No fue un año sencillo, como tantos otros. Abundaron los avatares económicos, los problemas y los sinsabores sociales. Sin embargo, para muchos sanjuaninos el 2019 quedará guardado en la memoria por haber significado un tiempo para alcanzar grandes metas. Recibirse, llegar a la NASA justo cuando se cumplían los 50 años del primer alunizaje, cumplir objetivos que marcan el camino educativo, potenciarse como ser solidario. ¿Qué más se puede pedir? Que estas historias sirvan de aliciente para que ellos sigan avanzando y para que otros los imiten y puedan en el 2020 alcanzar nuevos logros que se multipliquen. ¡Feliz Año Nuevo!

Por Myriam Pérez y Paulina Rotman


Luciana Leanez Ocampo / La sanjuanina que llegó a la NASA


Despegue infinito

Luciana no tenía mayores conocimientos de inglés más que los que le dio la escuela hasta el momento y los que adquirió por su cuenta mirando videos y leyendo en Internet. Claro que eso no le alcanzaba para cumplimentar los distintos requisitos que le pedían para postularse a la beca propuesta por la Embajada de Estados Unidos para conocer la NASA con motivo de los 50 años de la llegada del hombre a la luna. Ese no fue un inconveniente. Se puso a estudiar el idioma por su cuenta para así poder completar los 6 ensayos, cinco escritos y un oral. Entre los exámenes tuvo que dar respuestas sobre cuestiones personales, pasando por su visión acerca de su influencia en la comunidad hasta temáticas científicas, como la Teoría de los Números Cuánticos que acababa de aprender en una clase de Química en 5¦ año del Central Universitario y que fue el estudio científico que eligió para desarrollar. Con semejante bagaje y valentía, se sometió al destino. Y de hecho, esta jovencita que además de las ciencias se desvela por el canto (es parte del Coro Arturo Berutti), logró ganar un lugar entre los 900 competidores. Ella es la única sanjuanina, de los 50 finalistas argentinos, que pasó 15 días en el Space Camp del U.S. Space and Rocket Center en Huntsville, Alabama.


"Fue una aventura increíble, que marcó mi año definitivamente. Yo como cualquier adolescente soñaba con conocer Estados Unidos, pero llegar a la NASA era inimaginable. Fue una experiencia inmensa que incluyó ver modelos de naves que han viajado al espacio, vestirse de astronauta, estudiar y hacer propuestas para lograr objetivos en una misión espacial, enfrentarse a las pruebas por las que pasa un astronauta realmente como pruebas de buceo, silla multi-axis, G-Force, caminata lunar, simuladores; aprender y someterse a retos de ingeniería como construir rovers (robots) y escudos que aíslen de las altas y bajas temperaturas, del agua, de los posibles objetos punzantes en la nave o el espacio, del fuego, de las caídas, etc hasta desarrollar nuestro cohete con paracaídas y hacer pruebas de impacto. Me llamaba la atención poder vivir muchas cosas que hasta ese momento solo había visto en imágenes. Aprendí mucho, hice amigos, pero fundamentalmente volví muy incentivada para seguir aprendiendo y preguntando. Semejante experiencia me ayudó a darme cuenta que sea cual sea la carrera que siga siempre se va a poder vincular con el trabajo que se hace en la NASA o en cualquier centro espacial porque ellos necesitan no sólo científicos y astronautas, también artistas, cocineros, costureros. Y eso para mí fue muy alentador'', resume el viaje.


Volvió ilusionada con compartir toda su experiencia para entusiasmar a otros. Sin embargo, el regreso la esperaba un nuevo desafío, quizás más difícil. Su mamá estaba enferma y tuvo que dedicarse a cuidarla. Por eso, abandonó la escuela. El 2020 se presenta prometedor para ella: seguir acompañando a su mamá en su recuperación, rendir libre todas las materias para ponerse al día con el colegio y enfocarse en despegar, como se había propuesto antes de viajar.


Juan Diego Chicala / Un título de chef prometedor
 
Recetas más que especiales

Un lomo marinado en Chardonay con finas hierbas y papas rústicas a la española y la explicación detallada del paso a paso para hacer un asado como un profesional de los fuegos fueron las últimas cartas que jugó Juan Diego Chicala para convertirse en cocinero internacional en el Uthgra, la Unión de Trabajadores del Turismo, Hotelería y Gastronomía.


Ese fue su examen final. La semana pasada recibió el título que lo acredita y que convierte al 2019 en inolvidable. Eso sí, pidió, con absoluta conciencia, que no hubiesen festejos con huevos y harina como tradicionalmente se usa, para no desperdiciar alimentos y para no ensuciar la vereda del lugar dónde adora ir a estudiar.


