Fotos Gentileza: Emiliano Lorenzo, Francisco Bugallo y Xumek Comunicación. 

Todos coinciden en su espíritu primigenio que es pensar el vino desde las bondades que otorgan las vides de altura, la paciencia necesaria para su elaboración y posterior salida al mercado, y en su originalidad, expresividad y audacia. Todas cualidades necesarias para seducir a conocedores y no tanto. Un camino para insertarse en esta franja especial de los denominados "vinos de gran calidad".

 

Abismo/Bodega Xumek

  • Tope de gama para Zonda



Hace unas dos décadas, Ezequiel Eskenazi, eligió el Valle de Zonda para la plantación de uvas de calidad en la Finca Santa Sylvia que luego se transformarían en los ya conocidos vinos Xumek. Unos años después llegó otra decisión: Diseñar una plantación de mayor altura en La Ciénaga ubicada entre los 1470 y los 1530 m.s.n.m con uvas de gran calidad. En primer lugar los expertos de la firma optaron por comprar un clon de Malbec seleccionado por la Universidad de Davis y que es reproducido por un vivero italiano, además de otro clon seleccionado por el INTA. Luego llegó el turno del Syrah y un Pinot Noir de origen francés.


Ese Malbec, precisamente, fue el elegido para tomar el nombre de Abismo, un vino que ya fue calificado por varios expertos mundiales con grandes puntuaciones como por ejemplo Tim Atkins quien le otorgó 93 puntos, o Patricio Tapia que lo catalogó como "la sorpresa del 2020". Este vino se vende a unos 2.000 pesos aproximadamente.

'Surgió porque queríamos un exponente ciento por ciento Malbec de La Ciénaga, que es un terroir único, con una amplitud térmica impresionante. El nombre surgió porque le queríamos dar un carácter especial teniendo en cuenta la situación del mundo. Para la etiqueta se hizo una gráfica aprovechando una foto mía frente a un precipicio en Noruega que es uno de los más altos del mundo', relata Ezequiel, un enamorado de San Juan, fundamentalmente de Zonda donde sigue invirtiendo para lograr no sólo vinos destacados sino también una reserva natural.


Abismo es un blend elaborado con una selección de Malbec de la finca de altura, y sólo hay 6 mil botellas en el mercado. Es intenso, de excelente color, estructura en boca otorgada por su buena elaboración y calidad de uvas, mucha fruta y madera muy sutil. 


Tiene 14,1 de alcohol que pasan desapercibidos por su redondez y amabilidad en boca.


"Por ahora es el tope de gama aunque pronto la firma sorprenderá con otra propuesta superior", aclaró Eskenazi.


Para llegar a este vino se realizaron varias investigaciones que "abarcaron el análisis del agua de las vertientes, y en base a calicatas, los relieves del suelo calcáreo. A esto se sumaron varias estaciones meteorológicas y continuamos haciendo estudios del clima del lugar. Fueron necesarias una decena de vendimias para conocer las virtudes y poder controlar los imponderables, es que estamos convencidos de que para elaborar productos de alta gama, se deben minimizar los accidentes, tanto naturales como personales, en tanto se pueda", indica Daniel Ekkert el enólogo autor del vino, quien acompaña a la empresa desde sus inicios.


La consigna de la empresa es "demostrarle al mundo que San Juan tiene vinos con su propia personalidad a la altura de los mejores del mundo'.


El resultado de todo esto es un vino en su máxima expresión que apenas pasó unos meses en barricas de roble de 500 litros -para no enmascar las bondades naturales que contiene Abismo-, y 6 meses de estiba en botella.



 

Alma de Rey/Bodega del Carmen

 

  • Gran Reserva de Calingasta



Esta bodega ubicada en Villa Corral, Calingasta, presentó su primer vino en 2017 con la intención de dar valor a las vides de altura de ese valle. Alma de Rey fue y sigue siendo el nombre elegido, inclusive para este primer Gran Reserva Malbec que fue pensado desde un primer momento. Como toda vid de altura -1.450 msnm-, bien cultivada en un suelo de gran sanidad desarrolla cualidades ideales para este concepto de vinos. Además el viñedo está emplazado al lado de la bodega lo que garantiza que al momento de la cosecha manual, el traslado se haga en un tiempo ínfimo.


El Gran Reserva Alma de Rey, a diferencia de otros de su tipo, se presenta con una extravagante etiqueta que es un cuadro pintado por Estefanía Bellone, hija de la propietaria de la firma, Carmen Fernández. Así la gráfica luce prácticamente sin detalles del vino que figuran recién en una breve contraetiqueta. 

