Este año la poda de las parrales, una de las primeras actividades que demanda mucha mano de obra después de la cosecha, viene complicada. Uno de los problemas es la cuestión de los costos porque el pago de los jornales se fue al doble, según dicen en el sector. Además, a los viñateros les cuesta conseguir mano de obra capacitada y nos les queda otra que salir a preparar al personal y tentar a la gente que sabe de la tarea con mejores jornales. Y se da justo en una temporada en la que más que nunca hace falta podadores entrenados por los problemas con el clima que afectaron al agro.

Después de un ciclo en el que el clima se ensañó en particular con el agro, y por supuesto que con los viñedos también, por la caída de granizo, fuertes vientos, la intensa ola de calor y sin olvidar la sequía, esta temporada en particular los productores reconocen que necesitan podadores especialmente preparados para que las vides puedan volver a la producción normal. Y por eso están recurriendo a la capacitación del personal que se dedica a este tarea.

En cuanto al valor del jornal, para esta actividad se arrancó pagando este año el doble que el año pasado porque mientras en el 2022 se abonaron unos 2.500 pesos por jornal, ahora el pago ha llegado a los 5.000 pesos. La idea es pagar un buen salario por una tarea altamente especializada. Después vendrá la atada, pero se trata de una tarea más sencilla.

La poda y la atadas son tareas que demandan unos 30.000 trabajadores, según calculan en el sector.

"Todos los años falta personal, pero este año el panorama se ha complicado", dijo Eduardo Garcés, titular de la Federación de Viñateros de San Juan. El productor explicó que todo este panorama se da cuando en la cosecha pasada los precios que recibieron por la uva no fueron los que esperaban y encima el pago viene en cuotas y sin actualización. Y con la inflación mensual cada vez les llega menos dinero al bolsillo.

Según dicen los especialistas, el período más adecuado para realizar la poda de los parrales es cuando la planta está en reposo, entre la caída de la hoja, aproximadamente en el mes de junio. Y siempre debe realizarse en el período de dormición de las yemas latentes.

Juan José Ramos, de la Asociación de Viñateros Independientes, sostuvo que este año la poda tiene características especiales y que por eso a la tarea debe hacerla gente con práctica. Y es porque los parrales soportaron el año pasado varios problemas climáticos, como granizadas, intensos calores, vientos y todo en medio de una grave sequía, que impidió que muchos viñedos recibieran la cantidad de agua necesaria.

Según de la zona de que se trate, el acceso a trabajadores para la poda es variable y hay lugares en los que se complica. Por ejemplo en los sitios alejados de los centros poblacionales, como en el caso de 25 de Mayo. En esos distritos la actividad depende de los cuadrilleros, que son personas que tienen movilidad y pasan a buscar a los podadores por los barrios, para llevarlos a las fincas.

Ramos contó que, por ejemplo, para sus propiedades en 25 de Mayo tiene una cuadrilla de trabajadores de Caucete.

En cuanto al clima, los especialistas sostienen que este año el frío viene demorado, lo que hace que en esta época no se pueda terminar con los ciclos biológicos de las plantas e iniciar el receso vegetativo que demanda la poda. El temor es que se pueden producir inconvenientes que se traducirán finalmente en pérdidas en calidad y cantidad de la fruta, cualquiera sea la especie, pero en este caso en particular de la uva.

Valores

5000  Es en pesos el importe que en promedio están pagando los viñateros por la poda de los parrales. El problema es que falta personal capacitado justo cuando falta gente que sepa de la tarea.

> El problema con el clima

El clima es una variante que todos los años genera preocupación entre los productores. Y para esta temporada las primeras noticias no son buenas. Es que un informe del Departamento de Geología de la UNSJ reveló que este invierno será pobre en nevadas y que después llegarán fuertes vientos, que afectarán al campo.

El geocientífico Silvio Pastore, que trabaja en ese departamento, explicó que para llegar a esas conclusiones se tuvieron en cuenta los últimos modelos de pronósticos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.

"La interpretación que estamos realizando de estos informes para nuestra región, indicarían que a partir de fines del invierno, principios de la primavera, se esperaría una alta inestabilidad atmosférica producto del aumento de la temperatura del Océano Pacífico ecuatorial, lo que podría impactar en el aumento de la cantidad y de la intensidad de los vientos", dijo Pastore. Y en cuanto a las nevadas, la mayor intensidad recién habría que esperarla para el próximo año.