Sí…, ¿qué nos está faltando? Aunque parezca una pregunta hogareña, este interrogante puede ser aplicado al país en el que se comparten tantos sentimientos e interrogantes y algunas frustraciones. Sí ¿qué nos falta a los argentinos?. A los argentinos nos falta -antes que nada- poder definir algunas situaciones que impiden que se disfrute de una relativa tranquilidad para enfrentar los distintos hechos de la vida.
La cotidianidad esta colmada de ideas y de hechos que necesitan ser completados y experimentados para que se puedan alcanzar algunos objetivos comunes. El hombre vive en sociedad y cada día es un capítulo de una agenda común.
A esta altura de los tiempos nadie habla de una tranquilidad idílica sino de un pasar más o menos pacífico, sin desconfianzas, sin agravios que a veces llegan desde el poder y sin el azote de noticias que golpean el ánimo de la gente. Las noticias existen y deben ser difundidas pero no como una alarma permanente.
La vida actual no es fácil. Se vive en crisis, es inocultable. Crisis de países y, por lo tanto, de personas. Y, enfrentar las crisis del presente requiere a cada individuo decisiones correctas, decisiones que a veces cuestan mucho a la sensibilidad personal. Pero cuando se sabe que hay que hacer algo, ese algo debe hacerse aunque tenga un costo para los sentimientos personales.
Existe un lado bueno. Si como lo dicen algunos pensadores, cada crisis enfrenta al hombre con nuevas oportunidades será cuestión de reflexionar antes de actuar, de pensar antes de hablar, de proyectar antes de construir. Es, además, una forma que impide que el futuro sorprenda.
Aquí y ahora. Al hablar de crisis, implícitamente se habla de economía y la Argentina ha sido golpeada cíclicamente por esos cambios que alteraron la vida de muchas familias, de mucha gente.
Hoy, otra vez se está frente al fantasma de una inflación, lo dicen los más conocidos economistas. Se dice que el 2 % de inflación mensual genera 70.000 pobres más en ese período.
Por la inflación hay una nueva forma de comprar en los supermercados. Ahora la gente compra más pero elige las segundas marcas. Esto se puede observar en cualquier punto de venta importante.
Una deuda histórica. Los políticos siempre han prometido trabajar en este tema -costos de alimentos- pero o no pueden hacerlo o una vez que acceden al poder se olvidan de sus compromisos públicos. Como todos tienen políticos conocidos, a quienes han votado con más o menos entusiasmo, sería bueno tener presente esta cuestión.
Pero ¿que más nos falta?. Entre otras, faltan dos cosas muy importantes que son resguardar el sistema educativo y expandir los hechos que conforman la cultura. Sin ellos un país es pobre, pobre de solemnidad porque el debilitamiento de estos recursos -algo que se está viviendo- llegan al deterioro de los derechos humanos.
El sistema educativo de hoy reconoce un índice de deserción alto, ausentismo importante de docentes, desinterés de los padres por el progreso o no de sus hijos en la escuela, hechos que hay que recuperar.
No es casual el mal uso del idioma en todas las circunstancias de la vida diaria ni la falta de conducta en todos los hechos de la vida, tanto en las gestiones estatales como en la privada.
Esto es posible porque se ha roto el vínculo entre deberes y derechos. Vínculo que no se podrá restaurar sin una educación en serio mantenida en la continuidad de muchos años.
Todos los chicos deben terminar sus ciclos de estudio, ciclos que deben tener calidad en la continuidad para que la enseñanza pueda ser utilizada a lo largo de la vida y para que todos tengan la opción de incrementar siempre sus conocimientos .
Ese poder acrecentar los conocimientos sin interrupciones es el camino de la educación para todos. No hay límites de tiempo ni de edad.