Las características sociales de hoy, preocupan. Por un lado hay instigaciones visibles y no visibles y por el otro enormes grupos humanos que no pueden discernir los objetivos de quienes manejan las más provocativas líneas. Y, un gran interrogante ¿se puede vivir así hasta el 2011?
¿Vivir cómo? Podría preguntarse algún distraído, pero hay que encontrar las respuestas.
Vivir en medio de confrontaciones políticas cuyos objetivos no son claros. Vivir el silencio de lo que se comprueba en la vida cotidiana -inflación, recesión- y para lo cual no hay respuestas oficiales. Vivir escuchando discursos que poco tienen que ver con la realidad que a uno le toca experimentar.
Escuchar sobre el nuevo modelo sin saber cuál es ni porqué el poder se arrogó semejante propósito ni a quienes quiere convencer sobre qué. Escuchar amenazas que se insinúan con palabras provocativas como cuando la presidente CFK dijo que la clase media se equivoca y que eso va ir en contra de ella. Los observadores políticos coincidieron en que la referencia era por la multitudinaria asistencia al acto convocado por el rabino Sergio Bergman en la plaza de los Dos Congresos para pedir que no se promulgara la Ley de los Medios Audiovisuales, hecho ya concretado después de una larguísima sesión en Senadores, pero con muchas denuncias judiciales en estos momentos y con la decisión de la UCR, el macrismo, el PJ disidente y la Coalición Cívica de revisar prolijamente el texto de esa ley y combatirlo en el área judicial.
Y fueron por más, por la intervención de la Empresa de Papel Prensa con la amenaza vulgar del secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Por ello ya hay una condenación de La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Es gente que sabe lo que pretende hacer pero poco conoce de la historia de las instituciones ligadas al periodismo, por lo tanto a la información pública y a la comunicación.
Es muy posible que dentro de no mucho tiempo en las cátedras de licenciatura Política y otras se muestren esos debates y esas resoluciones como exponentes de lo que no se debe hacer desde los poderes del estado y -también- cómo desterrar los hábitos que hieren la libertad de expresión.
El país y su ciudadanía, serán respetados a través de sus leyes, decretos y resoluciones en cuanto salgamos de esta neblina política que todavía impide ver la verdad a muchos.
El país es de todos y el futuro también. Al ciudadano argentino lo apremia cumplir con sus obligaciones y el deseo de vivir en paz y tiene la seguridad de que no hay noches eternas.
Todo pasa. Es cierto, también, que muchos políticos no oficialistas tienen que dejar en claro su posición porque cambiarla en algunas votaciones dejaron un manto de sombras y sospechas en el sentido de que dichos cambios se compraron con dinero o promesas de altos cargos políticos.
Hoy, ante los desbarajustes provocados por parte del poder político, la gente espera una actuación ejemplar del Poder Judicial aunque haya jueces condicionados.
No estamos bien pero ésto no es definitivo, no obstante todos debemos estar alerta para una mejor comprensión de lo que pasa. Además, de esa manera nadie se podrá hacer el desentendido en el futuro cercano.
Son muchas las cosas que el país necesita pero también es mucho lo que puede ofrecer a su pueblo y en el exterior. La columna principal es el campo como generador de recursos que otros países no tienen. De manera que la Argentina debe abrirse al mundo.
La Argentina necesita de la sensatez de quienes manejan el poder y no de las jugarretas que van en dirección opuesta a un destino venturoso.
La política no se trata de juegos de picardía ni de injusticia, se trata de una actividad que debe responder a todos con el mismo sentido de correspondencia social. Que se siga ignorando la cantidad de compatriotas que viven en la indigencia es incomprensible. Muchos diarios del mundo dan las cifras -cuatro millones- y no pueden creer en ello porque somos un país rico en recursos.
Además, no reconocer esta realidad les permite no hacer lo que deben hacer a quienes deben hacerlo. Y esto es doblemente grave porque no se sabe cuantas aristas tienen los juegos del poder político.
Rindamos homenaje a la sinceridad, cada uno de nosotros todos los días para acortar esta agonía cívica que generan los de arriba. Salvemos la cultura para salvar lo que puede ser salvado y no intentemos comprender lo incomprensible de las actitudes y de la negación de quienes mandan. Ellos están severamente equivocados.