Hay un grupo de mujeres que todos los días prepara la comida y la merienda para un centenar de chicos. Otro, que aprende a desecar frutas y hacer dulces. Una maestra brinda apoyo escolar y dos mujeres amasan 50 kilos de pan casero diarios, que luego venden en el pueblo. Todo, sin el financiamiento del Estado. Cuando a la gente de Las Tapias, en Angaco, se le pregunta sobre cuál es el ícono de crecimiento en la zona, todos señalan la capilla de "El Niño Jesús".
Ese pequeño lugar, surgido desde el trabajo pastoral católico, intenta ser el punto de partida para un resurgimiento de este pueblo, en el que los mayores se sienten cada día con menos recursos y con menos esperanzas de crecimiento. Es que desde principios de los "90, ese rincón del departamento comenzó a decaer económicamente. Junto con esto, el escepticismo se adueñó de las poco menos de 400 familias que viven en esa zona, ubicada al Noreste de la villa El Salvador, centro angaquero.
"Aquí todo se va muriendo de a poco. Si usted supiera cómo se vivía antes en este pueblo", dijo Cacho Poblete, el carnicero de Las Tapias, añorando un tiempo que se fue. Uno de los signos más fuertes de la caída de las fuentes de trabajo es la desaparición, en los últimos 20 años, de unas 20 bodegas. "Sólo queda 1 bodega y con muy poca producción vínica", dijo Augusto Olmos, uno de los vecinos.
El surgimiento del comedor fue gracias a la acción de un cura de apellido Escudero, quien llamó a todos los vecinos para buscar una salida a las necesidades de los niños. Así surgió, el 19 de octubre del 2001, el comedor infantil. "Fue con el aporte de todos que se les pudo dar de comer a los chicos", recordó Olmos. Algunos llevaron fideos, otros una papa o cualquier tipo de verduras y empezaron a darles de comer a los chicos. "Hubo una época en la que comían hasta 200 personas, entre niños y adultos", explicó Julia Riveros, una de las mujeres que preparan la comida para los chicos.
Ahora el proyecto es darles más educación a los niños. Para eso ya inauguraron la biblioteca "La Tinaja", que cuenta con más de 200 libros, aunque no tienen dónde ponerlos. También una maestra va dos veces por semana, a dar apoyo escolar a los chicos.