Hace tres meses recibieron la peor noticia: su hijo Fernando había sido asesinado. El caso que conmocionó al país los tuvo a ellos, Graciela y Silvino, como protagonistas y desde entonces pasan sus días exigiendo justicia para que el grupo de rugbiers que lo mató a golpes sea condenado. Hace dos meses, en la Plaza de los Dos Congresos sintieron el calor humano: miles de personas acompañaron su pedido desesperado, le pusieron el cuerpo al reclamo. Hoy, la lucha para ellos continúa puertas adentro y con distanciamiento social. "Sabemos que la gente sigue cerca, pero nos falta el abrazo", dice, del otro lado del teléfono, Graciela, mamá de Fernando Báez Sosa (18). 

Los días de encierro en su departamento de Recoleta son duros. Y las noches, previas a que confirmaran la prisión preventiva para los ocho detenidos, aún peores. "Venía sin poder dormir. Era acostarme, levantarme a ver tele, volver a tirarme en la cama. Tomar mates en la madrugada", cuenta Silvino. Dice que experimenta una mezcla de emociones: "Por momentos, bronca, ira y ganas de romper todo, y después mucha angustia frente a la certeza de que mi hijo no va a volver. Con la cuarentena todas las sensaciones se potencian".

La confirmación de que los jóvenes que mataron a Fernando van a seguir en la cárcel trajo alivio a los Báez Sosa. "Era muy injusto que salieran. Ellos a mi hijo no le dieron ni siquiera la oportunidad de defenderse", sostiene Graciela y llora.

Con Fernando Burlando y Fabian Améndola, sus abogados en la causa, tienen diálogo permanente. "A veces nos mandamos mensajes, otras hacemos videollamadas. Están muy presentes y nos dan seguridad. Hablamos del caso pero también nos preguntan cómo estamos, qué necesitamos. Lo que realmente necesitamos, no nos lo pueden dar", sigue Graciela.

Cuenta que, cada tanto, entra a la habitación de su hijo, acomoda su ropa y le habla a una foto de Fernando que quedó sobre su placard: "Le digo que descanse en paz y le pido fuerzas para seguir".

Intentan contenerse entre ellos pero, a veces, caen los dos. "Por suerte, no estamos solos. Siempre llega un mensajito o nos llama algún familiar o amigo y volvemos a levantarnos", comparte Silvino.

Extrañan a Julieta, la novia de su hijo, pero aseguran que hablan con ella todos los días. "También con sus papás, estamos conectados. Igual no es lo mismo. Esperamos que termine la pandemia para volver a encontrarnos", agrega.

Por la cuarentena, no pueden ir a misa, algo que formaba parte de su rutina. "La miramos online", cuenta ella. Tampoco visitar la tumba de su hijo. "Queremos ir a Chacarita. Esa es otra de las razones por la que necesitamos que mejore pronto la situación. Aunque sabemos que Fer está en todas partes", dice Graciela.

Para los tres meses sin su hijo esperaban poder marchar pero, al final, tendrán que recordarlo en forma virtual. "Tenemos amigos que están armando un video que vamos a compartir. Lo que le estamos pidiendo a la gente que quiera homenajearlo es que cambie solo por hoy su foto de perfil de las redes y ponga una de Fernando. Espero que se sumen y seamos muchos", concluyó.