuario de la Difunta. Sin ningún disimulo, el agua es para Viviana, como para Deolinda, una fuente de energía.


Quizás sea tan importante porque esta mujer dice saber donde está "la aguada", ese espejo de agua, al que Deolinda Correa nunca llegó. Ella recorre los 8 kilómetros que distan de su casa hasta esa reserva, para llevar a sus yeguas y caballos a tomar agua allí, e inclusive, alguna vez que algún viajero le pregunta sobre la historia, lo acerca para que vea como es el paisaje. 


"Me encantaría tener lo necesario para hacer estos paseos con turistas, sería una gran oportunidad. Algún día lo voy a lograr. Siempre le pido a la Difunda ayuda y siempre salgo adelante. Por ella es el plato de comida que llevamos a la mesa para mi hijo Jonás y mi madre. Nunca nos deja. Desde mi kiosco, veo pasar gente tan ilusionada y necesitada, que es contagioso. Nosotros vivimos el milagro día a día", asegura.

  • Juan Gallardo / Empleado y jinete


Deuda de por vida con la Difunta

Juan Gallardo


El propio Juan Gallardo está convencido que su destino siempre estuvo intercedido por la Difunta Correa. Desde que iba en la panza de su mamá y con toda su familia -9 personas- sufrieron un accidente, donde no sólo murió su papá sino que se cambió el rumbo de su historia: Su mamá tuvo que ser internada de urgencia, él nació de 8 meses de gestación. Ambos sobrevivieron gracias a un pedido a la mujer milagrosa.


Por diferentes razones tuvo que ser dado a una familia que lo crió hasta los cinco años. Pero las cosas se dieron vuelta y a partir de entonces su vida fue un constante deambular entre la experiencia de vivir en la calle, las adicciones, "las malas juntas". Dice que jamás robó. Que trabajaba y que con eso se drogaba, se compraba bebida, salía. Y que vivía en un infierno.


"Yo he tenido una vida muy dura. No terminé la escuela. La pasé mal. Pero un buen día llegó a mi vida Julio Fonseca (ver recuadro Peregrino de fe) y de su mano conocí otro camino y por supuesto a la Difunta Correa. A partir de ese momento, a Julio que es mi padrino del corazón y a la Difuntita les he pedido que me ayuden, que no me suelten la mano. Le debo todo", dice quien a sus 28 años, ha superado adicciones y hoy disfruta de una gran familia.


A los nueve años fue a la primer Cabalgata. Y ahí se le abrió un mundo nuevo: el del manejo de los animales, el amansamiento, el ensillarlos. Esa fue la tarea con la que se hizo un lugar entre los gauchos.


"Dos veces al año voy en caballo a Vallecito. Es para agradecer favores de la salud de mi mamá -NDR: así llama a la señora que lo crió que por una promesa se curó de un cáncer-, por mi hija menor, Candela Irina, que nació con un soplo en corazón y milagrosamente desapareció y por mí porque me ayudó a salir de una vida que no tenía sentido. Ella y mi padrino me orientaron para terminar la primaria en el 2011 y ahora quiero hacer el secundario. Voy por mi esposa que es una gran mujer y por mis otros dos hijos (Benjamín Ezequiel y Juliana Victoria) que me demostraron que se puede ser feliz sanamente", reconoce.

  • Ruth Zeballos / Nieta de quien construyó la primera capilla

Promesa cumplida

Según cuenta Ruth, su abuelo, don Pedro Flavio Zeballos, en sus tantos periplos llevando animales a Chile, con camino obligado por Vallecito, escuchó la historia de esa mujer que murió de sed amamantando a su hijo, milagrosa como ninguna al punto de haberse convertido en una especie de guía y cuidadora de los arrieros. Por eso no dudó en pedirle ayuda para encontrar los animales que le habían encomendado y que una terrible y ruidosa tormenta desatada aquella noche de fines del 1890 los hizo asustar y desperdigarse en el camino. Frontal le dijo al cielo: "Difuntita, si me ayudas a encontrar las 500 vacas, sanas y salvas, te voy a levantar la primera capilla en tu honor", repite una y otra vez esta mujer de 93 años, la anécdota familiar.


Así fue que al otro día, don Zeballos dejó, con sus siete hombres, el campamento que habían armado "un poco más acá de Bermejo", caminó varios kilómetros hasta que desde la altura -lo que justamente se conoce como Cuesta de las Vacas- divisó al ganado.


"Las vacas estaban intactas, sin un rasguño. Estaban todas amontonaditas, como si la Difuntita les hubiese dicho: 'quédense ahí, quietitas'. Sin lugar a dudas, esta historia marcó el devenir de esta alma milagrosa que fue cada vez más popular al punto que no hay arriero, camionero o viajero que deje de encomendársele", dice.


El relato tiene un final de devoción: las vacas fueron vendidas en Chile y con parte del pago que recibió el abuelo, en 1898, con mucho esfuerzo, llevando desde agua hasta adobe desde Caucete a lomo de burro, levantó la capilla prometida en el mismo lugar que, quienes le contaron la historia, habían construido una precaria "casuchita", con una cruz de palos, para prenderle una vela cada vez que le pedían algo. Dicen que allí fue donde encontraron a la mujer. Si bien esta capilla fue derribada por uno de los terremotos y en su lugar se erige la nueva capilla Número 1, aún se conserva la cruz de hierro que hizo hacer Zeballos. También un poncho de su pertenencia que donó uno de los tantos familiares. Es que en sus dos matrimonios, el arriero tuvo 13 hijos y una descendencia muy numerosa.


"Siempre pensé que los sanjuaninos estábamos en deuda con su gratitud. Por eso lo que va a pasar con la Fiesta del Sol es un gran homenaje a la grandeza de su alma generosa y milagrosa. Aparte su muerte nos ha dejado enseñanzas para las generaciones futuras ya que es ejemplo de amor, de maternidad, de esposa fiel, de lucha contra el desierto", cuenta con orgullo.