Cuando Jorge Rosales comenzó el seminario para consagrarse a la vida religiosa estaba lejos de convertirse en un bailarín, coreógrafo, mimo, y mucho menos en un reconocido maestro y licenciado en Danza Movimiento Terapia en Francia, donde trabaja desde hace muchos años. El camino elegido había sido otro, pero por esas cosas de la vida, en unas vacaciones hizo un curso con Juan Carlos Abraham y Violeta Pérez Lobos, y ya nada volvió a ser igual.

Esta semana se encuentra en su San Juan natal para dictar un par de módulos del post grado de Danza y Movimiento, cuyos egresados serán los primeros formados en esta disciplina en esta ciudad (ver nota aparte). Su vinculación con esta carrera comenzó en el 2005 cuando vino por primera vez a dictar un seminario sobre este tema y se profundizó con otra visita el año pasado.

Jorge ha recorrido un largo camino que recuerda con alegría porque es el que le permitió alcanzar todas sus metas. "Me recibí de maestro nacional dentro del seminario, luego pasé a filosofía, y ya en Buenos Aires me mandaron a un espectáculo de danzas contemporáneas. Conocí al grupo sin decir que estaba en un seminario y me quedé ahí. El virus de la danza ya me había picado en unas vacaciones en San Juan y así fui descubriendo esta vocación", dice Jorge.

Claro que tomar esta decisión, implicó muchos esfuerzos. Debió conseguir un trabajo que le permitiera sostenerse y costear los gastos de sus estudios de danza. De a poco los resultados empezaron a verse. En 1971 audicionó en el Teatro San Martín, e ingresó a la compañía con la que viajó por varias provincias. Esta fue una verdadera puerta de ingreso al mundo profesional de la danza, al punto que en 1975 trabajó con Estela Raval y Chico Novarro; luego hizo temporada en Mar del Plata, pero con la llegada del gobierno militar emigró a España donde vivió dos años y medio.

"Llegué con muchos conocimientos de danza que allí todavía no existían porque aún estaban bajo el dominio de Franco y eso me ayudó a a conseguir trabajo muy rápido y seguir perfeccionándome", explica Jorge.

Eso fue hasta que conoció a una bailarina que lo invitó a viajar a Francia, porque creyó que su talento podía ser más explotado en su país. "Decidí irme, viví con ella hasta que logré afianzarme e independizarme, y así comencé con una nueva etapa. Logré contratos que me permitieron viajar a muchos países como Irak, Japón, entre otros. Fue muy fructífero, hermoso".

También Francia fue quien le dio la posibilidad de tomar contacto con la Danza Terapia, en un momento en el que el investigaba sobre otras aplicaciones del movimiento. Así llegó a La Sorbona a realizar su especialización en Arte y Terapia.

"En el año 95 recibí mi diploma y un año antes ya me habían llamado de un hospital para trabajar con adolescentes. Después me fui perfeccionando en la técnica que uso actualmente que proviene de Estados Unidos. Es la DTA -Danza-movimiento terapia-, que a mi ver es lo más serio que existe para aplicar a ciertas patologías que necesitan del movimiento del cuerpo para dar forma a la parte emocional, toca muchísimo toda la expresión inconciente del cuerpo dandole una estructura para que la persona pueda transformar su sufrimiento", explica.

Actualmente continúa trabajando con jóvenes con psicosis, neurosis, depresión profunda y problemas propios de la adolescencia.

Al post grado y los cursos que dicta en San Juan asisten muchos psicólogos, acompañantes terapéuticos y bailarines que buscan ayudar a otros a través del baile y el movimiento.

"La danza cura. Ese es el leit motiv nuestro. Da muy buenos resultados para la neurosis, aunque para la psicosis es más complicado. No obstante con un buen acompañamiento se puede moderar, todo depende del terapeuta. Es aplicable a estas y muchas otras enfermedades, pero son pocos los hospitales que la incorporan por una cuestión de financiamiento", indica.

Jorge no sólo conoce por experiencia que la danza causa efectos positivos en otras personas, sino también por sí mismo. Hace algunos años sufrió una parálisis en el costado derecho de su cuerpo que lo dejó discapacitado por más de dos años. Los médicos no encontraron las causas de esta patología y sólo recomendaron "movimiento". "Tuve que aplicar esta técnica en mi, y logré recuperarme totalmente. Todo se basa en la perseverancia para reinstalar todo el circuito nuevamente, y en la ayuda de un profesional".

Lo curioso de todo esto, es como cierra el círculo virtuoso de Jorge, que aunque se sabe que las coincidencias no existen, la corriente que sigue en danzaterapia es la misma con la que se apasionó en la danza. También hay que destacar que estudió pantomima con Marcel Marceau, la disciplina que mayores satisfacciones le dio en Europa. "Mi parte más creativa surgió a través de la pantomima-mimo. Cree muchos personajes y me permitió conocer otras facetas del arte".

Jorge también trabajó mucho tiempo en la Opera de París, y logró afianzarse en el difícil mundo francés, sin embargo sueña con volver a vivir en San Juan.

"Ha sido una experiencia hermosa irme, viajar y conocer otros lugares porque la danza se ha desarrollado más en Estados Unidos y en Europa y si uno no va a la base de donde sale la creación no hay manera de aprender y expandir los conocimientos, pero a esta altura de mi vida me gustará quedarme en mi provincia", asegura.