Gemelas y trillizos a la vez en la panza de Valeria

Catalina y Josefina estuvieron en el mismo saco embrionario y Agustín, en otro. Nacieron por inseminación artificial hace 5 meses y medio. Son hermanos de Franco, de 4 años. Todos, por supuesto, cambiaron la vida de la familia Lifschitz-Zuleta, que pasó de 3 a 6 integrantes.

Por Paulina Rotman

Fotos: Federico Levato

A Valeria Zuleta lo más grande que le pasó en la vida fue ser mamá. Durante 5 años esperó, deseó, ansió y soñó ese momento hasta que después de un año y medio de tratamiento para equilibrar sus hormonas, lo logró tras el éxito de una fertilización asistida.

Sin embargo, la maternidad le tenía otra sorpresa "bajo la manga”: su segundo embarazo la convirtió no solo en madre múltiple sino que con su gestación de dos gemelas que a su vez son trillizas de un bebé más, pasó a la historia como un embarazo poco frecuente por inseminación artificial. Algo que le importa mucho a la ciencia, pero más a ella, por supuesto que está llena de amor, chupetes y baberos.

Ya había nacido Franco -que hoy tiene 4 años- cuando Valeria y Sebastián decidieron no esperar más tiempo para agrandar la familia. Tenían claro lo que significaba -en todo sentido- pasar por tratamientos médicos y volvieron a intentarlo, esta vez por inseminación artificial. Agustín, Catalina y Josefina, ahora de 5 meses y medio, son el resultado.

"El embarazo fue una sorpresa. Desde un principio al doctor Jorge Loncarich le llamaban la atención los niveles de la subunidad Beta por lo que me adelantó que podían ser dos bebés. Y así era, en la ecografía, se vieron dos bolsas embrionarias. Pero al tiempo comprobamos que una se gemeló entonces eran tres los bebés. O sea gemelas por un lado y en total trillizos en el mismo embarazado, algo que está catalogado como una rareza. Por suerte tuvimos varios meses para programar la llegada de los bebés e intentar responder algunas preguntas que un embarazo múltiple genera”, cuenta la mamá protagonista de esta historia.

Al mismo ritmo que su panza crecía a pasos agigantados se llenaba de interrogantes: ¿cómo harían los Lifschitz-Zuleta para pasar de un día a otro de ser 3 a 6? ¿Cómo sería el embarazo? ¿Tendría que tener cuidados especiales por llevar 3 bebés en la panza? ¿Cómo sería el parto?¿Necesitaría oxígeno? ¿Cómo haría para dar la teta y cambiar pañales a tres recién nacidos?¿Cómo se acomodarían en la casa? ¿Y en el auto?

"Algunas cuestiones las fui resolviendo de antemano pero con otras no me adelanté: a medida que fueron ocurrieron fuimos encontrando respuestas”, dice la mujer que sorprendió a más de uno por su compra de 9 mamaderas a la vez, solo por citar un ejemplo.

Su horario laboral no cambió hasta la semana 36 de embarazo. Valeria seguía atendiendo su consultorio -es una otorrinonaringóloga de renombre en la provincia- e inclusive operaba como si nada cambiase en su organismo y en sus alrededores. Hasta aquel 27 de abril que haciendo una visita de rutina a un paciente operado presintió que empezaba su trabajo de parto. Entonces ella se convirtió en paciente porque lo que le había parecido una rotura de bolsa era en realidad un desprendimiento prematuro de placenta llamado accidente de Baudelocque, que obliga a actuar de inmediato por el riesgo de asfixia para el o los fetos en este caso.

"Por suerte la doctora Gisela Zoni hizo su trabajo con mucha celeridad y todo salió perfecto”, relata.

Primero nació Cata con sus flamantes 2 kilos. Después Josefina que pesó 1,700 kilos y el tercero en asomarse fue Agustín con apenas 1,600 kilos.

Ninguno de ellos volvió a casa con Valeria, Sebastián y Franco. Tuvieron que permanecer internados en incubadora hasta superar los 2,500 kilos de peso. Recién con 20 días la primera en abandonar la clinica fue Catalina, después Agustín que resultó ser el más goloso y fortachón, mientras que a Josefina fue a la que más le costó engordar.

"Estuvimos todos juntos recién cuando cumplieron el mes. Y ahí fue cuando empezó el baile porque había que cuidarlos mucho, al punto que no salimos de casa o que cuando llegaba alguien con tos o catarro tenía que ponerse obligatoriamente un barbijo. Eso evitó que los bebés se enfermaran y así pasamos el invierno”, da detalle de las atenciones con las que los recibieron en casa a los chiquitos.