"Con mucho trabajo agronómico logramos concentrar la uva, ya que de eso dependen los grandes vinos. Hay que tener en cuenta que Calingasta aun no alcanza el nivel de inversión agronómica que tiene Pedernal y eso es más que importante para obtener calidad. Acá se hicieron raleados, deshojes y otras labores para poder obtener materia prima apropiada para un gran reserva. Así en el año 2019 se adquirieron las barricas y se tomó la decisión de hacerlo. La empresa contrató a Juan Solá, ingeniero agrónomo de Luigi Bosca, que está enamorado de este lugar, quien junto a Leo Ruiz, ingeniero de la firma, brindó apoyo para obtener estos resultados", cuenta Emiliano Lorenzo, enólogo a cargo de la elaboración de Alma de Rey.


Este Malbec calingastino es un blend de barricas de roble francés tostado medio y otro más suave en las que permaneció por 12 meses, más otro 12 meses en botella -ambos requisitos para denominarse gran reserva-. Sólo se produjeron 2 mil botellas que se pueden adquirir entre 1.500 y 2 mil pesos aproximadamente.


Desde su apariencia externa ya se anuncia un vino de alta gama con una botella imperial de un kilo y corcho natural.


Alcanza con observar su intenso rojo y tonalidades púrpura para avizorar lo que se viene en nariz y boca, donde presenta todas sus cualidades frutales intactas que no fueron tapadas por la madera. Eso sí, de inmediato surgen notas típicas de un suave roble. Ideal para acompañar comidas intensas y pensadas como el vino.

Casimiro/Bodega Las Cambachas

  • Volar en primera clase

Emiliano Lorenzo un joven enólogo de trayectoria reconocida unió sus saberes con el empresario Carlos Tinto -cuya familia estuvo vinculada a Sidra La Capilla- para armar una coqueta y atractiva bodega que denominaron "Las Cambachas". Así este sitio calingastino se convirtió en la cuna de Casimiro, un vino que no ha tardado en ganar un lugar en San Juan y en el país. Claro que esta vez apostó a más y decidió lanzar al mercado una exclusiva partida de 700 botellas de Gran Reserva Malbec, ubicado cerca de los 2 mil pesos en vinotecas.

Tanto Emiliano como Carlos conocen este valle al dedillo, y ponen todas las fichas a sus ediciones limitadas de vino - tanto que a esta altura están prácticamente sin stock-, con el fin de posicionar ese valle a nivel nacional y mundial.


"Las vendimias en esta zona son increíbles, y por supuesto el vino igual. Para analizar su evolución, lo voy probando todo el tiempo, y a los 6 o 7 meses de crianza en barrica aseguro que está redondo y listo para sacarlo. Creo que eso obedece a un conjunto de cosas pero fundamentalmente a los taninos que se generan en la zona que son amables, maduros, sensorialmente impresionantes", cuenta Emiliano.


Este gran reserva Malbec proviene de dos zonas -Hilario y Barreal-, ubicados entre 1.400 y 1.600 msnsm, lo que indudablemente le otorga notas diferenciales. Apenas está cortado con un 5 por ciento de Syrah y otro 5 por ciento de Cabernet Sauvignon para darle un toque especial. Se mantuvo durante 12 meses en barricas de roble francés y otros tantos meses en estiba en botella. El resultado: un Malbec amable, elegante, complejo, a la altura de un producto de gran calidad.


La etiqueta de Casimiro conserva el avión que presenta en todos sus productos, aunque siempre con destacados que evidencian detalles del vino. En este caso, la diseñadora Valeria Diumenjo, es la encargada de aportar el diseño general y los toques diferenciales en un estilo limpio y conceptual para cada línea de esta bodega.


Valeria, en esta oportunidad, optó por trazos atractivos entre los que se destaca el número 12 que son los meses en los cuales fue criado en barrica.


La botella pesa un kilo y también se uso corcho natural para garantizar la calidad hasta su llegada a la copa.


No será la única novedad del año ya que para octubre, los propietarios de Las Cambachas, están organizando el lanzamiento de un Malbec Rosé.



 

Los Nidos/ Bodega Cara Sur

  • Una apuesta a lo ancestral y natural

Desde su primera aparición en público, la bodega Cara Sur dio que hablar, y mucho. En poco tiempo ganó presencia en los mejores restaurantes -sobre todo porteños-, gracias a un concepto vinculado a lo ancestral, al cuidado del ambiente, y a poner en valor uvas que no siempre están catalogadas como de alta calidad enológica. Todo esto fue diseñado y pensado por un joven equipo integrado por el reconocido winemaker, Sebastián Zuccardi, junto al ingeniero agrónomo sanjuanino Francisco Bugallo, Marcela Manini y Nuria Año Gargiulo.


