Cuando un hijo pierde a sus padres lo llaman huérfano, cuando una esposa pierde a su esposo la llaman viuda, o viceversa, pero cuando un padre pierde un hijo no tiene nombre. Más que una frase hecha, y repetida, es una realidad para aquellos papás que pierden hasta sus esperanzas cuando enfrentan un hecho tan traumático como éste. Con la idea de llenar ese vacío y buscar un nombre y una razón para afrontar la muerte Alicia Scheinder y Gustavo Berti -quienes perdieron a Nicolás en mayo de 1988-, crearon el Grupo Renacer que ahora está propagado por Latinoamérica y otros países de habla hispana. Por primera vez llegaron a San Juan para brindar dos charlas referidas al tema. Alicia anticipó en esta entrevista conceptos vinculados al grupo de ayuda a padres que perdieron a sus hijos.
Cuando a nosotros nos ocurrió esto no pasaba nada ni había nada parecido. Sólo las personas que nos querían nos daban consejos para que consultáramos a profesionales de la salud, nos decían que con el tiempo íbamos a superarlo, y todas esas cosas que se dicen pero que a un padre no le alcanzan. Muy pronto nos dimos cuenta que era a través del servicio, de brindarse al otro, que el corazón se apacigua y que el dolor y la herida se van cerrando para reemplazar todo ese gran amor que uno tiene por los que han partido. Renacer es una obra basada en el amor que los padres sentimos por los hijos y ese amor no se termina cuando los hijos parten, por el contrario se acrecienta hasta cubrir la vida misma y lo que no podemos entregarle al hijo físicamente se lo entregamos a otras personas que sufren y nos necesitan. El principio básico es que el sufrimiento se resuelve a través del servicio. La primera reunión fue en Río Cuarto, Córdoba, donde vivíamos en ese momento, fue un 5 de diciembre del 88 y nunca más se detuvo. Evidentemente había una gran necesidad. Así, y gracias a la difusión de los medios y transmisión de la gente, se fue extendiendo por todo el país y luego fuera de él.
No, lo curioso es que cuando algún profesional de la salud pierde un hijo se acerca a Renacer porque evidentemente todo lo que ellos estudiaron no fue suficiente para esto que les acaba de ocurrir. Se han acercado psiquiatras, psicólogos, entre otros. De hecho soy psicopedagoga y mi esposo médico, de todas maneras nada es suficiente en estos casos. Nada de lo que has aprendido sirve en estos casos, la pregunta es qué hago con mi vida de ahora en más. Siempre decimos que una cosa es lo que nos pasa y otra es qué hacemos con eso que nos pasa. Renacer es un grupo con una mirada prospectiva, no hablamos de lo que nos pasó, hablamos de cómo podemos hacer para que nuestra vida no pierda sentido y por el contrario qué haremos con nuestra vida para que valga la pena ser vivida. El sufrimiento no debe ser estéril, eso es muy importante. No vamos a dejar de sufrir sino que vamos a darle un sentido a ese sufrimiento, encontrarle un sentido a esta tragedia. La vida o Dios es la que nos pregunta y nosotros respondemos con nuestra actitud, qué hacemos con esto, ¿nos vamos a dejar doblegar por la tristeza?, ¿nos vamos a reponer?, o ¿vamos a trascender a través de la mano extendida al otro?.
Por supuesto, este grupo no está adherido a ninguna creencia religiosa ni idea política. Pueden asistir personas de cualquier credo o aquellos que se consideren agnósticos porque todos estamos frente a un objetivo común que es el sufrimiento. Ningún papá va a transmitir valores ni a decir que debe hacer el otro papá sino que mostramos opciones.