Es que es los cuidados no son un detalle menor en esta familia. De hecho, la clave de Valeria para llevar adelante su casa con 4 ocupantes pequeños y demandantes pasa por la organización no sólo de las actividades sino además por el orden de las cosas. Por ejemplo cada bebé tiene identificado con su nombre sus elementos esenciales como mamaderas y chupetes

Aparte y a modo del ordenamiento, cada tarea se hace en su horario exacto pero multiplicada por 3: el cambio de pañales, el baño, las tomas de las mamaderas, la esterilización de chupetes, el paseo en los cochecitos. "Y si tienen que llorar un poquito lloran, no va a pasarles nada” dice esta mamá que se autodefine como "práctica por sobre todas las cosas" al punto que al mes y medio de haber pasado por la sala de partos ya había vuelto a su rutina médica.

Por supuesto que tiene ayuda. Sebastián, el papá, a la cabeza. Franco el hermano mayor que no tiene drama en entretener, hacer reir y alzar a los más chiquitos. También están disponibles Beatriz que trabaja en la casa y la mamá de Valeria que colabora de cerca.

"Nunca imaginé una familia tan grande. Ahora se nos ha revolucionado todo. Pero de algo estoy segura, tener una familia numerosa es mucho trabajo y es un desafío diario pero a la vez es lo mejor que me pasó en la vida”, dice convencida y llena de amor.

Hijos y títulos son pocos


Susana Mattar es la mamá de Candelaria, Emilia, Felipe y Tomás, que la llenan de satisfacciones. Pero además ha cosechado muchos éxitos en la profesión como gestora de los paneles de cata de aceite de oliva en San Juan y como empresaria. Cómo hace para llevar adelante la familia y el trabajo es lo que cuenta en esta nota.

Por María Inés Montes

Fotos: Marcos Carrizo

Es licenciada en Tecnología de los Alimentos, una mujer cálida y de perfil bajo. Susana Mattar es la mamá de Candelaria (17), Emilia (15), Felipe (12) y Tomás (11).

Si bien su vida tiene dos facetas ambas son exitosas: la vida de familia y la profesional. En este caso, Susana prefiere no hablar de la gran cantidad de títulos y nombramientos importantes que tiene para destacar a sus hijos y el acompañamiento de su esposo, en una historia que deja en claro que "se pueden” combinar ambas facetas. Especialmente porque conformo una gran familia, que en la actualidad por las edades de los chicos, la requieren bastante.

En realidad es algo que les pasa a muchas mujeres de hoy que son empresarias, trabajan, son mamás, esposas y por supuesto cumplen otros roles. Susana es el prototipo de mujer del siglo XXI que podríamos "decir toca el piano de la primera a la última tecla”. Tan es así que organiza sus hijos, su casa, las compras y además trabaja en lo que más le gusta. La experta en alimentos, Susana Mattar, es una de las personas más convocadas a nivel nacional para asesorar, capacitar y formar paneles de cata de aceite de oliva. Es gestora del panel sanjuanino homologado a nivel mundial y único en su tipo en el país. Además es la representante de Argentina del Consejo Olivícola Internacional (COI), participa de las reuniones de trabajo del Consejo donde determina pautas y mejoras para el análisis sensorial de este producto. Fue una de las gestoras del análisis sensorial del aceite de oliva en la provincia.

Es magister en Ingeniería en Alimentos, título otorgado por la Universidad de La Serena, Chile, es una de las personas más convocadas para asesorar, capacitar y formar paneles de cata en otras provincias, y en industrias, ya que este es un requisito fundamental para conocer la calidad del aceite.

Hace veinte años que es docente de la Universidad Católica de Cuyo en tres materias, y además está en el área de investigación de la misma entidad. "Es lo que más me gusta hacer; compartir y enseñar en formación de los alumnos que presentan proyectos de post grado. Creo que el dedicarme a pleno a la profesión, más allá de las satisfacciones personales, significa un legado y un ejemplo para mis hijos", dice con orgullo.

El día de Susana comienza muy temprano, llevado a los chicos al colegio para luego dedicarse a su la empresa familiar. "Todo esto lo puedo hacer gracias a mi compañero de vida, es decir mi esposo y también a Nilda, la señora que está en casa y que gracias a ella pude ser magíster porque me acompaña desde que mi primer hija es pequeña. Estos dos pilares son fundamentales para mi vida y por supuesto para la organización de mi casa”.

Pese a horarios, obligaciones, catas y clases, Susana destina todas las tardes a la atención de sus hijos. Ellos tienen la exclusividad. "Me requieren bastante porque se encuentran en una edad difícil y hay que estar presente siempre. El disfrutar de mis hijos me da mucho placer por eso el tiempo compartido siempre es poco”.