En los Campos Elíseos, el corazón de París, anteayer se entronizó a un nuevo rey del ciclismo. Tadej I, nacido hace 22 años en Eslovenia, demostró al mundo que con tesón, paciencia, estrategia y, fundamentalmente, decisión, se pueden conseguir los objetivos más difíciles.

La foto de Pogacar con el Arco de Triunfo detrás fue sinónimo de una victoria, no solo deportiva, la suya; sino también social, la de un país que defendió a capa y espada como lo hacían los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas, su carrera.

Francia tomó al Tour, la competencia deportiva más importante de su nación, como una cuestión de estado. La idea fue demostrar al mundo que se podía contra el coronavirus. No lo venció, como se pretendía. Pero lo combatió y regaló a su pueblo y a los aficionados del ciclismo en todo el orbe, la alegría de ver la carrera.

¿Que fue monótona? ¿Que se esperaba otra cosa? Eso es materia de un análisis específicamente deportivo. Lo cierto es que se logró mantener una tradición profundamente arraigada en el corazón de un pueblo ya bastante castigado con las injusticias sociales, al que se le insufló por tres semanas un aire renovado para pelearle a la nueva normalidad que nos toca vivir.

La pregunta es: ¿Si Francia pudo, por qué San Juan no?

A poco menos de cinco meses de la iniciación de la 39º Vuelta Ciclista a San Juan, no hay una definición sobre ella. Solo versiones y rumores, con poco asidero, sobre el posible desarrollo. "Tal vez no sea Pro". "Posiblemente 2.1 (abierta a equipos amateur)". "O, simplemente, de entrecasa", son algunas de las consideraciones que vueltean por ahí.

La prudencia es una virtud que cotiza en oro. Ahora bien, la excesiva cautela es engañosa. En la vida hay vallas que saltar antes que el tiempo las convierta en paredes insuperables. Es imprescindible hoy pensar en la salud física del pueblo. Pero también es necesario pensar en la salud mental, esa tan abofeteada por el encierro obligado.

Así como en 1968 el "mayo francés" fue un movimiento sembrador de pautas que cambiaron la manera de pensar del mundo. Este Tour de Francia anodino, opaco si se quiere, le indicó al planeta deportivo que se puede. Que hay que confiar en la madurez de la gente. Que por algunos irresponsables, irrespetuosos de las sugerencias para la sana convivencia, no se puede, ni se debe arrebatar al pueblo lo que es del pueblo.

La Vuelta a San Juan es el acontecimiento deportivo internacional más importante que se realiza en la Argentina. Su alcance mediático puso el nombre de la provincia en las páginas y los portales de los medios más grandes del mundo, no sólo durante su desarrollo, sino también después, cada vez que se hizo referencia a los logros deportivos de quienes participaron en ella, como ocurrió en la última edición con Remco Evenepoel.

La "Revolución Deportiva" gestada y ejecutada por la actual administración provincial logró contagiar a toda una nación. Y como una de las acepciones de la palabra revolución es "cambio profundo en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional", no es descabellado, tampoco impropio, ni siquiera alocado pensar que en San Juan puede producirse un movimiento que haga florecer al país contra la pandemia. Capacidad hay, de sobra. Y, como lo hizo Pogacar, con tesón, paciencia, estrategia y, fundamentalmente, decisión, puede lograrse.