Work and travel es un sistema de viajes implementados por varios países desarrollados del mundo, entre ellos, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Canadá, entre otros. Se trata de empleos temporarios que favorecen a los estudiantes universitarios y terciarios, en este caso del hemisferio Sur. Es que entre los requisitos (ver aparte) hay que ser alumno regular y tener aprobadas dos materias del ciclo lectivo en curso. La posibilidad de trabajar y disfrutar de pasear por los principales centros turísticos del mundo durante tres meses (por lo general el segmento que va de diciembre a marzo, aunque hay posibilidades de hacerlo hasta en un año) es una alternativa que cada vez está más de moda entre los jóvenes.

En San Juan también hay chicos que pudieron tener esta experiencia y con la que están plenamente satisfechos. No sólo que la recomiendan, sino que estarían dispuestos a realizarla otra vez.

Leandro Sarich (28), María Cecilia Harrington (21) y Virginia De La Torre (28), son algunos de los sanjuaninos que concretaron este viaje que conjuga trabajo con placer. Vivir en un país y recorrer sus principales atractivos en varios meses, no es común, por lo que la posibilidad la aprovecharon al máximo, según cuentan ellos.

Historias

Leandro Sarich / Estudiante de Turismo:

"Viajar es una adicción"

A diferencia de otras posibilidades, Nueva Zelanda ofrece hacer el work and travel hasta en un año. Esta oportunidad la aprovechó al máximo Leandro Sarich, un estudiante de la Licenciatura en Turismo en la Facultad de Filosofía Humanidades y Artes de la UNSJ, que en la actualidad tiene 28 años, quien hizo esta experiencia desde abril del año 2009 hasta abril del 2010 en ese país de Oceanía. A los neozelandeses se los llama "kiwi" y a los nativos indígenas: "moaris", comenta el muchacho en su introducción.

"Me fui con un compañero de facultad, porque un primo de él vivía en la ciudad de Auckland hacía ya 6 años. Hicimos este viaje luego de averiguar y sacar la visa "working holiday" que es por un año".

A lo largo de ese tiempo, Leandro trabajó en lo que fuera posible: pintor en la construcción, gamelero, mucamo durante todo el año en hostels por free acomad, o sea acomodación libre, limpiaba dos horas por día y no pagaba alquiler.

Los primeros tiempos fueron "durísimos, más que nada en la construcción. Eran actividades pesadas en general; me subcontrataban las empresas para hacer ese tipo de actividad que ellos no querían realizar". Agrega que "pagaban más que bien".

Leandro ganaba alrededor de 3.000 dólares al mes, es decir, unos 12.000 pesos argentinos.

Después de esa experiencia, el muchacho reflexiona y cuenta que "siempre soñé con vivir afuera, es más, a lo mejor, en abril de 2012 me vaya otro año, pero esta vez a Italia. Es que para mí, viajar es una adicción, por eso elegí la carrera de Turismo. De todas formas, estoy enamorado de San Juan", confiesa.

En su estadía en Nueva Zelanda la fecha que más extrañó fue Navidad, debido a la lejanía geográfica con familiares y amigos; después fueron días de aventura y viaje por todo ese país.

La experiencia fue tan buena que Leandro quiere ser sin dudas, un ciudadano del mundo.


María Cecilia Harrington / Estudiante de Recursos Humanos:

"Un desafío personal"

María Cecilia Harrington cumplió su sueño de viajar al Norte de California, más precisamente a Lake Tahoe, donde está el centro de esquí Squaw Valley. La chica es estudiante de Recursos Humanos en la Universidad Católica de Cuyo. Su función era trabajar en las aerosillas controlando que cada turista tuviera su ticket y carnet de socio del centro de esquí, además de atender al público. Por eso tenía un fluido contacto con la gente, por lo tanto hablaba mucho inglés. En ese lugar estuvo desde diciembre de 2009 hasta fines de abril de 2010. "Este viaje para mí fue como un desafío personal". Es que era la primera vez que viajaba sola, además era a otro país y muy lejos de casa, a los 19 años.

Desde San Juan partió con 3 chicos con quienes hubo una muy buena relación de compañerismo. Se forjó una gran amistad debido a que iban a todas partes juntos tanto para hacer trámites como para viajar.

Ya en el aeropuerto de Los Angeles, en Estados Unidos, lo que le sorprendió a María Cecilia fue ver la gran variedad de gente de distintas partes del mundo.

En ese centro de esquí se trabajaba de 8 a 16, de corrido. En el lugar, les daban una charla sobre el trabajo en sí. El jefe que los contrató les dijo por medio de power point cómo era la cultura estadounidense y latinoamericana. A María Cecilia le llamó la atención el conocimiento que tenían sobre la forma de ser de los nacidos en los distintos países del continente. De los argentinos se tenía un buen concepto a la hora de trabajar. Otro dato para ella importante es que en cada jornada laboral, los jefes estimulaban con palabras de aliento a los empleados.

El primer día de trabajo María Cecilia se sentía feliz, con su uniforme y campera abrigada. Claro que al momento de comunicarse con el público sintió una gran diferencia entre el inglés que aprendió desde pequeña y el que se habla en ese lugar. "Utilizan un lenguaje con palabras cortadas, expresiones mediáticas, pero fue hasta adaptarse. Por suerte hablé mucho inglés y lo pude superar", comenta.

