Por ahora, Lázaro Báez no volverá a la cárcel. Seguirá con la tobillera electrónica bajo la modalidad de arresto domiciliario en una casa ubicada en un barrio cerrado del conurbano bonaerense. La Justicia mantiene las coordenadas de su domicilio actual bajo reserva.

Los fundamentos de la sentencia los dará a conocer el Tribunal Oral Federal 4 a mediados de abril. Será a partir de ese momento, estiman las fuentes consultadas por LA NACION, que las partes acusadoras pedirán que Báez y los demás condenados sean trasladado a un penal para cumplir con las condenas dictadas.

La Justicia solo puede cambiar las condiciones de detención en perjuicio de Báez si el fiscal Abel Córdoba o los organismos querellantes (Unidad de Información Financiera, AFIP y Oficina Anticorrupción) lo piden.

El empresario, que fue condenado a 12 años de prisión por el lavado de unos 60 millones de dólares, cumple con la prisión preventiva bajo la modalidad de arresto domiciliario, beneficio que le concedió la Justicia el año pasado.

Martín Báez, el mayor de los hijos del empresario, recibió una pena de nueve años de cárcel y es el único que está en el penal de Ezeiza. No habla con sus hermanos menores, pero sí con su padre. Las internas familiares atravesaron a los Báez, a punto tal que algunos de los hermanos pasaron años sin hablarse, e incluso sin ver a su padre.

Leandro Báez estuvo peleado con su padre, a quien no visitó en la cárcel durante dos años. Según supo este medio, se reencontraron hace dos semanas, en la casa donde Lázaro está arrestado. En ese encuentro, Báez conoció a su nieta. Y en un diálogo previo a la sentencia, le había dicho a su hijo Leandro, según fuentes de su defensa.

La condena de cinco años de cárcel cayó pesada en el entorno de Leandro. Tanto su abogado, Roberto Herrera, que también representa a Melina (la menor de las hermanas), como el propio Lázaro Báez, esperaban que la Justicia le otorgara una pena menor por considerarlo partícipe secundario del delito de lavado. Sin embargo, el TOF 4 lo condenó a cinco años por entender que fue partícipe necesario. Melina y Luciana fueron condenadas como partícipes secundarias y recibieron condenas de tres años en suspenso.

Leandro y Melina decidieron ir con abogados y estrategias de defensa diferentes de las de su padre y sus hermanos, Martín y Luciana. El abogado que los defendió en este proceso también representa a Norma Calismonte, la madre de los cuatro, en el proceso por la disputa de los bienes gananciales con Lázaro.

Fuente: La Nación