En este mes de septiembre estamos celebrando el mes de la Biblia. De un modo particular la Iglesia nos recuerda la importancia de la Palabra de Dios para la vida de los hombres. La Palabra de Dios que no solo es inspirada sino inspirante. Leemos en el Salmo 119: “tu palabra Señor es luz para nuestro camino”.

Uno de los personajes más importantes del Nuevo Testamento es San Pablo. Para conocer la vida del apóstol tenemos dos fuentes importantes: una principal, las 13 cartas que nos ha dejado, y una fuente secundaria: Hechos de los Apóstoles. Esta segunda es menos segura porque Lucas, acompañante de viaje de Pablo, nos describe lo que hizo después que Pablo había muerto, y siendo su maestro puede exagerar sus datos.

La conversión de Pablo: se narra en 4 momentos, 3 veces en Hechos de los Apóstoles (9,3-9; 22,4-21; 26,9-18) y una vez en la carta a los Gálatas 1,15, donde declara que ha sido llamado por la gracia de Dios para anunciar el evangelio a los no judíos. El modo de conversión de los 3 textos de Hechos de los Apóstoles Pablo está en camino y se le aparece Jesús resucitado. En hebreo “camino” (derek) es utilizado de modo figurado para designar la vida de los hombres. El resucitado le sale al encuentro y le cambia la vida. Pablo es trasformado por el encuentro con Cristo: de perseguidor de cristiano a apóstol de Jesucristo.

Pablo misionero: una vez convertido, empieza a evangelizar predicando el núcleo del anuncio salvífico: “Cristo se entregó por nosotros, murió y resucitó al tercer día”. Esta síntesis básica de la predicación es el llamado “kerigma”, propuesto a las comunidades no judías para que se enteren de la salvación traída con la persona de Jesús.

Pablo funda comunidades cristianas: Tesalónica, Filopos, Roma, Éfeso, Gálatas. Visita las comunidades y comparte la vida con ellos para hace que abran el corazón para creer que Jesús fue el Hijo de Dios que vino al mundo a dar la vida por los hombres.

Los viajes de Pablo: si bien en las 13 cartas paulinas encontramos mucho material de la vida del apóstol y de su experiencia con Jesús sin embargo no aparece la situación de sus viajes. En el libro de los Hechos de los Apóstoles se describen 4 viajes misioneros y el proyecto de hacer un quinto que no lo lleva a cabo.

Las cartas paulinas: se le suelen llamar el “corpus paulinum”. Nos han llegado 13 cartas, algunas autentificas, escritas de puño y letra por Pablo; y otras, atribuidas a las llamada Escuela Paulina, es decir, a los seguidores del apóstol que habrían recibido sus enseñanzas y el contacto con la persona del apóstol. Aquí tenemos, por ejemplo, las llamadas cartas pastorales: 1 y 2 Timoteo, y la carta a Tito. Ya en el 1703, D. N. Bardot usó por primera vez la expresión “carta pastoral” para referirse a Tito, considerando el contenido de la misma dirigido a Tito pastor, discípulo de Pablo y responsable del cuidado de la comunidad.

Las cartas paulinas no lo son en el sentido técnico de la palabra, su género literario es mixto y no cumple con el estilo literario y el tono íntimo de lo que sería una carta. Son líneas dirigidas a las comunidades.

Por lo tanto las cartas son un complemento al fortalecimiento de la vida de la fe de las comunidades cristianas. Las cartas se entienden a la luz del primer anuncio llevado por boca del apóstol.

Por el presbítero Fabricio Pons