Juan Diego derribando prejuicios y mitos, transitó como un alumno más esta carrera terciaria. No tuvo ningún tipo de ayudas especiales o privilegios en los tres años de estudio por ser una persona con Síndrome de Down. Sólo requirió la colaboración de Valentina, su DAI (docente de apoyo a la inclusión) para repasar la teoría gastronómica aprendida. En Uthgra es uno más, lo define su profesor, Julio Cruz. "Por eso, debo reconocer que nos llena de orgullo su empeño y su buena mano para hacer platos deliciosos '', agrega el docente que lo incentivó a no amilanarse para integrar equipos de cocina que participaran en concursos o en eventos. Tan es así, que este nuevo chef fue el ganador del grupo de cocineros que representó a la institución en el Argoliva. 


Cuentan que eligió esta profesión porque ya venia seducido desde el secundario con el tema, espacio educativo del que egresó con el título en Técnico en alimentos. Unos meses antes de terminar había hecho una pasantía en el Uthgra y eso terminó por decidir su vocación. Tenía varias llaves a su favor: le gusta cocinar con sus hermanos Emiliano y Franco, muchas veces espera a que Graciela, su mamá, vuelva del trabajo con la verdura pelada y cortada, es el que mimosea con algo rico a su abuelo preparándole su mousse de chocolate y dulce de leche preferido, es el primero en anotarse para ayudar a su papá Rolando a hacer asados. Además prepara pochoclo como ninguno. 


El reciente título de chef es el corolario de una carrera educativa exitosa, si las hay: terminó el secundario en el Colegio Parroquial de Santa Lucía como escolta de la bandera argentina con un promedio de 9,10 según recuerdan sus papás. Además es cinturón negro en karate. Y como artista plástico tiene 4 cuadros exhibidos y a la venta.


"Cuando Juan Diego nació nos propusimos abrirle todas las puertas que estuvieran en nuestras manos. Jamás tendría por nuestra parte un techo ni encasillamientos. Siempre buscamos darle todas las posibilidades. Y él, nos ha sorprendido a cada paso'', dicen felices en su ámbito familiar.
Claro que hay un dilema con su nuevo aval profesional: aún no se decide si le gustaría ser parte de un restaurante o si opta por el trabajo de ayudante de cajero de supermercado, experiencia que adquirió gracias a Centro Vida Nueva en el Rincón de Napoli. Las dos salidas laborales lo harían muy feliz.

Benjamín "Pollito'' Leiva / Primeros pasos solidarios 

Un año para ayudar 

Si el 2018 había sido un año interesante para Benja, cuando al entregarle una carta al gobernador Sergio Uñac pidiéndole ayuda por su salud, se le abrieron de par en par las puertas de la Casa de Gobierno y se hizo amigo de buena parte del gabinete provincial y de muchos funcionarios de distintos municipios; el 2019 no tiene parangón alguno. Es que este año y con tan solo 9 años, este "gigante-chiquito'' (que nació con mielomelingocele (columna bífida) por lo que se traslada en silla de ruedas y a esta altura de las circunstancias ya se ha sometido a casi una docena de operaciones por la hidrocefalia congénita); pudo desplegar su gran sentido solidario. En su familia no les sobra nada, son gente humilde que ni un día le sacan el cuerpo al trabajo, según cuenta María, su mamá. No tienen mucho para repartir. Pero eso sí, Benja "Pollito'' tiene un corazón gigante, buenas iniciativas y nobleza obliga decirlo, muchos contactos que le consiguen lo que necesita. De hecho, haciendo campaña en redes sociales donde tiene muchísimos seguidores y con la colaboración de dirigentes y políticos ha repartido en los últimos meses alimentos, ropa y calzado, pañales, golosinas, juguetes a cientos de personas en toda la provincia. Y eso lo hace sentirse feliz y muy útil.


"Poder ayudar a la gente es lo que más me gusta. Claro que no lo hago solo, para eso tengo grandes amigos que me dan donaciones como el gobernador, Luis Ruedas (subsecretario de la Unidad Gobernación), el intendente Fabián Gramajo, el concejal Ariel Riveros, mis tíos Cristina Conturso, Juan Carlos Samper, mi amiga Rosi de Pérez, "mi abuelito'' Armando Sánchez (actual intendente de Pocito) y mucha gente más que no tiene ni un cargo ni nada'', dice el chico que este año organizó un festejo con bandas musicales para conseguir donaciones para el Día del Niño. Así pudo llevar regalos al comedor "De todo corazón'' en Caucete, después siguió otra campaña en Mogna, en el Lote 31, en Marayes y hasta hizo una caravana solidaria. Tampoco deja de lado a las personas necesitadas con las que convive: a diario llega algún que otra prenda de vestir a los niños de su escuela, la Provincia de La Rioja. 