La decisión fue apostar por Calingasta a lo grande, tanto que están a punto de terminar con una bodega en Barreal con una inversión millonaria, que será inaugurada apenas pase el invierno.


Una de las decisiones fue trabajar uvas del lugar, en su gran mayoría criollas cuyas plantas tienen alrededor de 80 años y están distribuidas en 18 hectáreas de viñedos. Esta vez la nueva propuesta es Los Nidos 2018, nombre de la pequeña parcela de 0,5 ha que se caracteriza por las nidales que se ven a simple a vista. 


"Esta parcela sólo da unos 2 mil kilos de uva con la característica que tiene variedades de uvas tintas como Bonarda, Barbera, entre otras italianas, como se plantaba tradicionalmente en la región ya que es un viñedo de unos 80 años. Está ubicada en el paraje Hilario, a 1.500 metros sobre el nivel del mar. Es un blend que ya viene de la viña. Otra característica es que a nuestros mejores vinos los hacemos con los pies, se pisa el racimo entero", acota Bugallo. 


Por el momento la mayor parte de los vinos de Cara Sur tiene como destino la provincia de Buenos Aires donde se puede encontrar en los principales restaurantes, y desde hace un año están posicionándose muy bien en San Juan.


A diferencia de las tendencia actuales, las uvas de este vino ingresan en racimos enteros y con escobajos a las vasijas de hormigón mientras se van pisando para romper los granos. La fermentación es espontánea, con levaduras nativas y sin control de temperatura. "Gracias a las condiciones climáticas de nuestro valle y la inercia térmica del hormigón, las temperaturas durante fermentación no superan los 24 grados", acota Bugallo.


Luego del descubre, la crianza del vino se hace en un huevo -forma de la vasija- de hormigón de 1.000 litros, durante 8 meses, hasta embotellar. Tampoco son filtrados, para conservar aromas y sabores naturales.


"Hacemos vinos que acompañan mucho la mesa, los pensamos para eso. En este caso es un vino muy fino que macera mucho tiempo para lograr profundidad, delicadeza. En el caso de Los Nidos es aromático aunque más bien austero, y sus sabores se van apreciando por capas. Marida muy bien con platos que también apunten a la fineza", agrega Bugallo.


Por supuesto que más allá de lo ancestral y de la tradiciones que rescata este equipo de emprendedores hay características que permiten ciertos logros porque los suelos donde nacen sus vides son muy ricos, al igual que el clima en el que crecen junto a la pureza de sus aguas.


La cosecha de esta parcela especial que es cuna de Los Nidos, se hace manual en cajas de 15 kilos que llegan directo a la bodega en el mes de marzo. Sólo se elaboraron 1.200 botellas de este blend de tintas italianas.


"Hacemos un viticultura natural, usamos levaduras nativas para estos vinos de montaña en los que ponemos en valor el lugar y su historia", destacan los propietarios.


La nueva bodega está muy avanzada, a punto de quedar lista. Actualmente trabajan en las cavas, el sector turístico y parquización para que esté a pleno al momento de su inauguración que será apenas pasen los fríos días de invierno.

 

  • >> Viñedos del cielo


Muchos se preguntarán ¿cómo repercute la altura en un viñedo?, o ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? La respuesta es que influye mucho y su vinculación es directa ya que la altura favorece la amplitud térmica en el viñedo, un factor fundamental para alcanzar uvas de alta calidad. Si las temperaturas elevadas del día no son compensadas con el frío de la noche, y si las cuatro estaciones del año no se diferencian entre sí, es muy difícil que las uvas alcancen una madurez óptima. En cambio la diferencia notable de temperatura permite la acumulación de componentes imprescindibles para concentrar aromas y taninos (en el caso de los tintos).


La amplitud térmica también brinda niveles de acidez natural para que los vinos sean frescos. 


Además, en altura hay gran intensidad lumínica y brisas que favorecen el desarrollo de los viñedos y su sanidad. La cercanía con el sol aporta carácter a cada uno de los frutos que allí nacen e influye en la expresión de un vino.


Si uno observa la piel de la uva de un viñedo de baja altura y la compara con otra cultivada en zonas más altas verá que su piel es más gruesa, que resaltan sus colores, incluso se se la lleva a la nariz sus aromas son más pronunciados. Todo eso se traduce en el vino.