Si busco en mis recuerdos, siempre la encuentro a mi abuela contándome historias, aún lo hace. Hoy escribo desde mi casa, lejos de todo contacto personal y cercano con otro ser humano, sin embargo, no me siento solo, estoy conmigo y con mi imaginación. La que tanto estimuló mi familia desde que era niño. Por eso, no me asusta pasar tiempo solo, ni tampoco me siento encerrado, porque cuando deseo salir de casa, cierro los ojos y vuelo. Viajo a mundos lejanos o cercanos. Resignifico historias personales o me abrazo con cuentos que me contaron.
Cuando termino de volar, vuelvo a la realidad e intento plasmar todo lo imaginado en el papel. Pongo música, escribo y sano.


También leo y escucho todo lo que está pasando, no es que escape de lo que me rodea, sin embargo, dentro de toda la información que circula, veo las recomendaciones de los profesionales de la salud mental para pasar la cuarentena: Escribir, leer, fomentar la creatividad, escuchar música, dibujar, actividad física, entre otras.


Me cuestiono, y cuestiono el mundo en el que vivíamos, porque sin dudas ya no será el mismo. Me doy cuenta que el arte en momentos de crisis se vuelve indispensable y me pregunto ¿Si ayuda en condiciones tan extremas, como ayudará en condiciones más equilibradas?


Pensar que en el mundo, que poco a poco dejamos atrás, son tan pocas las horas que se le dedica al arte en la educación. Materias como música, artes visuales, artes escénicas, son consideradas materias relleno por el sistema escolar y hoy, con una pandemia que pone en jaque muchas de nuestras creencias, quienes no podemos enfrentarla en el terreno, nos refugiamos en el arte para superar el aislamiento.


No tengo dudas, el arte es una necesidad del hombre y ante esta realidad no puedo ser indiferente, soy cuentacuentos, narrador oral y voy a seguir trabajando, a distancia, para habitar de historias los hogares.


La narración es el arte más antiguo que existe, tanto como el ser humano. Comienza con los primeros hombres y mujeres que se juntaban en cuevas para resguardarse del frío y de las grandes bestias que acechaban. Ahí alrededor de un fuego comenzaron las historias. Con cada relato fueron aprendiendo a defenderse, a guiarse por las estrellas en la noche, a compartir el tiempo con otros, simplemente, aprendiendo a vivir.


En un mundo que corre (o quizás, obligadamente, ya no tanto), es necesario proponer espacios de pausa, donde nos miremos, nos escuchemos, disfrutemos, narremos y nos encontremos con el otro a través de la palabra, la imaginación y la magia de los cuentos.


La función del narrador sigue vigente y mantiene su importancia en la tarea de sociabilizar, agudizar la curiosidad, reflexionar, recordar los orígenes de nuestra historia, transmitir experiencias a través de relatos cautivadores, donde el que escucha puede vivirlos como si estuviera presente, y así también, encontrar en los cuentos respuestas para su propia vida.


Todos somos narradores, en mayor o menor medida, todos tenemos historias para contar.


Creo que las historias son sanadoras, que nos permiten entender a los demás y entendernos.


Conocer diferentes historias de vida, nos puede ayudar a mirar el mundo desde otras perspectivas, comprendiendo al otro y permitiéndonos ser más compasivos. También, nos dan la posibilidad de sentirnos identificados y de encontrar en el otro un compañero.


Crear una narrativa con los acontecimientos de nuestra vida, nos trae claridad. Nos ayuda a entender cómo nos convertimos en quienes somos. Además, nos da una oportunidad de sentirnos comprendidos y escuchados.


En estos tiempos, donde por fin tenemos tiempo, quizás sea hora de que nos volvamos a comunicar a través de las miradas, los gestos, las palabras, nos quedemos en casa, hagamos una linda sobremesa, contemos recuerdos de la infancia, experiencias de vida, cuentos que nos contaron, recuperemos el arte ancestral de la palabra, y quizás así, volviendo a las raíces, al salir construyamos un mundo más sensible, empático y unido del que estábamos viviendo.
 

Sé todos los cuentos

de León Felipe (18841968)



Yo no sé muchas cosas, es verdad.


Digo tan sólo lo que he visto.


Y he visto:


que la cuna del hombre la mecen con cuentos,


que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,


que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,


que los huesos del hombre los entierran con cuentos,


y que el miedo del hombre...


ha inventado todos los cuentos.


Yo no sé muchas cosas, es verdad,


pero me han dormido con todos los cuentos...


y sé todos los cuentos.


Espacios de narración 


Para compartir con amigos y familia durante la cuarentena


Canal de YouTube: Pablo Montemurro (ingeniero en cuentos) podés encontrar el programa Cuentos en Familia donde se narra un cuento y se proponen actividades para realizar a partir del cuento.



Cuentos por Skype: Para disfrutar en familia y tener la posibilidad de interactuar con el narrador en vivo. Eligiendo las historias a contar dentro de un abánico de opciones.



Cuentos por Whatsapp: Pagando una contribución voluntaria mensual (valor sugerido de 100 pesos) todas las semanas reciben un audio con un cuento corto narrado por Pablo)


En caso de querer sumarte a alguna de las propuestas podés contactarnos a través de las redes sociales personales ( Pablo Montemurro) o a Pigmalión, espacio educativo, recreativo y cultural.


Por whastsapp al +5492644685195.



Cuentos en vivo por instagram


Todos los sábados a las 11 am en el perfil de Instagram de Pablo Montemurro, comparte un cuento en vivo para sus seguidores.


(Sin título)


Me senté a escribir en un café. Hace mucho que cuento pero no escribo. No supe por dónde empezar hasta que buscando palabras a mí alrededor me topé con mi reflejo en la ventana. Me observé y sonreí. Quise abrazarme por lo que luché, lo que disfruté, lo que reí, lo que lloré, lo que transité. Se me vino una frase a la cabeza "la felicidad es la emoción que nos recorre cuando podemos mirarnos sin sentir vergüenza de quienes somos", Rolón. Me quise contar que estoy feliz y agradecido. De saber que no estoy solo, que estoy conmigo. Que estoy formado por las personas y las historias que me habitan. Me miro. Las palabras me acarician. No tengo dudas, somos todo aquello que nos contamos.
Pablo Montemurro

Por Pablo Montemurro