Se conmemora hoy el "Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia" y este feriado debería tener un sentido constructivo. Deberíamos convertirlo en un día propicio para reflexionar sobre la necesidad de superar todos los odios y desencuentros del pasado, y de avanzar a paso firme, hacia la reconciliación nacional que todos los argentinos nos debemos.

Los países que han atravesado períodos traumáticos en el siglo XX después debieron enfrentar el espinoso desafío de revisar esos hechos, encontrarles una explicación, identificar a los responsables y, de ser posible, reparar las injusticias cometidas. El tribunal de Nüremberg que juzgó las atrocidades del régimen nazi selló un paradigma punitivo de carácter judicial. El pacto de La Moncloa, en el extremo opuesto, consagró el modelo de reconciliación sin juicios. Y la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica se constituyó en ejemplo de procesamiento del pasado a partir de la confesión y la amnistía de los delitos cometidos durante el apartheid. En los últimos 20 años la revisión de las dictaduras militares encarada por los países del cono sur latinoamericano, y el proceso de transición poscomunista protagonizado por las naciones de Europa Central y del Este oscilaron entre esos tres esquemas.

El presidente uruguayo José Mujica, ex tupamaro, ha dado un ejemplo digno de imitar. A pocos días de asumir, dirigiéndose a 350 oficiales y efectivos de las Fuerzas Armadas, les decía: "Soldados de mi patria, y en el término los incluyo a todos. Estas Fuerzas Armadas de hoy no deben cargar con ninguna mochila del pasado ante su pueblo. Yo no juzgo. No soy juez, soy presidente, constato. Mi conducta debe ser objetiva y tiene que tener el coraje de gritar patria para todos… ¡y con todos!’.

Es absolutamente necesario que los argentinos redescubramos el valor supremo de la reconciliación y dejemos atrás la herencia del horror y del odio fratricida que dominaron la vida en un tiempo sobre el cual todos, o casi todos, hemos dejado caer nuestro más enérgico repudio. Si buscamos justicia y verdad, pero sin odio ni venganza, la batalla estará ganada, sea o no el 24 de marzo el día que elijamos para expresar sin miedo nuestro pensamiento y para reclamar el fin a las agresiones, al resentimiento y a la crispación sistemática.