"Hace unos días fui vestido de Papá Noel al Hogar de Ancianos y eso es lo mejor que me pasó este año. Me emocionó mucho estar en contacto con los abuelitos y llevarles no sólo cosas ricas, ropa y calzado, sino además mucho amor. Ahora quiero empezar a trabajar para hacer algo grande para Reyes. Entre todos podemos juntar lo que hace falta. Es cuestión de buena voluntad'', asegura el niño que quiere ser abogado cuando sea grande.


Los gestos solidarios de Benja no son el único motivo de orgullo para la familia. Este 2019 terminó el año escolar con el mejor promedio del grado, 9,97, lo que hace pensar a más de uno que va camino a dejar huellas no sólo como estudiante sino como una gran persona.

Escuela Obispo Zapata/Todos ganan

Trabajo en equipo

Los alumnos y profesores que el año pasado ganaron el Maratón Nacional de Robótica de la Escuela Obispo Zapata de Pozo de los Algarrobos, Caucete, quizá creyeron que el 2018 sería inolvidable, sin embargo este año multiplicaron esos resultados. El 2019 quedará en el recuerdo de toda la comunidad educativa de esa escuela porque los logros superaron las expectativas de todo el equipo encabezado por la directora Ivana Rivas. Por un lado los estudiantes Leandro Olmos, Francisco Ramos y Adrián Aciar, el profesor Wilson González y la directora del colegio, participaron como disertantes en el Congreso internacional Aprender para el futuro en la era de la inteligencia artificial. Y eso no es todo. El profesor antes citado, junto con Silvina Romero, Ana Ferre, Joana Plaza y Mirna Peliche quedaron entre los 10 finalistas del premio "Maestros Argentinos", con el proyecto escolar sobre el Club de Robótica, por citar dos ejemplos.


Los objetivos cumplidos en una zona muy humilde de San Juan rompieron todos los esquemas y se acumulan día a día. Sin ir más lejos este año la matrícula superó los 250 alumnos contra los 30 que habían en 2015 cuando Rivas asumió la dirección.


En el deporte los resultados no fueron menores para ellos porque por primera vez en los Juegos Evita, la categoría femenina Sub 14 salió campeona de Cestoball, al igual que en los Intercolegiales. 


Estrenaron edificio con 8 aulas, pizarrones, salas de computación, sala de reunión, entre otras comodidades, porque hasta ahora, los profes dictaban clase en una sala grande o al aire libre, según le tocara cada día. La comunidad educativa quedó consolidada definitivamente desde que este año los alumnos y docentes participaron en el programa "Aprender a Emprender", por el cual se especializaron en vitrofusión. Esta propuesta sumó a los padres interesados que conformaron una empresa paralela para sumar ingresos al sustento familiar diario.


Por supuesto que la robótica sigue siendo un eje en la escuela al punto que el equipo ganador del maratón nacional de robótica, decidió capacitar a sus compañeros los días lunes y miércoles mientras ellos se entrenan y ganan nuevas herramientas a través de Youtube y Planied, programa a cargo de María Inés Fernández.


Otro de los hitos más recientes es que el único equipo seleccionado por Argentina y una de las tres delegaciones de Latinoamérica junto a Perú y Chile, para capacitarse en Schedule for Sakura Science High Scholl Program 2019, está conformado por alumnos de este establecimiento. Se trata de Victoria Riveros, Yuliana Fernández, Francisco Ramos, Román Quiroga, Martín García y el profesor González, seleccionados por la Agencia de Ciencia y Tecnología de Japón por su trabajo y dedicación.


"Todos estos logros me han llenado el alma, porque a esto se suma que cada vez más gente del lugar quiere seguir estudiando; hay menos deserción escolar; bajaron los índices de repitencia, y los chicos van a la escuela con gusto. Esas cosas no tienen precio porque nuestro objetivo es potenciar las capacidades de cada uno, y así trabajamos con todo el equipo de docentes", asegura Ivana Rivas.

Rubén Armada/Final de un ciclo

"Estudiar te hace crecer"

Muchos de los que rodean y quieren a Rubén Armada, lo alentaban para que terminara la escuela secundaria que había abandonado en tercer año. No sólo lo logró con 48 años, si no que también planea estudiar Historia, si el tiempo se lo permite. Indudablemente que para él, este año será inolvidable, logró una meta ansiada que pudo compartir con Chiquita, su mamá de 73 años, Adriana, su esposa, y sus cuatro hijos (todos estudiantes avanzados). 


