"Los laicos están llamados a contribuir de manera propia y original al crecimiento y santificación de la Iglesia y del mundo, mediante la transformación de las realidades temporales según los valores del reino de Dios. Nada de lo que ocurre en la vida social es indiferente para la Iglesia y encuentra eco en su corazón".
Benedicto XVI
Mons. Alfonso Delgado, obispo de San Juan, al que llaman arzobispo por ser cabeza de la Iglesia, reflexiona acerca de la importancia que tiene el hombre en los tiempos que corren, de tomarse unos minutos y reposar sus pensamientos para darle el verdadero sentido al camino que eligió para su vida.
Así como afirma Benedicto XVI, somos nosotros responsables de todo el acontecer. Es tiempo de ahondar en el espíritu de cada uno para dar lo mejor, construir, aportar, enmendar y así lograr la felicidad.
¿Cree usted que los sanjuaninos transitan el camino del arrepentimiento en búsqueda de volver a nacer primero individualmente y luego insertados en sociedad?
Para poder recorrer el gozoso camino de la reconversión del arrepentimiento, hace falta un mínimo de capacidad de asombro. Que creo que tenemos todos. Asombrarnos de alguien que nos ilumine, que nos enseñe, que nos quiere. Una luz que muestra facetas, rincones, perspectivas de nuestra vida.
Entonces el cristiano encuentra esa invitación llena de amor, como Jesús cita en el evangelio: ¡Levántate y anda! ¡Comienza a ver! ¡Comienza a caminar! Yo te lo mando ¡Tu fe te ha salvado! Convertirnos es querer ser mejores. ¿A quién no le gusta ser mejor en la vida? ¡Más lindo!, ¡Más inteligente!, ¡Más deportista!, ¡Más estudioso!, ¡Más generoso!, ¡Más comunicativo! La conversión es eso. Dar ese paso entre Dios y nosotros. Pero vale la pena dar ese paso dando lo mejor. Si tomamos el camino equivocado, entonces me arrepiento de esto y sobre todo si hemos ofendido al Dios que nos quiere tanto.
Creo que los sanjuaninos tenemos una gran capacidad de conversión, de cambio, pero ahí está también la libre decisión de libertad humana con toda la luz, el amor, la misericordia del mundo. No está mal. Sentirse cambiar, intentando cambiar el mundo interior, es decir cada mundo. De este modo la Semana Santa es una ocasión preciosa para reposar el espíritu, para usar esa capacidad de pensamiento y asombro, que nos muestra quien nos quiere tanto, muestra que el Hijo de Dios vivo, resucita en nosotros para nunca más morir.
¿Cómo debería ser la Semana Santa de los sanjuaninos?
Es una semana para reposar el espíritu. Nuestros hermanos, nuestros vecinos es tiempo de ir de la mano de quien nos ama, de quien nos permite recorrer sus bisagras y de ese modo se hizo semejante a nosotros.
Tratemos realmente de volver a vivir esos momentos de Jesús, como la celebración del +Domingo de Ramos+, con su entrada triunfal al monte de los olivos, representando la misma escena y ¿por qué no? también en el +Cenáculo+ con el lavatorio de los pies de los demás. Con esto quiero expresar la similitud que encontramos frente las acciones de cada uno de nosotros. Sí yo siendo el Señor y maestro de ustedes hago esto, es bueno que ustedes lo hagan con los demás. ¿Por qué no imitar al Señor? ¿Por qué no hacer por los demás? Entonces encontramos tantas maneras de curar las heridas, de compartir el amor humano, de encender la alegría en los ojos, de expresar el amor con sacrificio.
El amor se manifiesta en el sacrificio. Está dispuesto a sacrificarse por el bien de la persona que amamos, por eso se entiende, que arriesga la vida. No es acaso la vida de los mártires quien ha dado la fe por amor, hasta su último instante de su paso por la tierra. Cada una de esas miradas con tanto dolor físico nos ha expresado la plenitud del amor de Dios que posee en su corazón, esto es lo que dignifica a la persona. Ojalá no anduviéramos por los carriles de un amor falso, de un amor egoísta, que se busca así mismo, entonces podemos cambiar, podemos arrepentirnos, podemos aprender.
¿Caminamos en búsqueda de los principios y valores de una sociedad modelo de Cristo?
Benedicto XVI nos dice: +No se comienza a ser cristiano por una por una decisión ética o una gran idea , sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva+.
Esos encuentros deben encender el compromiso de una vida plena, de amor y de de luz que lleva expresiones de respeto, de solidaridad, de paz, de alegría, para poder hacernos a Dios. No significa cumplir y mentir, es decir hago esto por aquí y lo contrario por allá. En estos momentos el mejor testimonio de amor es: +Una vida que quiere ser coherente, de este modo cabe la posibilidad de cometer errores, pero sabiendo arrepentirse, cambiar, salvar, subsanar, mejorar, perdonar y así Dios siempre estará de tu lado+.