Antes de Renacer no había nada los padres estaban librados a su suerte, unos iban al psicólogo, otros a la iglesia, otros se dejaban abatir y vivían una vida a medias. Tenemos muchos ejemplos de padres que optaron por no mencionar nunca más al hijo porque era muy doloroso, cada uno hacía lo que podía. A partir de Renacer, se cubrió una necesidad, nuestro primer mensaje es de esperanza, de que es posible una vida plena. Al principio los padres tardaban un poco más en acercarse, luego no, ya que eran los mismos familiares los que venían para luego llevarlos a ellos, o nos pedían que fuéramos nosotros
para charlar y transmitirles de que se trataba. Igual es algo muy personal, muchos se acercan de inmediato y otros tardan más, pero ya no pasa tanto tiempo como antes. En aquel momento se acercaban padres que habían perdido a sus hijos hacia mucho tiempo. Lo importante es que cuando van salen con la esperanza de se puede tener una vida nueva.
-¿Qué técnica o mecanismo utilizan para encontrar esa salida a una nueva vida?
Trabajamos mucho con el pensamiento de Víctor Frankl y la escuela de logoterapia, que es accesible a todas las personas, o con Elisabeth Lukas que es su discípula. Ellos nos dieron el marco teórico referencial -filosófico antropológico- en el cual basamos nuestra tarea, sino todo quedaría en una charla y después nos preguntaríamos qué hacer. De hecho nosotros decimos que ni siquiera hay que contar la experiencia porque todos sabemos lo que están sintiendo, sino que nos une el cómo seguir adelante. También está el libro de Elizabeth Kubler Ross, que es el primero que se lee porque nos enseña a los padres a reconciliarnos con la vida, no hay que olvidar que en ese momento los padres están muy enojados. Son lecturas de apoyo ya que también usamos técnicas de la logoterapia que es sacar al papá de la hiperreflexión sobre lo que nos pasó para no encerrarnos y abrirnos al mundo comprendiendo que no somos los únicos que estamos sufriendo.
Indudablemente es así y después vienen las culpas. Para nosotros todo eso es irrelevante ya que lo que interesa es de aquí en más, de buscar la aceptación de que en la vida no se van sólo los adultos.
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– ¿Cuál es el motivo de la visita a San Juan?
Hace tiempo que los papás nos han llamado y le debíamos una visita a San Juan. Lo que sucede es que fuimos a Mendoza al grupo previo a éste y allí iban los papas sanjuaninos. Es que cuando vamos a algún lugar se estila que vayan todos los de las provincias cercanas. En esta oportunidad vienen papás de Mendoza, San Luis, Tucumán, Catamarca, incluso de chile. La primera charla estará dirigida a toda la comunidad porque hablaremos de cuando un ser querido muere y otra será destinada a los grupos específicamente y estará referida a la metodología de las reuniones.
Sin duda, aunque también hay que tratar de poner límites porque recibimos mensajes de todo el mundo, es una experiencia que nos hermana más allá de todo, inclusive de las culturas. Tampoco los diálogos dolorosos que establecen los padres no conducen a nada, pero son cosas que pasan. Hay un blog de Renacer muy lindo muy esperanzador con el mensaje básico. También hay foros con padres que entablan diálogos y así se enteran papás de todo el mundo. De hecho ahora nos vamos a España donde están organizando un encuentro de todo el país con los diferentes grupos creados con este fin.
Es imposible decirlo porque así como hay unos que comienzan hay otros que terminan como por ejemplo en los pueblos chicos. En esos casos siempre están latentes ya que cuando ocurre una muerte se reúnen para ayudar, pero a través del tiempo van dejando de funcionar como grupo.
A toda Latinoamérica. Es por una cuestión de idioma, si bien hemos publicado muchos trabajos en inglés, tenemos más compatibilidad con los de lengua hispana. En España, y en todo los lugares donde hay habitantes hispano parlantes hay grupos Renacer.
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No en absoluto. Cuando comenzamos lo hicimos con todo el corazón, por amor a ese hijo y a una hija maravillosa que tenemos y que no merecía tener padres tristes de por vida. Tratamos de encontrar un sentido a nuestra vida y encontramos el camino del servicio, entendimos cuan necesario era ya que no había nada parecido. Comprendimos que ese rincón estaba reservado para que alguien lo descubriera y así seguimos adelante, tranquilos, calladamente. Igual todo fue creciendo, con llamadas, mails, porque es una necesidad que nos presenta la vida, pero nunca medimos el impacto.