La chica tiene para contar anécdotas a manos llenas. Si bien extrañó un poco en el primer mes de estadía, la chica vivía la experiencia a full. La Navidad fue muy rara, porque allá no se festeja como en Argentina a la media noche, sino el 25 al medio día, cuenta María Cecilia.

De todos modos, en año nuevo era más fiesta. Como ella cumplió allá sus 20 años, igual no podía ingresar a ningún bar, debido a que sólo se permite la entrada a personas de 21 años en adelante. Es que la vida en ese lugar es muy distinta a la que se vive en San Juan y el resto de Argentina. La gente allí cena a más tardar a las 19 y luego está todo el comercio cerrado.

Por otro lado, un día de trabajo para María Cecilia comenzaba a las 6 de la mañana hasta las 16. "La experiencia da para mucho, creo que uno tiene que ir con un objetivo definido. Para mí era trabajar y juntar dinero para seguir viajando, porque me quedé un mes más. Me pagaban 60 dólares diarios y el sueldo era quincenal. Con eso me mantenía, pagaba alquiler y realmente la plata alcanzaba porque los precios eran accesibles, ya sea en los servicios como en el supermercado". También pudo hacer un crucero en el Carnival Paradise junto a los amigos sanjuaninos. Fueron unos 4 días por la costa Oeste de California por unos 300 dólares.

Una vez que terminó su trabajo en el centro de esquí y con el dinero juntado pudo viajar a Disney, New Orleans, Nueva York y otros sitios. Le encantó la diversidad de gente y la forma extravagante de vestirse.

Una de las cosas que le llamó la atención es que es común hacer dedo en la calle sin temor a la inseguridad. Se trata de una actividad común en Nueva York. "La verdad es que recomiendo este tipo de viaje, porque se crece mucho, madura y gana en experiencias de vida", concluye.

Virginia De La Torre / Estudiante de Turismo:

"Una experiencia impagable"

Virginia viajó a Hawai el 6 de diciembre pasado a Maoui. Se fue con 27 años y cumplió uno de los sueños de su vida. Eligió ese destino de playa, porque le gustó la idea de conocer otra cultura, como el caso de los habitantes de nativos de esas islas del Pacífico.

Virginia ya terminó de cursar la Licenciatura en Turismo, en la Facultad de Filosofía Humanidades y Artes de la UNSJ y sólo le queda rendir un par de materias para recibirse de licenciada. Se fue sola, recién conoció otras chicas que estaban en su misma condición en el aeropuerto de Seatle, Estados Unidos. Eran de Paraná, Puerto Madryn , Mendoza. Todas iban a buscar trabajo, con sus papeles en orden y con la esperanza de conseguir ese empleo. No fue fácil.

Al llegar paró en un hostel y de inmediato salió a buscar casa ya que cobran el hospedaje a unos 30 dólares. Por otra parte, la búsqueda de trabajo no es como en San Juan o el resto de Argentina. No se va con curriculum, sino que uno se presenta, los empleadores tienen una planilla de trabajo y se inscribe. En caso de salir el empleo se comunican con el interesado y a trabajar

A Virginia la llamaron primero en un restaurante italiano y luego en el hotel Resort honua Kai Resort, de 5 estrellas que está en la primera línea de playa. El sueldo mínimo es de 7,25 dólares la hora, pero se manejan mucho con propinas. "Yo no tenía un buen nivel de inglés por eso estuve de lavaplatos, pero ganaba 9 dólares la hora y unos 15 dólares la hora. Por ahí ganaba unos 50 dólares por día por trabajar 4 horas por día. El hotel tenía dos torres y 500 habitaciones, me pagaban 10 dólares la hora. Una vez me dejaron de propìna 50 dólares. Habían veces que no ganaba nada de propina. De todas formas, llegaba a ganar unos 1.400 dólares mensuales.

Mi idea era mejorar mi inglés y viajar, que es lo que me gusta. Yo ya había estado en Estados Unidos, de turismo, pero esta vez era en otro lugar de ese país con una cultura distinta a la que conocemos.

Oahu me sorprendió. Es una gran ciudad. Si bien el trabajo no era de elevada categoría, Virginia cuenta que allá es diferente a lo que se vive en Argentina. Limpiando habitaciones de hotel o de lavaplatos en un restaurante se puede vivir bien con las ganancias. La calidad de vida es mucho mejor. Acá, haciendo el mismo trabajo no se puede aspirar a una vivienda digna, a comer bien, a vestirse bien y menos a alquilar un auto. Yo alquilé un auto por un día a 80 dólares.

Al vivir allá lo primero que hice junto a las chicas fue comprar bicicletas para poder trasladarnos. Eso me dio la posibilidad de notar la calidad de vida de los habitantes. No se nota el estrés, la gente es muy amable y eso que hay muchos extranjeros como filipinos y mejicanos.

Por otro lado, Virginia cuenta que Argentina no es conocida, salvo cuando se menciona la palabra Messi y en segundo término, Maradona. Ahí sí identifican al país y dicen por lo general lo lejos que queda.

"Para mí es una experiencia impagable. Estás en un lugar bonito, trabajas y te pagan como corresponde y la pasas bien. No escuché a uno que me dijera que la estaba pasando mal", cuenta Virginia.

Si pudiera repetir la experiencia de viajar de esta forma todos los años, lo haría, por suerte pude cumplir con este sueño, concluye.