Más allá de los recurrentes chistes sobre el aumento del consumo de vino en los hogares durante la cuarentena, el sector se enfrenta a una grave crisis.

En Europa hay caída de la demanda como en el cierre de las fronteras. La situación es fácil de resumir: las bodegas están llenas y seguirán estándolo cuando llegue la vendimia y haya que hacer espacio para la nueva añada.

La pandemia y su efecto sobre la hostelería y el tráfico de mercancías se suman al Brexit, al aumento de impuestos del gobierno Trump para la entrada de vino en el país y a un acuerdo comercial entre China y Australia, enumera The Times para explicar el problema al que se enfrentan los productores de Francia, España e Italia.

Algo que se traduce en decenas de millones de litros que no encuentran salida comercial y que acabarán siendo desechados o, en el mejor de los casos, reconvertidos en alcohol para usos industriales o sanitarios. Aunque esta destilación, para la que necesitan autorización de las autoridades europeas, es lógicamente mucho menos rentable que el vino, al menos permitiría obtener ciertos ingresos y dejar espacio para la próxima cosecha.

Entre los productos derivados, el alcohol para la desinfección de manos es uno de los productos con mayor demanda ahora mismo en el mercado. De hecho, durante las primeras semanas de la pandemia, varias bodegas ya anunciaron que comenzarían a producirlo para favorecer el abastecimiento del país.

En cualquier caso, y más allá de su utilidad actual, un final un poco triste para todo ese vino. Pero mirando ya a la próxima vendimia, ¿será la añada de 2020 una de esas que con el paso del tiempo tendrá un valor especial por ser precisamente de este año?