Podría decirse que es la oveja negra de Marvel. Tan superhéroe como sus colegas, pero con una personalidad totalmente diferente, el mercenario Deadpool se recorta por su particular sentido del humor, sus sangre fría para matar, su extraña costumbre de hablarle al público y su irreverencia; combo que lo hace no apto para niños, pero que a su vez le permitió ir ganando terreno entre jóvenes y adultos, hasta conseguir su película propia en 2016. Sabían desde la producción que aquel pase podía ser rendidor (de hecho lo fue), y decidieron dejar un gancho a modo "continuará". Así quedaron los fans, enganchados, con ese "avance" que ocurrió cuando el mutante Wade Wilson introdujo a Cable, un nuevo personaje, luego de los créditos de su primer film. Finalmente, tras algunos contratiempos -desde el cambio de director, cuando Tim Miller se fue por diferencias con el protagonista-coguionista, y entró David Leitch; hasta la muerte de una doble de riesgo durante las grabaciones- finalmente la secuela de Deadpool llega hoy a las grandes pantallas del país, incluidas las sanjuaninas.


En esta ocasión cargada de guiños para los conocedores de la saga, Wade Wilson (Ryan Reynolds) tiene que vérselas con Cable (Josh Brolin); poderoso villano mutante que ha secuestrado a un joven llamado Russell (Julian Dennison). Para salvarlo, Deadpool -experto en técnicas de combate, excelente tirador, hábil con armas blancas y con un poder sobrehumano de autocuración- decide armar el ya conocido mega escuadrón X-Force. Allí estarán Domino (Zazie Beetz), Estrella Rota (Lewis Tan), Negasonic (Brianna Hildebrand), Zeitgeist (Bill Skarsgård), Yukio (Shioli Kutsuna), Coloso (Stefan Kapicic) y Bedlam (Terry Crews) para cumplir el objetivo... y también, no es loco pensarlo, para asegurar continuidad. Así las cosas, a Deadpool sólo le queda demostrarle a Cable que está muy lejos de ser el payasito que se imagina.