Chile elige mañana su Presidente entre el candidato de izquierda Gabriel Boric y el de ultraderecha José Antonio Kast, en un balotaje que desató la mayor polarización electoral desde la vuelta a la democracia en 1990, en medio de una pandemia que no acaba, un latente conflicto social que estalló hace tres años y el trabajo de una Convención Constituyente que busca dejar atrás la actual Constitución, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet.

Los chilenos votarán para definir quién será el sucesor del conservador Sebastián Piñera y, según las últimas encuestas, tanto Boric como Kast podrían ganar, aunque en ambos casos sería por una diferencia mínima.

Boric, diputado de 35 años y exlíder estudiantil de la sureña región de Magallanes, se posicionó dentro de la oposición y a nivel nacional como la principal referencia luego de ganarle sorpresivamente al Partido Comunista la primaria presidencial de la alianza Apruebo Dignidad y, meses después, superar en primera vuelta a otros dirigentes con más recorrido político, como la demócratacristiana de la exConcertación Yasna Provoste y el tres veces candidato presidencial Marco Henríquez-Ominami.

Esta última victoria lo convirtió no solo en el único candidato presidencial que promete garantizar los derechos básicos universales, los derechos de las minorías, la libertad sexual e igualdad de género; sino que además se erigió en el único freno contra la posibilidad, inédita en la democracia, de que un defensor de la dictadura de Pinochet acceda a La Moneda.

Su rival Kast es un exdiputado y abogado de 55 años del Partido Republicano que, aún en esta campaña, se ha negado a calificar el Gobierno de facto de Pinochet como una dictadura y se declara partidario de las políticas del mandatario brasileño Jair Bolsonaro.

Kast tuvo que moderar algunas de sus propuestas para ganar el apoyo de la coalición oficialista de centro-derecha de cara al balotaje. Por ejemplo, se echó atrás en la eliminación del Ministerio de la Mujer y la reducción de impuestos.

Pero la moderación de algunas promesas de Kast y la apertura al diálogo con toda la oposición que demostró Boric no evitaron que la campaña se convirtiera en una de las más polarizadas e inciertas desde la vuelta de la democracia, empujada en parte por el clima de tensión social que se vive desde el estallido popular de octubre de 2019 que abrió el camino de la Constituyente y cambió el debate político nacional.

Para Marcelo Mella, politólogo de la Universidad de Santiago de Chile, efectivamente hay un cambio en el tono de los dos candidatos presidenciales ya que buscan "movilizar y traccionar el grupo de electores que participaron en la primera vuelta y no buscar gente que no ha votado anteriormente ya que sería más complejo".

Sin embargo, para Javier Couso, abogado constitucionalista de la Universidad Diego Portales de Chile "la esperanza de Boric está en movilizar al menos a 500.000 chilenos que por diversas razones no participaron en los comicios del 21 de noviembre" y si lo habían hecho en el plebiscito de octubre de 2020.

La aparente contradicción se reflejó en estrategias cambiantes en estas últimas semanas que incluyeron tanto la profundización de la polarización, especialmente al inicio, como la moderación de los discursos.

Esta semana, al terminar el último debate, en el que ambos apostaron por la moderación, el sociólogo Axel Callis analizó en la emisora local Canal 13 que "Boric mostró que él es el hombre que está leyendo el momento y quien va a lograr acuerdos, incluso teniendo el parlamento empatado". "Ese es el rol que trató de mostrar y dejó en evidencia que es lo no puede mostrar Kast", agregó.

Kast apoyó la transición democrática -aunque no condenó la dictadura- y destacó que figuras del actual Gobierno de Piñera estarán en su eventual administración, pero sus posiciones siguen chocando con gran parte del arco opositor.

Como sucede en Chile desde las elecciones del Plebiscito de 2020, mañana los casi 15 millones de personas habilitadas para votar entre las 8 y las 18 deberán respetar un protocolo sanitario especial y estricto de distanciamiento social, además del uso obligatorio de barbijo y alcohol en gel dentro de los más de 2.800 centros de votación.

Este año, Chile también renovó parte de su Senado, y por completo la Cámara de Diputados. El resultado fue un Congreso sin mayorías que obligará al próximo presidente a negociar todas sus iniciativas, mientras en paralelo convive con una Convención Constituyente atomizada y con una primera minoría de independientes.
 

Fuente: Télam