Rubén cursó hasta tercer año en la escuela secundaria Augusto Pulenta de San Martín, donde vivía humildemente con su familia, pero el destino lo llevó a Alto de Sierra donde se enamoró de su primer trabajo. Era caddie en el Club Amancay, y su sueño era convertirse en golfista profesional. Lamentablemente no pudo ser y a los 20 años encontró un trabajo que consistía en cargar bolsas de alimentos en un negocio de Villa El Pino. Ya por entonces tuvo intenciones de volver a la escuela, tanto que le pidió al dueño del lugar, media hora para poder cursar lo que quedaba en un establecimiento lindante. "Nunca lo voy a olvidar, me dijo: sos muy bruto para estudiar, y por supuesto no me dio permiso. Tenía dos opciones, agachar la cabeza o seguir adelante, y elegí lo último", cuenta Rubén.


A los 24 comenzó a vender libros a través de una editorial y de eso vivió y vive aún, con la salvedad que desde hace cuatro años es vendedor independiente. 


"Siempre me gustó mucho leer y se profundizó cuando empecé a dedicarme a ese trabajo. También me permitió construir mi casa con un crédito del IPV y criar a mis hijos. Facundo, el mayor está en tercer año de Educación Física; Florencia en primero de enfermería, Guadalupe en el último año de la Normal y Fátima en cuarto de la Escuela de Comercio", cuenta con mucha emoción.


El click para cumplir su sueño de terminar la escuela se produjo cuando un amigo, Juan Fernando Carrascosa, le dijo "no te puedo creer que no terminaste, tenés que hacerlo. Sólo hace falta que busques la fotocopia del libro matriz de la escuela". Esas palabras alcanzaron para ponerse en marcha.


"Fui a la escuela Luis Noussan en la Villa Villicum de Albardón y me inscribí. Pensé que iba a ser un trámite y no fue así, realmente tuvimos que estudiar mucho con profesores que nos exigían mucho, y también nos acompañaban. Fue hermoso. Hace unos días fue el acto de colación y la verdad que fue emocionante para todos porque yo siempre le digo a la gente a la que le vendo libros, estudiar es lo único que te hace crecer".


Lourdes Orozco/ Educación adaptada


Objetivo cumplido

En el camino, Lourdes y sus incondicionales padres -Lina y Carlos-, encontraron muchos obstáculos, pero ninguno que los pudiera detener para que su hija recibiera la misma educación que cualquier otro argentino. Apenas tenía tres años cuando en la escuela Aleluya, les propusieron si querían sumarla a la primera integración que se haría con chicos con síndrome de Down en los jardines de infantes de la Municipalidad de Santa Lucía. De inmediato lo hicieron y el éxito fue rotundo, al punto que pasó salita de tres y de cuatro sin inconvenientes. El problema surgió en un par de escuelas en las que lamentablemente no la recibían para empezar el nivel primario, hasta que su mamá Lina decidió hacerlo público. "Tras varios tropiezos llegamos a la escuela Belgrano del Barrio San Martín. Fue maravilloso, nos encontramos con directivos y docentes con una apertura impresionante. Allí hizo toda la primaria con una aceptación total por parte de sus compañeros. Disfruto mucho esa etapa", cuenta Lina.


El camino debía continuar, y en ese momento, comenzaba la lucha por un lugar en la escuela secundaria, siempre acompañada por el equipo interdisciplinario de Aleluya que hace seguimiento en ambos niveles educativos.


Así llegó a la escuela Miguel de Azcuénaga ubicada en Trinidad, la que por aquel entonces, abría el primer módulo de secundaria, es decir de primero a tercero. Este establecimiento abrió sus puertas con el objetivo de también amparar a personas que no eran recibidas por distintos motivos en otras instituciones, en definitiva una escuela totalmente inclusiva. Llegó tercer año con tanta suerte que el segundo módulo también quedó habilitado para seguir avanzando.


Tanto en primaria como secundaria las personas con síndrome de Down cuentan con un sistema de adecuaciones curriculares que les brinda herramientas para expresar sus conocimientos. "A mi me gusta Filosofía porque me gusta pensar, también mucho computación", dice Lourdes a quienes todos conocen por sus grandes habilidades con las matemáticas y otras ciencias exactas. "Con esas materias no tuvo problemas porque tiene mucha facilidad", cuenta su mamá.


Lourdes acaba de concluir sus estudios secundarios, pero además ya está inscripta para continuar estudiando Diseño Gráfico en la Facultad de Arquitectura de la UNSJ. A la par terminó un nuevo año en el instituto Sultana donde estudia árabe y español, y hace tres meses fue convocada para formar el equipo de natación inclusiva (en Piscis) que participará el año próximo en los Juegos Evita.


Lina ya está inscripta para acompañarla en la misma carrera universitaria porque para este nivel no existe adaptación curricular, un obstáculo que comenzarán a sortear con Federico, un diseñador gráfico y profesor de Ciencias de la Educación, que será el encargado de hacer el acompañamiento de Lourdes.


Un año inolvidable para los Orozco.