Los pequeños, pero continuos ajustes en el precio de los combustibles, particularmente del gasoil, están impactando negativamente en el transporte automotor de cargas, tanto en el costo de los fletes como en la rentabilidad de los transportistas y más aún, en aquellos que forman Pymes y por lo tanto afectadas por una vulnerabilidad que no tienen las grandes empresas.
Si se suman al costo del combustibles los mayores incrementos salariales obtenidos por un gremio particularmente beneficiado por el gobierno nacional y las subas permanentes en insumos básicos, como son los repuestos y la mano de obra calificada para las tareas de mantenimiento, el cuadro negativo llama a reflexionar acerca de la necesidad de implementar una auténtica política de fletes, para evitar que se ahonden más las diferencias existentes entre los transportistas de Buenos aires y del interior del país.
Según el presidente de la Federación de Entidades Empresarias del Autotransporte de cargas (Fadeeac), Luis Morales, el sector es el principal comprador de gasoil del país, o el 60% de la producción, pero con una enorme diferenciación tarifaria entre lo que pagan los transportistas de Buenos Aires y los del resto de las provincias. Ese desequilibrio equivale a un impuesto del 25% a la distancia, que paga la gente del interior del país indefectiblemente.
Si se tiene en cuenta que el gasoil es el principal insumo y que prácticamente no puede ser reemplazado por otro combustible, por la característica de los vehículos, la sobreviviencia impulsa a diferenciar los precios de los fletes que se contratan en la Capital Federal y los convenidos en las provincias, con el agravante de que la gran mayoría de los transportistas pymes el interior deben pagar el gasoil al contado, antes de emprender el viaje.
En las actuales circunstancias, mantener operativa una flota de camiones y alcanzar cierta rentabilidad con el servicio, se transforma en una tarea problemática debido a los imponderables que presenta el sistema. Frente a este panorama, los fleteros del interior del país tampoco pueden aprovechar las nuevas facilidades para al recambio de las unidades, porque el futuro es incierto.
Por ello, es necesario que exista una equiparación razonable en el costo del combustible, para que no incida en perjuicio de las economías regionales, ya que por los mayores costos de los fletes hacia los principales mercados se pierde competitividad y con ella la caída de toda la cadena productiva.
