En su segunda jornada en Lituania, el más grande de los países bálticos (los otros: Letonia y Estonia, que visitará en su gira apostólica) el Papa recibió un verdadero baño de multitud de más de cien mil fieles reunidos en el parque Santakos de Kaunas, la segunda ciudad del país. Francisco recordó en su homilía los horrores que vivieron los lituanos, en un 80% católicos, durante la ocupación nazi entre 1941 y 1944 y los 50 años de dominio dictatorial soviético, hasta el fin de la URSS y el retiro de los ocupantes, en 1993.

“Las generaciones pasadas habrán dejado grabado a fuego el tiempo de la ocupación, la angustia de los que eran deportados, la incertidumbre de los que no volvían, la vergüenza de la delación, de la traición”, dijo el Papa argentino.

En referencia a la ocupación soviética, Francisco señaló que “la vida cristiana siempre pasa por momentos de cruz que a veces parecen interminables”.

En el mismo parque en el cual hace 25 años ofició misa san Juan Pablo II, el Papa señaló que los sufrimientos hicieron “tambalear la fe” a muchos “porque no apareció Dios para defenderlos”.

Dijo que “Lituania entera lo puede testimoniar con un escalofrío" al nombrar a Siberia o a los guetos de Vilna y Kaunas.

Alrededor de 200 mil judíos fueron exterminados por los nazis alemanes durante la ocupación, y de lo que fue una floreciente comunidad y cultura quedan solo 3000 sobrevivientes. El Papa hará una parada de oración más tarde ante el monumento a las víctimas del gueto, en la plaza Rudniku. Después irá al Museo de la Ocupación y de la lucha por la Libertad, en lo que era la sede del KGB, los servicios secretos y la policía política soviética. En el edificio murieron más de mil personas. Trescientos sesenta sacerdotes, una parte de los cuales fallecieron, pasaron por las celdas y las dos “cámaras de las ejecuciones”.

Bergoglio estimuló a los fieles en la homilía a evitar “una actitud estéril y vanidosa, que renuncia a implicarse en la construcción del presente al perder contacto con la realidad” o “se convierten en expertos espirituales y dicen solo lo que habría que hacer”. Invitó a que los católicos “no se hagan los distraídos ante las minorías étnicas de nuestra ciudad o aquellos desocupados que deben emigrar o los ancianos solos o los jóvenes que no encuentran un sentido en la vida porque han perdido sus raíces”.