La Iglesia, desde su Doctrina Social: ¿ cómo ilumina y cuáles son los criterios de juicio que señala para afianzar lo positivo, en este caso actual, de la sociedad sanjuanina y revertir lo negativo que se presenta hoy en la provincia y en el país?
Hay que tener una capacidad no solamente para resolver problemas si no de aspirar a metas grandes y generosas, que llenen el corazón de una persona, de una familia, y de una sociedad. Esto sucede en cualquier sociedad y en cualquier momento de la historia con todos sus condicionamientos. De ahí viene la gran aventura de realizarnos con toda la plenitud de la dignidad humana, de quien ama la vida, que respeta la vida, la de uno y la de los demás. ¡Qué triste cuando uno no respeta su vida y transita por caminos que no lo harán feliz, ni le harán gozar de ese don de la vida! Se presentan como modelos de felicidad que son descartables ¡use y tire! Para que la causa de la paz se abra camino en la mente y el corazón de todos los hombres y, de modo especial, de aquellos que están llamados a servir a sus ciudadanos desde las más altas magistraturas de las naciones, es preciso que estén apoyados en firmes convicciones morales, en la serenidad de los ánimos, a veces tensos y polarizados, y en la búsqueda constante del bien común nacional, regional y mundial. La consecución de la paz, en efecto, requiere la promoción de una auténtica cultura de la vida, que respete la dignidad del ser humano en plenitud, unida al fortalecimiento de la familia como célula básica de la sociedad.
¿Cree que los jóvenes son los más vulnerables en el mundo actual? ¿Verdaderamente se aportan las herramientas necesarias para que lleguen a ser el futuro de una Nación?
Estoy un poco cansado de escuchar: ¡Hay, los jóvenes de ahora! Esto en realidad son problemas nuestros, de los mayores. En la generalidad de los casos, los problemas de un joven, es porque hay involucrado con mucha malicia, un adulto. Hay gente muy pervertida y que además lucra sacando dinero a los demás. Esto lo vemos con la droga y el alcohol. Cuando alguien no respeta los límites del otro, está arriesgando su propia vida. Por eso es que son importantes todos los límites en la vida. Pero muchos jóvenes no son así, hay ideales que valen. Nadie puede agotar esta capacidad, ese don que les dio Jesús a todos ellos. Por esto nada mejor que estas palabras del Papa Juan Pablo II : +En realidad es a Jesús a quien buscas cuando soñas la felicidad; es Él quien te espera cuando no te satisface nada de lo que encontras; es Él la belleza que tanto te atrae; es Él quien provoca con esa sed de radicalidad que no te permite dejarte llevar por conformismo; es Él quien te empuja a dejar máscaras que falsean la vida; es Él quien lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús quien suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande, la voluntad de seguir un ideal, el rechazo a dejarse atrapar por la mediocridad, la valentía de comprometerse con humildad y perseverancia para mejorarte a vos mismo y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna+.
¿Qué les brinda la Iglesia a los jóvenes frente a los avasallamientos sociales del mundo actual?
La Iglesia ilumina, con una luz más potente, la realidad que vivimos para que la podamos observar en toda su dimensión. También propone un modelo de vida con los pies bien puestos en la tierra y en la realidad que nos toca vivir, con sus desafíos y oportunidades; pero mirando al Cielo para descubrir el rostro de un Padre bueno, que nos ama y sobre todo, que quiere que seamos felices de verdad y logremos hacer felices a los que nos rodean, utilizando nuestros dones, nuestras virtudes, y especialmente construyendo juntos una sociedad justa y solidaria, donde todos, desde el niño que crece en el vientre de su madre hasta el anciano que vive sus últimos días, son cuidados y tenidos en cuenta.
Sabemos que está próximo a cumplir sus Bodas de Plata de ordenación episcopal. ¿Cómo fueron sus 25 años al servicio de la comunidad?
Fueron años de mucho trabajo focalizado en Dios y en el bien de mi rebaño. Sin dudas he cometido errores y en varias ocasiones he tenido la bendición de poder repararlos. Mi tarea episcopal me llevó a recorrer realidades muy diferentes de nuestra querida argentina y ver en cada región cómo las comunidades se manifiestan de manera distinta y particular, pero siempre con miras a lo trascendente. Dios se me ha revelado en tantos sacerdotes abnegados, religiosos y religiosas entregados a la vida de sus comunidades, laicos comprometidos con la realidad que viven, jóvenes solidarios y que buscan ardorosamente la justicia y viven la solidaridad con entusiasmo y tantas, pero tantas familias que, iluminadas por el ejemplo de la familia de Nazaret, crían a sus hijos en el amor y construyen una sociedad cada vez mejor.

